El violinista: Dolorosa travesía.

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— Lo sé, Luffy —corrió a abrazar a su primogénito y único hijo, dándole una gélida mirada al médico—. ¿Tienes que decir al respecto, Trafalgar?

— No, Dragon-Sama —se postró sobre su rodilla y bajo su cabeza—. Me iré de aquí, para siempre.

— ¡No, Torao! ¡No lo hagas! —Corrió hacia el lado del violinista, despegándose dificultosamente de su padre—. ¡Te quiero Law!

Era la primera vez que escuchaba al chico decir su nombre, era tan sublime, tan especial, pero no podría hacer nada.

— ¡Padre! —Se volvió al hombre hecho una furia—. ¡Pensé que eras diferente de todos! ¡Yo amo a ese hombre! ¿¡Por qué me niegas la felicidad!? ¡Ya perdiste a mi madre! ¡Sí él se va, me voy con él!

— ¡Luffy-sama! —Escuchó los suplicantes gritos de los subordinados de su padre—. ¡No lo haga Luffy-sama! No habrá mejor sucesor que usted.

— ¡Padre, tiene la elección!

— Monkey-sama, permítame quedarme al lado de su hijo —postrado totalmente estaba el de ojo grises. Suplicando por una oportunidad. Una única y egoísta oportunidad—. Y mi vida será entregada para siempre en su honor.

Sintió que a su costado derecho, lugar dónde tenía el corte provocado por la espada, alguien se postró al igual que él.

— Padre, te ruego que lo permitas y haré todo lo que me ordenes hasta el final de mi vida.

— Ambos levántese —dio la espalda a ambos muchachos, mientras sentía sus ojos anegarse en lágrimas lastimeras—. Está bien... por ahora.

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— Doffy —le habló Trébol—. ¿Qué sucede?

— ¡Nos iremos ahora de este mugroso pueblo!

— ¡DonQuixote Doflamingo queda bajo arresto por el crimen de homicidio! —Traían ya consigo a todos sus subordinados.

— ¡Eres un infeliz! ¡Soy el imponente DonQuixote Doflamingo! ¡Nos vemos en el infierno, Dragon!

— Gracias a Trafalgar hemos podido erradicar a esta escoria y su banda —por fin, la venganza estaba completa—. Al fin Hikari podrá descansar en paz.

— Estará orgullosa de ti, Dragon —le apoyo Iva-chan una mano en su hombro—. Ahora tú gobernarás el país.

— No, lo hará Luffy, ya estoy acabado.

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Vestidos de negro, una lúgubre aura representaba el clan Monkey, acompañados de todos los demás habitantes del país.

El señorito iba al lado de su padre, y junto a él, su pareja, quién lo hacían pasar por su consejero.

En una tumba residía el nombre de "Monkey D. Hikari", a lo que Luffy al ver ese nombre rompió en llanto, por fin, la guerra había acabado. Todo estaba tranquilo, pero su madre había muerto a manos del flamenco rosa, ahora encarcelado.

La paz reino desde ese día, habían pasado ya dos semanas desde que el clan DonQuixote y el clan Monkey se enfrentara. Ahora Luffy reinaba con sabiduría, llevando a los habitantes del lugar a un mundo de paz, hasta que no se presentará una nueva revuelta o una revolución.

— Monkey-sama —le habló un subordinado—. El violinista quiere verlo.

— Claro —salió de su despacho, hacía el cuarto que compartía con el muchacho ojeroso—. ¿Qué sucede?

— Al parecer ha tenido demasiada fiebre desde hace una semana. Sabemos que es médico pero no ha podido encontrar un remedio —le informó el hombre.

— ¿Qué sucede Torao? —Entró en el momento en que el chico cambiaba unas hojas de árnica sobre el corte de aquella espada.

— Acércate Luffy —el chico observó como el violinista tenía su brazo de un color morado, y se notaba notablemente confundido el chico.

— Dime, Law —por segunda vez, usó su nombre—. ¿¡Qué sucede!?

Tomó su mano libre, sintiendo los acelerados pulsos de su corazón, así como la creciente fiebre que embargaba el cuerpo de su novio.

— Luffy —lo llamo insistente, mirando hacía la ventana—. ¿Por qué no te acercas?

— ¡Estoy aquí!

En un momento de lucidez, el chico de ojos grises abrazo al más bajo, atrayéndolo a su débil cuerpo, se levanto y tomó el fino violín en sus manos, comenzando a tocar la melancólica sinfonía que le había compuesto al chico.

Pronto, toda la mansión guardo silencio, cómo sabiendo que un alma dolida dejaba escuchar el llanto lastimero de despedida. Escucharon la armoniosa melodía, proveniente del cuarto del señorito, sintiendo la angustia y el frío de la muerte.

Dejó el violín de nuevo en su estuche, para levantarse y abrazar el pequeño cuerpo.

— Te amo, Luffy —besó sus labios. Los beso con toda la calma del mundo, con toda la paciencia del Universo, cómo sí sólo vivieran ellos alrededor de todo lo conocido—. Siempre te amaré.

Las insistentes pulsaciones, fueron reduciendo, hasta dejarse oír, la cálida fiebre se convirtió en un frío aterrador. La cara de espanto y angustia del joven se dejo ver, reflejando la tristeza por la pérdida.

El señorito mimado se dejo caer poco a poco hasta estar de rodillas con el violinista, dejando escapar el llanto desgarrador. Un llanto que ahora ocupaba el sonido de la inexistente triste sinfonía. Todos guardaron silencio, sólo dejando oír esos gélidos gemidos.

Reaccionó.

— ¡Un médico! ¡Un médico! ¡Salven al violinista!

El hombre que había ido a avisarle, se acercó a un costado y le informó de lo que no aceptaba, de la realidad que creía un sueño.

— ¡No es posible!

— ¡Míralo Luffy! —Le habló su padre—. ¡Está m...

— No lo digas —se aferro al cadáver del violinista, llorando desconsoladamente. Nadie hablo, sólo veían dolidos la escena—. Te amo, Law.

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FIN. 

El violinista. [LawLu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora