Capítulo VII
Habían pasado ya una semana desde la llegada de aquella mujer. Siete largos días que había tenido que aguantar su presencia a su alrededor. Repaso mentalmente en los sucesos que lo habían llevado a que su vida completamente controlada lo había llevado a esa situación y todos ellos lo llevaban siempre al mismo lugar. Todo era culpa de aquella mujer.
Suspiro fuertemente cerrando los ojos. Era por el bien de su hija, se recordó.
Al día siguiente de su llegada había ordenado que desinstalaran el teléfono de su habitación para evitar que tuviera acceso a algún medio externo. Al igual que había dado la orden a sus sirviente de que se encontrara en todo momento vigilada. Estaba listo para escuchar algún reclamo por parte de ella, pero a pesar de los días no había escuchado ningún tipo de protesta. Tampoco era que conversara con ella, solo se había limitado a darle un par de órdenes y él había recibido solo palabras monótonas como respuesta.
Alzo la vista de los archivos que se encontraban sobre su escritorio. Ahí estaba ella, sentada sobre la alfombra de su oficina jugando con unos juguetes con Karin cerca de ella. No lograba entender la diversión que tenía el que alguien pusiera un trozo de tela sobre la cara para después retirarlo y hacer un "¡Buuu!". Pero a Karin aquel acto le parecía demasiado gracioso. Daba grandes grititos y gorgoritos cuando Kagome hacia aquella acción. Antes había creído la voz de los niños tenía algo que hacían que te diera un fuerte dolor de cabeza, pero estaba convencido de que eso cambiaba cuando era tu propio hijo quien lo hacía. Aparto sus ojos de aquel panorama para tratar de centrar su atención en su trabajo. Pero la presencia de aquella mujer era suficiente distracción para él.
Últimamente se había encontrado bastante ocupado con los últimos preparativos para el comienzo de la construcción del nuevo hotel que su empresa realizaría. Sería el edificio más alto y fuerte construido en Tokio. Aquello lo hacía sentir bastante orgulloso, ya que había trabajado arduamente en la estructura y en los elaborados planos, por más de un año para construir aquel moderno y glamuroso resort.
Como había hecho los últimos días, esa tarde llegó más temprano de lo usual de oficina para seguir trabajando en su despacho. Se estaba convirtiendo poco a poco en una rutina, el pretendía trabajar mientras que ella se dedicaba a cuidar a Karin sin prestarle la mínima atención a él. Debía sentirse agradecido de que ella no lo molestara, pero la indiferencia de ella lo estaba a punto de volver loco. No podía creer que ella actuara en su presencia con tanta naturalidad y él solo podía fingir que su mera presencia no hacía que sus hormonas y neuronas tuvieran un debate. Era Sesshoumaru Taisho, se repitió para sí mismo. Y ella la mujer que lo había tomado como un completo ingenuo al hacer que su vida perfectamente organizada se fuera a la coladera.
Pero aun así no podía negar sentirse a traído por ella.
La deseaba.
La había deseado desde el primer momento que había visto su foto entre todas las demás candidatas. La había deseado cuando se había presentado en su oficina y había firmado el contrato para ser la madre de su hijo. ¡Y por todos los dioses! La seguía deseando después de haber huido, escondido de él y haberlo convertido en el más grande idiota.
No comprendía que le sucedía, pero Kagome había despertado en él un incontrolable deseo. El cual no lo dejaba concentrarse y la inquietud que lo dominaba era una sensación desconocida para él.
Estaba seguro que necesitaría un psiquiatra cuando terminara todo eso o terminaría en un lugar para dementes desquiciados.
Necesitaba regresar a tener el control de sus emociones y no dejar que solo una atracción le derritiera el cerebro. No era un adolecente encaprichado con una hermosa mujer. Tenía cosas más importantes que pensar. Como en el hecho más de una empresa se quería apoderar de los planos del nuevo resort. El ámbito de construcción era un terreno en el cual tenía que ir con cuidado. Se había ganado un gran número de enemigos molestos del éxito que tenía su empresa, estaba seguro que harían cualquier cosa por verlo destruido. Si, su mente debería de enfocarse en ese tipo de cosas que en aquella mujer. Pero sin poder evitarlo sus ojos se dirigieron otra vez a ella. Estaba tomando a su Karin en brazos mientras le daba un biberón, el cual lo acepto con mucho placer. Su pequeña hija debía ser la cosa más importante, debía de empezar a planear su futuro. Estaba seguro que ella seguiría los pasos que el mismo había llevado. Iría a la misma academia que él había ido, y a su tiempo se haría cargo de la compañía que él le heredaría.
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Amor en Venta
RomancePara salvar a su padre, Kagome había aceptado ser la madre de alquiler de uno de los empresarios mas exitoso de Japón. ―Puede comenzar a hacer el papeleo, ya he encontrado al vientre que quiero como alquiler.