Capitulo VIII

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Capitulo VIII

El tiempo pareció ir más lento de lo normal, hasta que aquella mujer en frente de Kagome frunció el ceño entornando sus ojos perfectamente delineados haciendo que parecieran aún más oscuros. Vestía un elegante traje con chaqueta hecho a la medida, y unos altos tacones que estilizaban sus piernas haciéndolas parecer más largas y esterilizadas, a comparación con unos jeans y una sencilla blusa Kagome se sintió simple y ordinaria. Pudo sentir como la vista de aquella mujer la recorrió con desagrado deteniéndose en la camisa que tenía en sus manos.

―Esa es la camisa de Sesshoumaru ¿Qué estás haciendo tú con ella? ― exigió sabes en un tono violento.

Instintivamente arrugo la tela entre sus dedos sin saber que debía decir. Ya que ¿Cuál era la forma más sencilla que podía explicarle a una desconocida la razón por la que había tenido que limpiar la camisa de Sesshoumaru, o la forma en que Karin había vomitado sobre Sesshouamru o todos los sucesos que la habían llevado a ese preciso momento?

― ¿Por qué no contestas, acaso eres tonta?

Pero fuera quien fuera aquella mujer, estaba claro que su presencia no era de su agrado. Su mirada despectiva y aquellas últimas palabras hicieron que su temperatura comenzara a subir. No iba a dejar que le hablara de esa manera, se mojó los labios y alzo la barbilla para responderle a aquella mujer. Pero antes de poder decir una palabra la puerta se abrió repentinamente dejando ver la imponente figura de Sesshoumaru en el umbral de la puerta con una ceja levantada.

― ¿Se puede saber por qué demonios están haciendo tanto ruido? ― mascullo entre dientes con un destello de ira en los ojos. Los cuales se dirigieron primero a Kagome para posarse después a la recién llegada y cuando miro a aquella mujer no pudo evitar rodar los ojos con desagrado. ― ¿Qué haces aquí Kagura?

La aludida se encontraba con los ojos abiertos de forma desorbitada, al mirar el estado en el que se encontraba Sesshoumaru con nada más que el pantalón y un torso completamente desnudo.

― ¿Qué te ocurrió, cariño? ― pronunció notablemente aturdida, para luego dirigir su mirada a Kagome pareciendo molesta por que osara a mirar a Sesshoumaru en aquella forma.

― ¿A qué se debe tu visita Kagura? ― espeto entre dientes mientras tomaba la camisa de las manos de Kagome.

―Me canse de esperar a que me llamaras así que he venido a verte. ― pronuncio recorriendo de forma despectiva a Kagome.

Sesshoumaru apretó los labios con un gesto irritado, sin decir una palabra dio la vuelta dejando a las dos mujeres en la puerta para regresar segundos después con Karin en los brazos, la cual se encontraba profundamente dormida. Kagura miro con sorpresa a la pequeña como si en vez de un bebé Sesshoumaru estuviera cargando a un extraterrestre o un espécimen raro. Quedando aún más sorprendida al ver a Sesshoumaru inclinarse y besar la pequeña cabecita, Kagome podía sentir como el corazón se le derretía al contemplar con ternura aquel acto.

―Lleva a mi hija a su habitación― ordeno mientras se la entregaba con más cuidado de lo que era necesario; como si fuera un tesoro frágil, Kagome la recibió acunándola entre sus brazos.

Entró de regreso a su oficina seguido de Kagura que le dirigió una última mirada cuando paso a su lado para luego cerrar la puerta con un golpe seco. Kagome acerco más a Karin a su cuerpo para evitar que despertara cuando gimoteo entre sus brazos al escuchar el repentino sonido, lo cual pareció reconfortarla ya que siguió su placido sueño. Camino por el pasillo pensando en lo que había ocurrido en los últimos cinco minutos, mientras subía las escaleras y dirigirse a dejar a Karin en su habitación.

Pensó en la actitud que había mostrado Kagura, su mirada había sido la de una mujer que quería dejar en claro que aquel hombre le pertenecía y podía morder a la yugular si alguien trataba de acercarse a su hombre. Sonrió al pensar en ello, ya que en lo mínimo ella podía representar una amenaza.

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