El violinista: Presagios e impedimentos.

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La noche estaba siendo lo suficiente larga para pensar, pero también era cruel, porque le tenía que abrir los ojos, a aquello que corrompido estaba. Simplemente era inaceptable.

Estaba ahora en la tranquilidad de su gran alcoba, acostado en la gran cama, dando la espalda hacía la puerta y un brazo le cubría los ojos. Se dejaron sentir un par de saladas lágrimas por sus mejillas. A veces era un castigo ser alguien de la alta sociedad.

Recordó que una vez le habían contado unas leyendas. Recordaba a la perfección de ella, porque era cómo un dulce tortura. El tormento de las personas que les compraban la felicidad.

"Se dice que cuando alguien se enamora de otra persona a primera vista, uno fue el amor de su vida en otra vida; pero por alguna razón no pudieron estar juntos, de ahí que la vida, les de una nueva oportunidad para amar... y esta historia se repetirá una y otra vez hasta que logren estar juntos".

— Pero ¿qué sucede cuando te enamoras de un chico? —Susurró contra su sombrero de paja—. ¿Está bien eso?

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Estaba tomando una taza de té en su humilde morada, cuando un puñado de dudas asalto su tranquilidad.

Sabía que él, a pesar de no estar en la alcurnia de la sociedad, era restringido por ciertas normas no escritas; las cuales le limitaba a desear y amar a una compañera de vida. Pero, en ese instante él no pensaba exactamente en una mujer.

Pronto, rememoró aquellas historias que sus abuelos contaban a la hora del tentempié* del día, había una que le parecía una bella tortura, porque engañándote te hacía ser feliz.

"El hilo rojo del destino, está atado al meñique de la persona que será tu compañera de vida, este puede extenderse y tensarse todo lo que se desee, pero; nunca, jamás podrá romperse".

— Pero sí, es un hombre. ¿No es eso inmoral? —Murmuró sobre su humeante taza.

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Ambos chicos sabían sobre ambas historias, y que de una u otra forma, se relacionaban entre sí, pero no podían simplemente ir, y alardear sobre el amor a primera vista que tenían.

Estaban casi a la mitad del siglo XX, en los años 40. ¿Alguien aceptaría su indecente amor?

Es más, ¿no serían tratados con asco y desprecio por el otro joven?

El amor, suele doler, más de lo que puede aliviar.

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— Estos sentimientos, son sucios —pensaron ambos chicos, presa de los prejuicios de la sociedad—. Debo guardarlos. 

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CONTINUARÁ... 



Tentempié: Pequeña cantidad de comida que se toma entre horas, generalmente por no aguantar el hambre hasta el momento de la comida.


El violinista. [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora