El reloj marcó las tres de la mañana cuando Dariel abrió los ojos.
Luego de que Vincent la presentara al staff de la mansión, en donde Dariel sintió que esas personas tenían un problema muy serio de devoción retorcida.
Después de aquello decidió tener una acalorada discusión con el buzón de voz de los teléfonos de sus padres, incluso el fijo de la casa estaba que desconectado. En las redes sociales, descubrió que sus tres únicas primas estaban en un crucero todo incluido, sin sus padres.
Las tres le agradecieron por su regalo de bodas cuando Dariel les escribió pidiendo ayuda y lo tomaron como un insulto.
«No sabes la suerte que tienes, prima».
De las tres primas, las palabras de Luria habían sido las que seguían rondando su cabeza, después de eso tuvo un momento de crisis existencial.
Fue cuando pasó el resto de su día creando patrones y revisando el catálogo de acabados que tenía un logo similar al del hospital psiquiátrico que había visto en el estudio de Vincent.
Se había quedado dormida en algún punto de la tarde por la falta de sueño de la noche anterior y decidió seguir durmiendo cuando despertó pasadas las nueve de la noche. El trauma de los días anteriores la había dejado muy agotada y con el último movimiento de Vincent se lo estaba pensando muy en serio.
«Creo que terminaré cediendo», pensó echando una mirada furtiva al catálogo. «Un atelier, Dariel, no es cualquier cosa».
Notó que Vincent no había vuelto del trabajo aún, o eso esperaba.
Desvió su atención al techo que era iluminado por la tenue luz de una lámpara que tenía en la mesita de noche junto a la cama.
Un airecito frío provocó que se sentara de golpe y descubrió que la puerta principal estaba abierta, mostraba solo absoluta oscuridad del otro lado.
—Le pondré seguro.
Tomó el celular y activó la linterna para iluminar en aquella dirección sin obtener resultados efectivos.
—Debería conseguir un pestillo —dijo empezando a caminar con cautela hacia la puerta.
Solo llevaba una camiseta holgada encima, sus braguitas y un par de medias de lana. Su pijama con estampados de unicornios vistiendo bikinis había desaparecido y no le apeteció probar con la ropa holgada de Vincent, de nuevo, ni el insulso camisón traslúcido que habían dejado entre su ropa.
«Ni siquiera llegamos a eso», pensó nerviosa.
Cuando ella llegó al umbral de la puerta, notó que todo estaba en penumbras, lograba escuchar a lo lejos las risas de algunas sirvientas, al igual que los sonidos de una casa que albergaba personas que trabajaban como hormigas durante todo el día. De forma literal.
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Destinada a un Demonio | Libro 1 serie Ángel del destino [EBOOK Amazon]
ParanormalUn demonio es su dueño, otro la quiere reclamar y un ángel se niega a negociar su libertad. En su cumpleaños 23, Dariel es entregada por su familia a un frío pelirrojo de inquietantes ojos esmeraldas como una especie de sacrificio pagano a cambio de...