Capítulo VI
No había nada mejor que tener a su hija otra vez en brazos, era una sensación maravillosa que Kagome había dado por perdida. Se mordió el labio para evita llorar. No quería asustar a su pequeña. La abrazo fuertemente colocando su cabeza en el hombro y aspirar el aroma de bebé que desprendía. Mecía y golpeaba suavemente la espalda de la pequeña mientras Karin hacia pequeños gorgoritos.
Sin que ella se diera cuenta Sesshoumaru hizo un gesto y una joven apareció enfrente de Kagome.
―Dásela― ordeno fríamente.
Ella no quería desprenderse tan rápido de su hija. Dio un pequeño suspiro y con pesar separo a su hija de su cuerpo mientras depositaba un beso en su mejilla, la pequeña sostuvo con sus manitas su blusa, parecía que no quería que la volviera a abandonar. La niñera la tomo con fuerza arrebatándola de sus brazos, al instante Karin comenzó a llorar estirando sus manitas hacia su madre.
Kagome sintió como el corazón se le encogía al ver lágrimas en los ojos dorados de su pequeña. Siguió la fuerte figura de Sesshoumaru y salió de aquella habitación. Camino tras de él, mientras que el llanto de Karin aún se escuchaba fuerte pero mientras avanzaban, poco a poco comenzó a disminuir.
Lo siguió un par de pasos atrás de él. Sin poder evitarlo clavó su mirada en aquel cuerpo masculino. No podía negarlo era bastante atractivo. Tenía una alta figura, con unos hombros anchos y a pesar del traje se podía notar unos brazos marcados. Bajo su vista a aquellas caderas estrechas. Haciéndola sonrojar al instante. Se reprendió a sí misma, no era momento de poner a divagar su imaginación.
Aquel hombre no era su amigo, al contrario era más que obvio que la odiaba. Que si no fuera por Karin no la hubiera vuelto a buscar.
Bajaron las escaleras, él se detuvo abriendo una puerta dejando ver una gran habitación con estantes llenos de libros, había unos asientos de cuero con una mesa de centro en medio del lugar, pero lo más llamativo era un gran escritorio de color negro cerca de un gran ventanal. Seshoumaru se hizo a un lado para que ella pasara primero para después cerrar la puerta del despacho. En un par de zancadas se dirigió al gran sillón de su escritorio. Kagome se encontraba sorprendida pero no lo demostró, aquel lugar parecía una biblioteca personal. Se preguntó si todos aquellos libros habían sido leídos alguna vez.
Sin pensarlo mucho se sentó en una de las dos sillas enfrente del masculino. Cruzo las piernas y se irguió lo más que pudo, aquel hombre era intimidante pero no dejaría que percibiera su incomodidad. Estaba lista para tener cualquier tipo de duelo.
La fuerte figura de Sesshoumaru se encontraba inmóvil mirándola con una expresión severa. Y que ella lo mirara de forma desafiante lo hacía irritarse. Sin previo aviso se levantó de su asiento para caminar de un lado a otro como un animal enjaula, sin mirarla pasó sus manos por su cabello exasperado, para luego meterlas en su pantalón haciendo que sus torneados glúteos se marcaran en la tela. Parecía estar debatiendo con el mismo.
El Sesshoumaru que siempre había estado orgulloso por saber cómo controlar sus emociones y actuar con confianza y certeza, había estado cometiendo estupideces sobre estupideces. Aquella mujer estaba haciendo que se volviera un idiota. Debió advertirse que algo malo sucedería cuando ella pidió lo doble de lo que ofrecía para el trabajo. Pero el como un tonto había puesto todo a su comodidad. ¿Qué juego estaba jugando aquella mujer? ¿Acaso todo aquello era una farsa para poder sacarle el mayor provecho a la situación?
Estaba claro que su hija la amaba, si no hubiera sido así no hubiera necesitado traerla hasta ella ¿Pero en verdad amaba a su hija o también estaba jugando con los sentimientos de Karin para su propio beneficio?
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Amor en Venta
RomansPara salvar a su padre, Kagome había aceptado ser la madre de alquiler de uno de los empresarios mas exitoso de Japón. ―Puede comenzar a hacer el papeleo, ya he encontrado al vientre que quiero como alquiler.