El despertador de mi móvil suena tan fuerte que tengo que taparme los oídos con la almohada para que el ruido disminuya. Lleva sonando durante al menos tres minutos y parece que no va a parar, así que lo cojo cabreado y lo apago. No me apetece nada levantarme para mi primer día de instituto, es mi último año y la verdad que no es que esté muy emocionado como suele estar todo el mundo llegado este día.
- ¡Axeeeel, vamos despierta, que vas a llegar tarde el primer día de instituto! – oigo gritar a mi madre desde la cocina.
- ¡Que ya estoy despierto pesada! – le contesto.
Me estoy volviendo completamente loco. Rectifico, ellas me están volviendo completamente loco. Y cuando hablo de ellas me refiero a Natalie y a Emma; mis madres. Sí, tengo dos madres, son lesbianas y realmente no puedo soportarlo. Son las culpables de tantos años de acoso en el colegio y jamás se lo voy a perdonar. Ellas no han sido las que han sufrido esas bromas pesadas en las que me ponían bollitos encima de la mesa, o me pintaban todos los libros con la bandera gay recordándome día tras día que tenía, por desgracia, unas madres homosexuales. Ellas no han estado soportando todo eso que he estado soportando yo durante cinco malditos años. Por suerte conseguí pararlo hace al menos dos, porque mis compañeros finalmente se dieron cuenta de lo que odiaba a mis madres, se dieron cuenta de que yo era tan homófobo como ellos.
Se escuchan los pasos apresurados de Natalie acercarse hacia mi habitación. Me sorprende que ella esté mucho más nerviosa y emocionada que yo en el primer día de mi último curso de instituto. Sí, por fin este año se acaba la época de mi vida que tanto me ha hecho sufrir, por fin dentro de seis meses seré mayor de edad y dentro de un año comenzaré otra nueva etapa de mi vida llamada universidad. Natalie entra abriendo la puerta rápidamente, y puedo percibir por el tono de su voz que está realmente cabreada cuando me dice:
- Ya te he dicho una vez que te levantes, esta es la segunda y ten la seguridad de que no lo voy a repetir una tercera así que, por favor, levanta tu precioso trasero de la cama, aséate, vístete y desayuna, que salimos de casa en media hora. - me ordena mi madre.
- Sé de sobra el camino hacia el instituto, así que no hace falta que me acompañes tú. Además, que sepas que las clases no empiezan hasta dentro de una hora.
- Sí, ya sé que las clases no empiezan hasta dentro de una hora, pero como ya te he dicho, y no hay discusión posible, te voy a llevar YO al instituto y hoy han anunciado que va a haber atasco, por lo tanto, tenemos que salir antes de casa.
- Te he dicho que no hace falta que me lleves al instituto. - contesto con tono seco.
- Y yo te he dicho que te voy a llevar. Vamos, comienza a prepararte, te quedan veinticinco minutos. - dice ella con un tono aún más brusco que el que he utilizado hace apenas cinco segundos.
Acabo por levantarme y voy directo al baño, que, por suerte, se encuentra dentro de mi habitación, y me doy una ducha rápida en la que me da tiempo a maldecir de todas las maneras a mi madre Natalie, porque de momento no he tenido la oportunidad de ver a Emma, y no creo que la vea hasta esta noche puesto que hoy comenzaba a trabajar en su nuevo bufete de abogados.
Salgo de la ducha y me enrollo una toalla en la cintura, me pongo las chanclas y voy hacia mi armario a elegir algo de ropa para ponerme en mi primer día del, gracias a dios, último año de insti. Por suerte no tardo mucho ya que opto por lo que utilizo siempre: pantalones vaqueros oscuros, camiseta gris básica y converse negras. No añado mi preciada chaqueta de cuero ya que estamos a final de verano y es posible que si me la pongo me dé un golpe de calor. Me visto en apenas un minuto y bajo lentamente las escaleras hacia la cocina, cojo un tazón de leche y unos cereales y me siento a desayunar tranquilamente, porque no pienso darme ninguna prisa; me importa un pimiento si llego tarde o no a mi primer día de instituto, de todos modos, no se suele hacer nada.
Al cabo de diez minutos he acabado y dejo el tazón en el fregadero. No lo lavo porque me gusta cabrear a mis madres, sobre todo a Natalie que es la que se encarga del tema "casa" ya que se quedó sin trabajo el año pasado y no ha conseguido ninguno de momento. Subo a mi habitación, me lavo los dientes, desenchufo el teléfono, lo guardo en mi bolsillo trasero del pantalón y me cuelgo mi mochila, que está prácticamente vacía salvo por un paquete de tabaco, veinte euros y unos chicles. Vuelvo a bajar las escaleras, esta vez un poco más rápido, y cojo de la entrada mis llaves de casa y mis auriculares. Abro la puerta y, por supuesto, el coche de Natalie, un Jeep Cherokee que le regaló Emma por su décimo aniversario, ya está arrancado en la entrada listo para salir nada más me siente en el asiento del copiloto.
Llego al coche y abro la puerta para a continuación meterme dentro del vehículo, sentarme y abrocharme el cinturón. Me encuentro con una Natalie bastante cabreada que me mira muy seria señalándome su reloj.
- Llegas cinco minutos tarde y el tráfico ha ido aumentando, por lo menos no llegaremos al instituto hasta dentro de cuarenta minutos y empieza en media hora.
- ¿Qué?
- ¿Cómo que qué?
- ¿Que qué hay que hacer para que te calles? ¿Quieres arrancar de una vez maldita sea? Si tanta prisa tienes no sé qué haces regañándome en lugar de pisar el acelerador.
Natalie me lanza una última mirada de esas de "me tienes hasta las narices niñato maleducado", quita el freno de mano, pisa el acelerador y por suerte o por desgracia, salimos de casa rumbo al primer día de mi último año de instituto.
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Sé tú mismo
Teen FictionAxel es un chico de 17 años que está en su último año de instituto. Tiene un problema, o él lo ve como tal cosa. Sus madres son lesbianas y él ha sufrido acoso en el colegio durante mucho tiempo. Lo que él no sabe es que lo que ahora ve como un prob...