Gotas de agua.

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Peter bajo mis bragas de golpe y para evitar soltar un gemido me besó, sus manos subieron hasta mis pechos para acariciarlos en el espacio tan reducido que teniamos. Sus manos se movian con impaciencia mientras me besaba, no llevaba prisa pero al parecer era para él una necesidad tener totalmente desnuda a su merced. El ya estaba en bóxer pero por alguna razón aún no quería bajarlos.

— P-Pet...— Mi gemido se escucho en toda la habitación que por cierto estaba tan reducida que apenas y teníamos espacio para movernos.

Peter hizo caso omiso a mía palabras y sus labios bajaron de golpe a mis pechos mientras sus manos se dirigían peligrosamente a mis muslos. Lamió, chupo, mordisqueo y succionó sin piedad mis pechos, gemía ante su contacto y él solo sonreía ante sus actos. Como le gustaba traerme así.

Me puso de espaldas a él y de reojo vi como su bóxer caía al suelo. Vi su miembro al momento que mis ojos se abrieron como platos. Rozo su miembro contra mi entrada, una, dos, tres, cuatro, cinco veces. ¡Mierda! Como le gustaba hacerme sufrir.

— ¡Joder ya metela! .— Grite sin pudor a lo que él soltó una risita.

Se acerco a mi oído poniendo sus manos en mi cintura y susurró:

— Aquí yo mando mi amor. — Sonrió sobre mi oreja y la lamió. Mi cuerpo se erizó por completo al intentar reprimir un gemido. — Aunque estés impaciente yo decidiré cuando será el momento indicado.

Me mordí el labio ante su comentario y él comenzó a lamer mis hombros al tiempo en que me penetraba lentamente.

Comenzaba a sentir que estaba en el cielo, gemí demasiado alto y él cubrió mi boca.

— Recuerda que nos pueden descubrir. — Susurró con voz ronca. No sé que me tenia más excitada, el hecho de que era todo un seductor o lo excitante que era hacer cosas malas aún sabiendo que te pueden descubrir.

Me penetró por completo y de allí comenzó a embestirme con fuerza y rapidez.

Mi trasero chocaba con su abdomen bajo hasta que él me volteo bruscamente, por un momento nuestros ojos se perdieron en los del otro. Peter sonrió y hizo que subiera mis piernas en su cadera, siguió penetrándome con fuerza y enterró su cabeza en mi cuello. Sus movimientos eran rápidos, sin vacilar, como si supiera exactamente dónde tocarme para hacerme llegar al cielo.

Ambos gemiamos sin parar, a punto de llegar al clímax cuando de pronto todo se puso negro.

...

— ¡Lexie! — Desperté sobresaltada de mi cama. Caí rodando por el susto y cuando pude pararme noté a Jean en la esquina de la cama.

— ¡Joder! ¡Me diste un susto idiota!.— Enojada, me senté en la cama nuevamente para tranquilizarme. — ¿Qué quieres Grey?

— Veo que te hace daño juntarte con Wilson. — Dijo sonriente. — Por cierto, antes que nada, dime que estabas soñando picarona. — Jean movió sus cejas de arriba a abajo y mis mejillas se coloraron.

Dios, dime que no me oyó gemir en sueños.

— Te oí gemir. — Gracias por escucharme.

— Pfff... — Comencé a reírme como idiota. —¿Yo? Cómo crees.

— Te conozco, además, sé por lo que esta pasando tu cabeza ahora. — Jean rodó los ojos y mi sonrojo aumento. — Por favor, si quiera intenta censurarlo.

Me tape la cara con la almohada. Mierda, que vergüenza.

—¿Qué venias a hacer dices?. — Pregunte desviando el tema.

One Shots/ Peter Maximoff Y Tú/ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora