Tabaco

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Nota: ¡Viva! Estoy viva y ayer salida de el segundo de unos de los exámenes mas importantes de mi vida. Perdon por la demora, no hay escusa, solo tenia que estudiar y la falta de ideas para este capitulo me estaba matando. Fue difícil y puede que quede algo forzado pero me esforcé lo mas que pude.

IMPORTANTE: Como disculpa por tanta tardanza les deje -hace tiempo- un one-short. Pueden entrar a mi perfil y leerlo.

Los personajes no me pertenecen.

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I

Midoriya Izuku siempre había sido caracterizado por ser una persona tímida, vacilante y de pocas palabras. Pero sobre todo, era el chico al cual todos molestaban por ser lo que es: Un beta. Uno sin individualidad. Y no había nada que pudiera hacer, porque así había nacido y no había forma de cambiarlo. Por lo tanto, paso la mayor parte de su infancia y adolescencia excluido y apartado de los otros grupos; incluso de los mismos betas.

Mirdoriya a la corta edad de los cuatro años entendió como funcionaba el mundo en el que vivía, no era justo ni equitativo, los que tenían suerte nacían con un fuete Quick o como alfas, los normales bien podían ser omegas o betas, pero él; quien estaba en el último grupo, nació sin Quick y como beta. Y no es como si ser beta fuera malo, es solo que...las posibilidades de encontrar a tu pareja eran tan mínimas que – a veces- deseaba haber sido un omega.

Porque es en aquel mundo cruel e injusto, había algo que llenaba de ilusiones hasta al más idiota y pesimista: Eso era el encontrar a tu pareja predestinada, aquella que llena el vacío que creías no tener, aquella que te brindaría la más grande de las dichas y complementaria lo poco que te faltaba.

Un Alfa encuentra a su Omega y el Omega encuentra a su Alfa...

Y no. No es como si los betas fueran la excepción, ellos también podían encontrar a su pareja, pero, aquella apuesta era más de perder que ganar.

Porque cuando alfas u omega encuentra a su pareja no dudara en ir a su lado, no mira a quien lastima o si es lastimada en el proceso, era instinto. Por mucho que les doliera dejar a su anterior acompañante, no se permitían dar marcha atrás y los dejaban pagando los platos rotos.

Era por esa razón que la mayoría de los Betas se resignaban y no buscaban formar lazos más allá de la amistad. No querían ser lastimados.

Y por supuesto que él fue con el mismo plan, pero su mala suerte parecía perseguirlo a todas partes.

Por qué se enamoró no una, sino dos veces. Y de la primera solo fue consiente gracias a la segunda, ¿A poco y no es justa la vida?

II

Si alguien le preguntaba porque lo hizo no tendría respuesta, tampoco se esforzaría para crear alguna escusa – nunca fue un buen mentiroso-, pero admitía que sus acciones fueron un impulso de idiotez e instinto. Y su instinto nunca falla.

Por eso no puede evitar observar, discreto, todo aquello que rodea al chico. Y es que a veces el peliverde parecía ser lamentable, tropezando y cayendo con cuanta roca se encontrase en el camino, pero también habían pequeños detalles que le hacían enorgullecer de su decisión; tan sutiles que podrían pasar desapercibidos por desconocidos.

Un buen ejemplo podría ser el haber completado el entrenamiento en el último minuto. Otro, el haber salvado a una desconocida aun sabiendo que podía ser perjudicial para su cuerpo y que reprobaría el examen.

Perdiendo ante ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora