Capítulo 6

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Llevo al menos diez minutos dentro de la ducha bajo el agua caliente dejando que ésta recorra mi cuerpo lentamente. Llevo al menos diez minutos mirando los azulejos blancos de la pared. Llevo al menos diez minutos sin hacer absolutamente NADA.

Estoy como hipnotizado, no puedo mover ninguna parte de mi cuerpo, siento que cada extremidad me pesa toneladas, puede ser del cansancio. Parpadeo varias veces rápidamente y ahora sí consigo mover un brazo para coger el gel y empezar a lavarme el cuerpo lentamente. Cuanto termino hago lo mismo con el champú, y cuando ya he acabado de asearme por completo, saco una mano por la mampara de la ducha y cojo una toalla, me seco finalmente y me la enrollo en la cintura.

Cuando limpio el cristal empañado me veo reflejado y me quedo mirando unos minutos. Me paro a observar mis ojos penetrantes y oscuros, mis largas pestañas, mi torso musculado, mi pelo mojado negro como el carbón, mi barba incipiente de tres días, mis venas marcadas de los brazos, mi abdomen pronunciado... A parte del físico también veo mi alma, es oscura, misteriosa, intrigante, rota. Tengo el alma rota y no sé cómo arreglarla, a estas alturas todos sabemos el porqué.

Doy un fuerte puñetazo en el cristal y el sonido que éste emite suena por toda la casa y me despierta de mi aturdimiento. Miro mi mano y chorrea sangre por los nudillos, el lavabo y el suelo están repletos de trocitos de cristales rotos, ahora al mirarme en el espejo veo mi reflejo, y me veo aún más roto de lo que me veía antes. Menuda mierda.

Oigo pasos apresurados que suben por la escalera y entran en mi habitación. Natalie abre de un rápido movimiento la puerta del baño y se queda pasmada al ver el horrible panorama. Emma está detrás de ella, también puedo comprobar que tiene cara de terror. No me extraña, hasta entonces no me había dado cuenta de que hay un charco enorme de sangre en el suelo, pues no sólo me he rajado los nudillos, sino que también tengo pequeños cortes en los pies y en la espinilla derecha.

- ¿Cariño pero que has hecho? – dice Natalie impresionada.

- ¿Que qué he hecho? ¡Que qué he hecho! Cómo puedes atreverte a decir una cosa así. ¡La pregunta es qué me habéis hecho vosotras a mí, todo esto es por vuestra maldita culpa! – estoy totalmente furioso, no puedo controlar ni mi cuerpo ni mis palabras.

- Tranquilo, no pasa nada. – añade Emma con voz temblorosa.

- ¡Cómo que no pasa nada, me habéis destrozado la maldita vida! ¡Fuera de mi habitación! – avanzo con largas zancadas hacia donde ellas se encuentran y las empujo fuera de mi habitación - ¡Fuera he dicho!

- ¡Pero tú quién te crees que eres para tratarnos así, te hemos dado la vida, deberías estar agradecido, hemos luchado mucho por ti y por que tengas la vida que te mereces! – Natalie está realmente furiosa, pero me da igual.

- ¡Pues para vivir así casi preferiría no haber nacido, os odio!

- Vamos cariño, déjale, ya se le pasará, vamos abajo. – oigo que susurra Emma a Natalie con voz calmada.

- Axel, si tienes hambre baja, tienes la comida en la cocina, no tardes mucho que se enfría. – me dice Emma.

- ¡No tengo hambre, métete tu maldita comida por donde te quepa!

- Emma, no entiendo por qué narices tratas así al niño, no se lo merece, después de lo que hemos luchado y que se comporte así no tiene perdón. Que sepas que es tu culpa que ahora esté así, le has mimado demasiado desde pequeño y esto es lo que pasa. – añade Natalie, mientras se van alejando escaleras abajo.

No pienso bajar, no tengo hambre y estoy demasiado furioso, además tengo que limpiar el desastre que he formado en el baño y curarme las heridas que me he hecho. Para que luego Ana me de charlas sobre que mis madres no tienen la culpa, ¿y quién sino?

Tardo media hora en tenerlo todo en orden. Al final las heridas de los pies y espinilla no eran tan graves como parecían, eran simplemente cortes superficiales. Lo peor es el destrozo que me he hecho en la mano, me ha costado parar la hemorragia y me he tenido que poner cuatro capas de vendaje, también he gastado medio bote de betadine, pero parece que ya está un poco mejor.

La verdad que ahora que lo pienso sí que tengo algo de hambre, voy a bajar a ver qué hay de cena ya que se me ha pasado un poco el mosqueo. Bajo rápidamente y me meto en la cocina. Veo mi plato colocado perfectamente en mi lugar, hoy toca filete con ensalada. Meto el plato de filete un minuto en el microondas porque de lo que he tardado se ha enfriado y cuando está listo me siento a cenar tranquilamente. Por desgracia mi tranquilidad acaba pronto, pues oigo pasos que se acercan. Es Emma, ¿qué narices quiere ahora?

- Hola cariño, ¿cómo te encuentras? – dice dulcemente.

- Bien. – contesto bruscamente y me meto un trozo de filete en la boca.

- ¿Te duele mucho la mano? Déjame verlo anda. – se acerca, y cuando va a cogerme la mano la aparto rápidamente.

- Está perfectamente. ¿Puedes irte? Gracias. – ahora mismo, a pesar de no estar tan cabreado como lo estaba antes, no me apetece que me toquen las narices.

- Pero cariño... – mira que es pesada.

- Ni cariño ni leches, ¿puedes marcharte por favor? Parece que te encanta mosquearme.

- Bueno, como quieras, ya hablaremos cuando estés de humor, buenas noches cielo.

- Gracias. – digo mientras se marcha.

Cuando Emma llega al salón oigo voces y percibo que están discutiendo. Seguramente Natalie le esté echando la misma charla de siempre sobre que no tiene que mimarme tanto ni darme tanta atención cuando no me la merezco. Mira que Emma es pesada, pero Natalie la supera mil veces. Acabo de cenar y me preparo un vaso de leche con cacao. Cuando me lo bebo dejo todo en el fregadero y subo a mi habitación. Me lavo los dientes y me seco un poco el pelo. Después de la rutina nocturna me meto en la cama y cojo el teléfono móvil. Tengo una gran cantidad de mensajes y notificaciones de distintas redes sociales. Normal, llevo sin coger el móvil horas. Contesto a todo y me tumbo para dormirme, pero no sin antes mandarle un mensaje de buenas noches a Ana.

Sé tú mismoWhere stories live. Discover now