EL SEXTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro1

CAPITULO I

Habría preferido poder eludir el compromiso que implicaba su asistencia, lo consideró innumerables veces las últimas semanas, desde que había anunciado que ella estaba entre los nominados, no le gustaban este tipo de eventos y menos si ella era parte del atractivo, ni siquiera cuando era niña se había sentido cómoda con las celebraciones de sus cumpleaños y año tras año solía estar indispuesta durante ese día, con el tiempo y la ayuda de su psicoanalista había entendido que era un mecanismo de defensa que su cuerpo implementaba para comunicar lo que ella era incapaz.

Sin embargo decidió asistir, aún en contra de su propia naturaleza, porque su objetivo era muy claro y éste era un escalón para estar más cerca de alcanzarlo, en lo único que se había concentrado los últimos años de su vida era a tener un prestigio en su profesión y si quería eso tenía que tener un buen nombre y decir que habías sido siquiera nominada al premio internacional de periodismo Rey de España ya era algo muy importante que adornaría su currículo.

La noticia la había tomado por sorpresa. Si bien, el trabajo que había llevado a cabo en Irak tenía un fin egoísta de catapultar su carrera, nunca pensó que sería considerado por su enorme contenido social, ella había querido relatar en sus crónicas la devastación que deja una guerra, lo que hay detrás de los intereses políticos y económicos, esto hizo que se enfocara en los ciudadanos iraníes y no en el conflicto armamentista que se gestaba por el crudo y el supuesto terrorismo.

Contando con la suerte que ninguno de sus compañeros siguió ese camino, desde luego era mucho más sencillo enfocarse en el pez gordo que era Estados Unidos de América, pero de alguna manera eso le parecía un cliché y además los soldados americanos habían sido muy considerados con ella, así que al desviar un poco la mirada hacia otras perspectivas les devolvió un poco el favor.

Sosteniendo su copa de champagne no paraba de sentirse fuera de lugar, todos con sus trajes de etiqueta exhibiendo que eran grandes eruditos de la lengua castellana, la escena le resultaba pictórica, quizás en algún tiempo ella sería igual que ellos. Era un poco tarde, pero el rey Juan Carlos aún no había llegado, no pudo evitar sentir que se ahogaba, pese a que se encontraban a finales de Mayo ya empezaba a sentirse en el aire el verano, aunque presentía que tenía que ver más con el lugar y quienes la rodeaban que con el clima.

Se hallaban en la casa del lector, el lugar le gustaba por su arquitectura, le cautivaba lo que el arquitecto Antón García Abril había logrado con el antiguo matadero de Madrid, ahora las paredes que fueron testigo de la crueldad se ocupaban para dar paso a la cultura, albergando libros, cinematecas y exposiciones de todo tipo.

La gente cotilleaba a su alrededor, pero ella no prestaba atención se hallaba sumergida en sus cavilaciones, el rey había arribado con doña Sofía desde hacía un rato, pero ni siquiera eso la trajo al presente, en momentos como aquel deseaba tener una especie de clon que cumpliera con la función social y le permitiera evadirla por completo, no podía decir que fuera una autista, ni siquiera se podía catalogar como asocial, simplemente aglomeraciones de gente desconocida solían agobiarla e intimidarla.

Justo en ese instante el rey empezó a expresar con gran elocuencia dirigiéndose a los galardonados:

-Su tarea no sólo es clave para informar a los ciudadanos, sino que contribuye también a fortalecer la convivencia y la democracia en nuestras sociedades.

Él continuo, pero Rebecca dejó de escucharlo, estaba ahí sentada, pero al mismo tiempo su mente viajaba por los aspectos más triviales, empezaba a mirar uno de los asientos en los que se hallaba y pensaba cuántos obreros se habrían necesitado para instalarlos, luego comenzó a pensar en la pobreza, la crisis en la que se sumergía el país, pero finalmente ninguno de esos pensamientos la llevaban al presente que se encontraba viviendo, eso la hizo caer en cuenta de su distracción e intentó concentrarse.