Llevamos parados al menos diez minutos sin movernos ni un centímetro literalmente. Como siempre, Natalie tenía razón y hay un atascazo de narices. Queda un cuarto de hora para que empiecen las "no clases", ya que el primer día no se hace absolutamente nada, y estamos todavía a unos veinte kilómetros del insti. Genial, no hay mejor manera de empezar el curso que llegar tarde y ponerle a huevo a los profesores el hecho de que te cojan manía. Para mi sorpresa no es que esté muy preocupado. Natalie está a mi lado totalmente alterada y pitándole a los otros coches intentando que avancen, sin resultado alguno.- ¡Tú, mira por dónde vas! – grita desesperadamente y se le hincha la vena del cuello.
- Sí que estás alterada, sí. – le digo conteniendo la risa.
- Tú cállate, que todo esto es por tu culpa.
- ¿Por mi culpa? – respondo incrédulo.
Ella asiente con la cabeza lentamente, pero con expresión enfadada.
- Sí, por tu culpa. Te avisé de que teníamos que salir hoy pronto de casa porque había atasco y no me has hecho ni caso.
- Y yo te avisé de que me sabía el camino y que por lo tanto podía ir solo. – la miro con cara de superioridad – Así que, ¿de quién es la culpa ahora? Ya podría estar entrando por la puerta si me hubiese ido en la moto.
- Sabes de sobra que el primer día me gusta ir a conocer a tus profesores y hablar un poco con ellos, cosa que hoy no voy a poder hacer porque para cuando lleguemos, ellos ya estarán finalizando su primera hora. – me replica, y la verdad es que tiene toda la razón; es posible que hoy no llegue hasta por lo menos la segunda clase.
Un coche se cruza por delante del nuestro y provoca que Natalie tenga que dar un frenazo. Los dos nos precipitamos hacia delante, suerte que llevamos puestos los cinturones de seguridad, porque estoy seguro que, de no ser por ellos, podría haber llegado perfectamente volando al instituto y haber aterrizado en mi silla.
- Mamá, por favor, que ya no estoy en primaria, no hace falta que vayas a hablar con ningún profesor para decirle de lo increíblemente perfecto que es tu hijo, a los profesores de último año de instituto se la sopla cómo son sus alumnos.
Miro a Natalie con cara de cabreo porque de verdad que nunca entenderé por qué las madres se empeñan en acompañarte al colegio/instituto el primer día para presentarse a los profesores y hacerles la pelota. Es algo realmente ridículo a la par que patético y juro que no haré eso en mi vida, no seré capaz de poner en ridículo a mis futuros preciosos hijos. Tampoco le permitiré a mi mujer que lo haga, vaya una vergüenza y una pérdida de tiempo.
Parece que, tras veinte minutos sin apenas movimiento, el tráfico se disuelve y conseguimos avanzar, lentamente, pero al menos logramos movernos algún que otro kilómetro sin parar. Mi madre pilla un atajo y para cuando llego al insti, tengo suerte de que todavía no haya empezado la segunda hora.
Entro corriendo por la puerta principal, saludo a Jamie, el conserje, que me cae increíblemente bien, ya que siempre se hace el tonto cuando salgo fuera con mis amigos a fumarme un cigarro. Busco mi clase y entro a toda velocidad. Por suerte todavía no ha llegado mi profesor. No me ha dado tiempo a mirar qué me tocaba, pero me alegro al darme cuenta de que me ha tocado en clase con mi mejor amigo Nick, con mi novia Ana y con mis otros tres amigos del grupo: Paul, Iker y Liam. Iker es el hermano de Ana y nos llevamos genial. Aunque nadie puede igualar a Nick, ya que llevamos juntos desde el primer año de guardería. Los psicólogos especialistas dicen que las amistades que duran más de siete años, duran para toda la vida, y nosotros ya hace tiempo que duplicamos ese número.
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Sé tú mismo
Teen FictionAxel es un chico de 17 años que está en su último año de instituto. Tiene un problema, o él lo ve como tal cosa. Sus madres son lesbianas y él ha sufrido acoso en el colegio durante mucho tiempo. Lo que él no sabe es que lo que ahora ve como un prob...