XXIII
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El entrenamiento es pesado, los músculos le tiemblan y los pulmones le arden, aun así, romper de esa manera su anterior marca y expectativa activa una parte de sí mismo que creía inexistente; sonríe a mas no poder, estira un poco las piernas antes de hundirlas en las cubetas de hielo. Iida se siente satisfecho y quizás un poco desbordante, su hermano probablemente se reiría a su costa para finalmente revolverle el cabello de tal forma que torcería sus lentes, sonreiría antes de coger sus cachetes y decir algunas palabras alentadoras que le harían hinchar el pecho de puro orgullo.
A Iida le gusta imaginar ese tipo de escenas.
De hecho, lida retiene su risa tras sus perfectos dientes mas no la sonrisa ambigua que suele formar. Hay cierta irritación que no demuestra o que es difícil divisar debido a su expresión serena. Es el tiempo en cual se ve limitado, sus motores queman y están inactivos por unos minutos que le parecen eternos. Camina, mas sus piernas tiemblan y las cubetas en sus manos caen ante su desequilibrio.
No importa, al menos no realmente.
Porque ese dolor que experimenta es uno realmente satisfactorio. Uno que, después de un tiempo, demuestra su mejora.
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XXIV
Bakugou no le teme a su naturaleza.
Porque sus manos destrozan, quiebran, estallan y son tan frágiles como cualquier parte de su cuerpo. Bakugou no le teme a su naturaleza porque puede controlarla, a veces le cuesta y otras no tanto, pero tiene el control y eso es lo importante; manos de magma que cambian de color según su antojo y luego...
Luego están Deku y Yumeko.
A Deku lo conoce de toda una vida: Primero como un vecino (Hijo de una amiga de su madre) y luego como una piedra en el zapato (Inútil e insistente), amigos según él. Bakugou no puede definirlo (Al menos no ahora que tiene un Quick y una fuerza nunca antes vista, sonrisa de perlas y heridas en forma de adornos elaborados).
Yumeko por otra parte era un personaje secundario más.
Ella es una extraña del montón. Sin nada especial que capte su interés. Sin embargo, ella no es frágil y eso hace que se acuerde de su nombre; Bakugou nunca ha tenido problemas con las mujeres y no los tendrá ahora, pero que alguien se le pare al frente y le contradiga ya sea con la mirada pegada al suelo hace que una pequeña parte de su ser reconozca un poco al valiente. Bakugou se sabe brusco e intimidante, capaz de destrozar cualquier cosa con solo un poco de calor, pero Yumeko le toma de las manos, le besa, le acaricia, rasguña, vuelve a besar...
Y le toma por sorpresa recordar su nombre.
Entonces deja de ser un personaje secundario cualquiera para convertirse en la maldita entrometida de todas las mañanas, es decir: Un secundario problemático.
- ¿Sabes? Siempre me agrado tu olor. – Le comenta un jueves. Él la ignora, pero eso nunca impide que ella siga con sus divagaciones mientras se sienta al frente suyo sin importarle si alguien entra o no -. Fuerte y picoso, como la menta si le buscas comparación.
Bakugou rara vez le contestaba.
- Hubo incluso una ocasión en la cual nos separaron en grupos e hicieron que nos olfateáramos los unos a los otros, tu fuiste el que mayor voto tuvo como intimidante, Sakuka como dulce y Ryu como insípido.
- La vieja estaba chiflada.
Yumeko sonríe y asiente.
- Concuerdo contigo, ¿Quién en su sano juicio hace que los estudiantes se olfateen los unos a los otros sin más? Pudo haber terminado en tragedia sino hubiera tan poca compatibilidad.
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Perdiendo ante ti
RomanceSumary: Bakugō Katsuki era consiente de todo aquello que le rodeaba, no era idiota. Y era por eso mismo que la poca paciencia y el -casi- inexistente autocontrol que poseía estaban por irse a la mierda, ¿Pero quién podría culparlo? Si su pareja no e...