Capítulo I
Jugueteó con el pequeño pedazo de papel que se encontraba en su mano tratando así de calmar sus nervios mientras miraba a su alrededor tratando de no posar su mirada en aquella secretaria que desde que había llegado no había hecho nada más que mirarla, lo cual la hacía sentir más incómoda todavía. Cerró los ojos recostando su espalda en aquel sofá, tenía ganas de levantarse y marcharse y olvidarse de todo aquello, pero sabía que no podía hacerlo ya que se lo había prometido a su padre.
Aun resonaban a1quellas palabras en su cabeza "Si no lo haces, me mataran". Había dicho su padre al recurrir hacia unos días a ella después de gastar en una apuesta el dinero que habían pedido a unos mafiosos Japoneses. El juego siempre había sido una adicción para su padre, por el cual no le había dolido dejar a su familia en la calle por seguir apostando. Aun recordaba el dolor que su madre había tenido que pasar y todas las carencias que habían vivido por culpa de la decisión de su padre.
Así que cuando él había aparecido frente a ella rogando que aceptara ser la madre de alquiler de uno de los hombres más ricos de Japón ella se había negado al instante por aquella absurda idea de aceptar tener un hijo de un hombre el cual solo había visto en revistas de negocios y aún más aceptar a entregarle a su bebé. Le había dicho a su padre que él debía arreglar solo sus problemas, pero su padre era el único familiar que tenía desde la muerte de su madre, y sabiendo que no podría conseguir todo ese dinero y que su vida corría peligro, había aceptado aquel trato.
Y ahí estaba ella, en una de los edificios más altos de Tokio esperando cerrar aquel trato. No había conocido un lugar tan elegante y moderno, solo llegar ahí en elevador había hecho darse cuenta de que su falda y su saco gastados no encajaban en ese lugar.
―Señorita Kagome― abrió los ojos cuando escucho la voz de la secretaria hablándole. ―El señor Taisho la espera.
Después de meditarlo por un momento se levanto lentamente, siguió a la joven mujer por el pasillo la cual se detuvo frente a una puerta de caoba fina para después tocar la puerta y abrirla, sin esperar más la secretaria dio la vuelta y partió.
Kagome cruzó la puerta encontrándose con un brilloso suelo de mármol, proyectado la ilusión que caminar sobre el cielo, aquella oficina era enorme. En una de las esquinas había un aparador con todo tipo de licores y bebidas, pero lo que realmente llamo su atención fue el sillón giratorio frente al gran escritorio, el cual se movía levemente mientras su ocupante hablaba por teléfono.
Sintió como sus piernas comenzaban a temblar cuando; después de colgar el teléfono, el asiento giró y unos ojos dorados se posaron en ella. Kagome no pudo evitar desviar la mirada de ellos, las revista que había visto no le hacían justicia, aquel hombre no era guapo si no que su atractivo era intimidante. Vio como su mirada dorada se clavo en ella para luego recorrer su cuerpo.
―Tome asiento, Por favor.
Aquella profunda y ronca voz la hizo dudar por un momento, para después dirigirse a una de los asientos frente aquel escritorio. El la miro por un momento para después tomar un folder y comenzar a leerlo. Kagome lo reconoció al instante, en el se encontraban los exámenes que le había hecho hacia unos días. La habían agobiado con tantas preguntas y hecho tantos análisis para saber si era apta para tener un hijo sano.
El aroma masculino del perfume de Sesshoumaru comenzaba a embriagarla por completo, lo contemplo mientras que el miraba los resultados. Tenía un traje, el cual parecía estar hecho a su medida. Lo portaba con toda la elegancia y distinción, pero a pesar de este podía apreciar que bajo a este se encontraba un torso bien definido. Kagome sintió como el rubor se apoderaba de sus mejillas y su corazón se comenzaba a acelerar.
ESTÁS LEYENDO
Amor en Venta
RomancePara salvar a su padre, Kagome había aceptado ser la madre de alquiler de uno de los empresarios mas exitoso de Japón. ―Puede comenzar a hacer el papeleo, ya he encontrado al vientre que quiero como alquiler.