Capítulo 07
Pronto algo sonó en una frecuencia tan baja, que logró romper las ventanas y distraer a los sujetos.
Dos tipos que no lograba reconocer entraron por el espacio y rápidamente una onda de fuego muy delgada corto el cuello de todos y cada uno de los que querían asesinarme.
Uno tomó el libro y lo metió en su chaqueta.
No podía subir mucho la mirada ya que el dolor era insoportable.
Un chico pelirrojo me levantó y me llevó en su espalda hasta llegar a un auto donde me metió y sin pensarlo dos veces el otro tipo aceleró a fondo. No entendía que era lo que sucedía, este día se ponía cada vez peor.No dije nada ni pregunte a dónde me llevaban, me estaba desmayado del dolor, yo misma me sentía agonizante.
—¡Padre para el auto ya! —gritó el pelirrojo.
—No falta mucho, estamos cerca Cypriam. —lo dijo con una voz tan tranquila y pasiva, como si todo anduviera bien...
—Padre entiende, no logrará llegar. Ayudémosla antes de que sea tarde.
—¡Rayos! —chilló el hombre mientras daba un brusco freno. —Hazlo ahora, Cypriam, ¡vamos!
El chico salió, abrió mi puerta y me tomo en sus brazos sacándome del auto y me recostó en el suelo, yo gritaba de dolor, necesitaba un sedante o algo similar para bajar el dolor, si no hacían algo rápido moriría.
El pelirrojo comenzó a hacer movimientos con sus manos en el aire y pude ver como de ella emanaba una luz color verde, era algo impresionante y nunca hubiera imaginado que algo así existiera. Me volteó y recargó sus manos en mi espalda haciendo presión, sentí un gran alivio, ahora podía sentir mis piernas de nuevo, y no como antes, esta vez eran más fuertes, sentía una fuerza inimaginable en ellas.
No sabía como lo había hecho pero sin duda me había dejado sin palabras.
Ahora tenía fuerza y me sentía bien, parecía que no sólo me había curado la columna sino que también había curado otros males que tenía...—¿Amber, puedes oírme? —me preguntó el tipo al que instantes antes habían llamado padre. —Soy Alfred, Alfred Conway y él es mi hijo Cypriam.
—¿Qué?, ¿como me encontraron?
—Nos llamaste, y pudimos escuchar todo lo que sucedía. Así que solo te localizamos con el GPS de tu celular.
El botón que había presionado fue el de Alfred, me sentía tan feliz de haber guardado el número.
Me levanté del suelo, me subí al asunto de nuevo y ellos también lo hicieron...
—Mi hijo posee tres de las cuatro habilidades y ha usado contigo lo que llamamos healing hands, es la tercera habilidad ya que éstas se desarrollan siempre en el mismo orden. Con esta te ha sanado.
—Vaya, ha de ser genial poderse curar siempre así.—
—Lo es, el contra es que no puedo usarlo en mi mismo, solo en los demás y por cargas limitadas.— me respondió el pelirrojo
—Tú solo tienes telepathy que es la segunda, no entiendo porqué te has saltado una, deberías haber desarrollado primero burning anger, ya que con esta te puedes proteger a ti misma. — Alfred me dijo confundido.
—No puedes leer nuestras mentes porque sólo los integrantes de Al'Der y sus hijos son inmunes a esta habilidad.
—Entonces ... ¿por qué no pude saber lo que pensaba el hombre que me apuntaba con el arma?, ¿quién era Alfred?
Se miraron e hicieron gestos muy extraños, como si supieran algo que no quieren que yo sepa.
—Es discípulo del traidor más buscado, Arne Lindenbrock, y antes éste era uno de los más fuertes de Al'Der. La leyenda contaba que al retar al líder de dicha organización a un duelo a muerte y ganarlo serías merecedor de tener dos habilidades extras. Llegar a tener seis habilidades seria algo brutal y llegaría a ser la persona más fuerte y poderosa del planeta. Pero al ver que no podía contra él, cara a cara y sin ayuda externa en un duelo legítimo, ya que él contaba con cinco habilidades por ser líder. Decidió junto con algunos de sus amigos -controlados por la sed de poder- asesinar a este durante la noche y robar todos los libros de la habitación y así poder aprender más. Puesto que estos por ley no pueden ser leídos por cualquier integrante. —me lo dijo mientras esta acostado en su asiento muy cómodamente.
—Ya entiendo Alfred, ¿a donde vamos? —no dije más.
—Nos dirijimos hacia una gasolinería donde se encuentra una especie de portal hacia otra dimensión, donde esta ubicada nuestro casa —respondió el pelirrojo
-—¿Otra dimensión?, ¿es enserio?, me están tomando el pelo.
—si y no Amber, le llamamos dimensión XY, allí puedes encontrar todo tipo de anomalías como castillos hechos de fuego y ciudades completas debajo del agua.
Personas de hasta 10 metros, razas totalmente desconocidas, seres extraños que nadie sabe de donde son, ni de que planeta o dimensión provienen. Se podría decir que nosotros somos los normales en ese lugar.
Los humanos ordinarios son los únicos que no pueden entrar en dimensiones ajenas a la suya, no porque no exista la tecnología, si no por que esta estrictamente prohibido y claramente se puede leer en el libro Múlbein.—Solo los humanos integrantes de Al'Der pueden hacerlo, por siglos se nos prohibía tambien a nosotros, pero al ver que no somos iguales y que somos muy superiores a los demás, nos dieron la oportunidad de hacerlo..........—

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Múlbein
FantasyAmber Múller es una chica de 16 años que con el tiempo se da cuenta que tiene habilidades poco comunes, llamadas "Dones". Su curiosidad la lleva a adentrarse en en el mundo de Al'Der, una antigua organización, y con la ayuda de un par de personas lo...