Capitulo 4 "El dinero"

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  Pvos: Kuchiki Rukia

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Pvos: Kuchiki Rukia

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El miedo se apoderó de mí. Si esa mujer nos descubría pondría el grito en el cielo, todos se enterarían y yo saldría inmensamente humillada de esa casa. Con ello se verían implicados mis hermanos, ¿qué voy a hacer? Observé a Ichigo. Él continuaba impasible ante la situación, con la mandíbula apretada. Su mano ya no me tocaba, mi pie ya no lo rozaba.

—¿Que vas a hacer? —Ichigo se relamió los labios cuando me acerqué para hacerle la pregunta. —No me tutee.

Otra vez...

—Ichigo, ¡abre! —gritó su ex-novia tras la puerta, sin paciencia.

Mi rostro estaba a escasos centímetros de Ichigo y entonces él, de forma impaciente estampó sus labios sobre los míos, haciéndome perder la noción de lo que estaba ocurriendo. Su lengua se perdió en la profundidad de mi boca con urgencia, como si nada estuviese ocurriendo. ¿Qué está pasando? ¿Me va a tomar con su ex-novia en la puerta gritando? ¿Acaso importa? Me devoró los labios. Sin paciencia, sin control, con besos húmedos, calientes. Me enloquecía sentirlo tan impaciente y entregado. Tan loco que me abrumaba. De nuevo me sentí perdida, Ichigo lograba hacerme sentir diferente y para colmo ya me sentía húmeda de nuevo. Pero, ¡qué estoy pensando! Tiró de mi cuerpo y me sentó sobre él a horcajadas encima de su asiento. Interpuso la mano entre nuestros cuerpos y de forma descontrolada se desabrochó el pantalón. Enseguida su mano tocó mi centro y dejando de besarme, echó a un lado mi braguita. Entró en mí de una dura y fuerte estocada. Quise chillar al sentirme invadida de semejante forma, pero con la mano me tapó la boca, una vez más.

—No grite —parecía enfadado, tanto que dejó todo movimiento de lado. Qué manía con hacer eso...—. Tengo que tomarla, no puedo quedarme así, no cuando esa zorra está ahí fuera. No me importa si ella grita o hace berrinche, yo tengo que hacerla mía ahora. No quiero un solo grito aunque el despacho sea insonoro, ¿de acuerdo?

—No.

—¿No, qué? —preguntó molesto—. No se atreva a desafiarme de nuevo.

—No quiero callarme. Si me gusta, gritaré —contesté alzándome un poco, para luego bajar lentamente arrancándonos un débil gemido a ambos—. Si le gusta bien y si no también.

Su mirada chispeó furiosa.

—¿Por qué me desafía continuamente? —Su tono fue duro y con gesto prepotente, sostuvo mi cintura para que no volviese a alzarme.

—Porque me gusta jugar con usted —susurré coqueta—. Me gusta desafiarlo a cada segundo. Me encanta cuando cree que tiene el poder y se da cuenta que conmigo no es así.

Ichigo me miró fijamente. Por un momento me pareció ver destellos de diversión en sus ojos, pero como siempre lo ocultó al instante.

—Ahora no tengo tiempo para discutir eso. Luego ajustaremos cuentas y ya no hay nada más que decir. Por su bien, cállese.

Le sonreí con descaro y entonces soltó mis caderas para que pudiese saltar sobre él. Así lo hice. Comencé a cabalgar enloquecida, sintiendo cómo su enorme virilidad se hundía en mi interior una y otra vez.

—¡Maldita sea, Ichigo! —gritó la zorra tras la puerta—, ¡estaré aquí hasta que decidas abrir!

Ichigo aparentemente ignorándola, me sacó el uniforme por encima de la cabeza. Un segundodespués estaba devorando mis pechos.

—Más rápido —se quejó con frialdad—, estoy muy frustrado.

Ansiosa, cabalgué sobre él, en cada movimiento mis pechos trotaban conmigo y me gustaba esa sensación. Era excitante tener el control de la situación con ese hombre. Ichigo no dejó un pedazo de mis senos sin besar, devorar o morder. Me ardía la piel a causa del fuego que desprendían sus labios. Gemí cada vez más eufórica al sentir cómo salía a mi encuentro en cada estocada. ¿Qué estoy haciendo? De la noche a la mañana me había convertido en una descarada y pervertida. Lo más vergonzoso era que eso me gustaba... Me gustaba ser así, pero sólo con él. No imaginaba otras manos tocándome, no como Ichigo lo hacía.

—Me encanta —palabras que escapan de mis labios... Pero a pesar de todo, así sentía. Lo que ese hombre me estaba haciendo me enloquecía, a pesar que jamás antes me habían tratado de la forma que lo hacía él. Ichigo tenía una virilidad poderosa, al igual que todo él... Algo que me fascinaba... Y no podía ocultar cuánto placer sentía cada vez que se adentraba en mí. Ichigo gruñía una y otra vez sin dejar de devorar mis pechos con bocados, chupones, lamidas. Todo tremendamente salvaje y atrevido, haciéndome desear más de ese ser tan primitivo.

—Oh, sí —grité febrilmente.

—C-á-l-l-e-s-e. ¡Joder! —

Protestó levantándose, llevándome con él. Me tumbó sobre el escritorio y me penetró muy duro, muy fuerte. ¡Ah! ¿Cómo no gritar con ese león enloquecido sobre mí? Mordió mi pezón arrancándome un grito entre el dolor y el placer. La mesa se oyó chirriar a cada estocada de lo brusco que estaba siendo. Pero a pesar de todo, ¡me encanta! Ichigo empujaba una y otra vez sobre mí, me invadía, me atrapaba, me sentía débil, rozando el límite. Sus labios empezaron a ascender, y me chupó el cuello fuertemente. ¡Ay, eso duele! Ya me sentía desesperada. Me moría de ganas por besarlo, devorarlo. Por chupar cada rincón de su bien formado cuerpo.

—¡Mierda, Ichigo! Abre, o pongo la casa en pie.

—Vengase ya —ordenó Ichigo.

Me tensé, y me hice gelatina en sus brazos. Llegaban los primeros espasmos del orgasmo.

—Es tan grande. Me vuelve loca —esta vez mi intención no fue provocarlo. Pero no pude controlar mi lengua. No con esos temblores a causa del maldito y arrollador orgasmo que se apoderó de mi cuerpo.

—Joder, joder... —gruñó sobre mi cuello vaciándose dentro de mí. Una sensación que me puso la piel de gallina—. Está tan estrecha, ¡joder!

Y haciendo un movimiento que yo no esperaba, se dejó caer sobre mí esperando que todo volviese a la normalidad. Que los temblores cesasen y las respiraciones se calmasen. Sin poder controlar mis impulsos más tiernos, acaricié su cabello brillante entre mis dedos... Se sentía bien acariciarlo así de relajado y tranquilo. Era la primera vez que Ichigo parecía receptivo. Continuó muy quieto, yo no pude dejar de acariciarlo. Parecía sentirse tan solo... ¿Era así? ¿Cómo es ese hombre?

—Pare —ordenó incorporándose sobresaltado—. No quiero gestos de ternura, ¿entiende? Sólo quiero sentirla así de entregada, nada más.

—¡Yo tampoco quiero nada más! ¿Cómo podría alguien querer algo más con usted? —Pude ver cómo su rostro se endurecía rápidamente y ahora volvía a ser esa máscara de hielo. Me arrepentí de mis palabras, esta vez me había pasado... Pero no pediría perdón, no lo haría—. Será mejor que le abra a su novia... Y dígame, ¿cómo se supone que voy a salir de aquí con ella allá fuera?

Ichigo me observó con gesto serio. Parecía dudar o debatirse entre algo.

—Le voy a decir algo que nadie sabe. Pero se lo diré porque no me queda otro remedio —dijo mientras ambos comenzábamos a vestirnos—. Detrás de esta repisa de libros hay un pasadizo secreto que le lleva directamente a mi habitación, saldrá por la estantería de libros que hay allí. No olvide que esto no lo puede saber más nadie, ni siquiera lo sabe mi familia. Jamás diga algo o créeme, lo pagará muy caro.

Lo miré burlona, ¿qué mierda se cree ese hombre? ¿Pasadizo secreto? Sin duda era la persona más rara que había conocido en toda mi vida, pero aun así me gustaba.

—Como mande, señor Kurosaki —dije haciéndole reverencia—. Ah, mire. Le voy a dar algo para qué calle a su chucho ladrador —riéndome en su cara, me quité la braguita y se la dejé sobre su escritorio—. Dile que es un recuerdo de la que está gozando de su novio. Que tenga un buen día, señor Kurosaki.

—¿Cómo puede ser tan desvergonzada? — preguntó deteniéndome por el brazo.

—¿Cómo se puede ser tan pervertido? —Lo desafié rozando mi nariz con la suya—. Me ha tomado con su novia en la puerta, pero le digo algo. La verdad lo he gozado, ¿puedo marcharme ya?

Pvos: Kurosaki Ichigo

La solté sin desear hacerlo. Tuve que reprimir una carcajada dándole la espalda para que no pudiese ver cuánto me divertía su forma tan descarada de ser. El día empezaba más divertido de lo habitual, y era gracias a Rukia. Al volver a mirar hacia la mesa me encontré con su sexy braguita, ¿está loca? Esa niña era mucho más de lo que yo esperaba. No dejaba de sorprender, y eso no estaba bien. Agobiado, me dirigí hacia la puerta. Al abrir me encontré de cara con Orihime, muy sofocada.

—¿Por qué me haces esto? Llevo más de veinte minutos en la puerta.

—¿Qué haces aquí? —dije volviéndome hacia la mesa.

Con disimulo, cogí la braguita de esa descarada y la guardé en el bolsillo de mi pantalón.

—Mi amor, no me hables así, por favor —me apoyé sentado sobre la mesa con las manos cruzadas sobre el pecho. Esperando oír otra de sus historias de risa—. Yo no quería, Ichigo. Uryuu me envolvió, me sedujo... Sabes que él está loco por mí... No sé qué me pasó.

—Yo sí lo sé —Orihime se acercó y rozó su cuerpo con el mío. Eso ya no funcionaba—. Orihime, ¿cómo has podido engañarme con mi mejor amigo? Esto no voy a perdonártelo, sabes que odio la traición y la vuestra es doble.

Con sus manos empezó a trazar círculos sobre mi pecho con seducción, pero yo estaba muy satisfecho sexualmente y eso no funcionaba. Aún menos al imaginarla con mi único y verdadero amigo.

—Sabes que no tienes a nadie... —respondió manipulándome, enredando sus manos en mi pelo —. Nadie te va a querer y comprender como yo, lo sabes, mi amor. Todos te buscan para utilizarte, te sacan el dinero y luego se marchan... sólo te quedo yo. Siempre yo. Para lo bueno y lo malo, ¿lo sabes, verdad?

Lo sabía, era así. A pesar de mi carácter y de mis malos momentos, Orihime permanecía a mi lado. ¿Pero de qué me servía? Sabía de su ambición por mi dinero y por eso soportaba todos mis cambios. Quería casarse conmigo y ser la señora rica que siempre había soñado. ¿Yo quería tener a una mujer así a mi lado? La verdad no, pero antes de conocer a Orihime todas las mujeres buscaban únicamente mi dinero y posición económica. Tras conocer mi carácter, ni por dinero fueron capaces de soportar mis malos momentos, y simplemente se fueron. Me abandonaban... Orihime continuaba ahí, sin importarle todo lo demás, y yo no quería la soledad de nuevo. Solamente le importé a una mujer... la cual no quería ni recordar. No por lo que ella causó en mí, más bien por lo que yo causé en ella. Apartando a mi familia, sólo tenía a Orihime y a Uryuu. Ahora la traición de ellos me dejaba sumido en la desconfianza. Me parecía sentir que jamás podría volver a confiar en nadie, únicamente en mi propia familia.

—Bien —dije fríamente apartando sus manos de mi cuerpo—, te voy a dar una sola oportunidad, Orihime. No habrá ni una más. Pero quiero que sepas algo, no sé cuándo voy a volver a tocarte. Siento que aún no puedo tocar lo que otro ha manoseado siendo mío. Será la mayor prueba que me puedas dar, saber que estás esperando por mí sin que te toque otro. Será la única forma en la que tal vez pueda volver a confiar en ti. Orihime, sé cuánto adoras el sexo, ese será tu castigo por el daño que me has causado. Sabes que es un fracaso muy grande para mí ver cómo estamos. ¿Lo tomas o lo dejas?

—¿Mi castigo? —preguntó confusa—. Será un castigo para los dos, mi amor. Te prometo que más nadie volverá a tocarme, nadie que no seas tú... Va a ser muy duro para ambos. Por favor, sabes que no puedo estar sin sentirte cada día y tú eres igual de fogoso que yo. No nos hagas esto.

—No confío en ti, y no sé si volveré a hacerlo, necesito tiempo. Me conoces y sabes que no soporto la traición, y te repito que la tuya ha sido doble. Me has engañado con otro hombre, y ese hombre es mi mejor amigo —ahora llegaba mi turno para devolverle el daño que ella misma me había causado—. Una cosa más. Yo no voy a sufrir tal castigo. Ayer conocí a alguien que sabe muy bien calentar mi cama, alguien que sabe cómo complacerme. Ella me ha dado un recado para ti, junto con un obsequio: esto, de parte de la señorita que ahora está gozando de tu novio.

Tuve que ocultar una sonrisa al recordar a la señorita Kuchiki. Tal vez si no hubiese estado ella, todo sería más oscuro, menos soportable... Con total descaro saqué el obsequio de mi bolsillo y se la deposité sobre la mesa. Orihime la miró con asco y luego me miró a mí. Su mirada era asesina.

—¡No! ¡Eres mío! ¿Quién es? ¿Quién se ha atrevido a retarme así? —Cuestionó, sacudiendo mi cuerpo—. No voy a tolerar esto. Yo no voy a consentir que tú te acuestes con otra.

—No te estoy pidiendo permiso. Es lo que hay. Mereces el mismo daño que tú me has causado a mí.

—¡Pero lo mío sólo ha sido un día! —gritó enloquecida.

—Eso aún no lo he averiguado. Es más, tengo la sensación que Uryuu no ha sido el primero con el que me has engañado. Ya lo veremos.

—Bueno... ¿quién es ella? ¿La conozco? ¿Sientes algo por esa mujer?

No le daría la oportunidad de dar caza a Rukia. Sin más le restaría importancia.

—No la conoces. Tampoco es nada importante para mí. Ella es mi puta, una mujer a la que solamente toco yo... La que satisface mi placer, nada más que eso. Pero seguirá siéndolo hasta que yo me canse de ella o hasta que pueda volver a confiar en ti. Orihime, te he respetado y te he sido fiel desde que te toqué por primera vez. Ahora soy yo quien pone condiciones, tú dirás.

Ella me observó, y luego se lanzó hacia mis brazos. Abrazándome con desesperación.

—Está bien, está bien —accedió llorando sobre mi pecho—. Si esa zorra sólo te complace en la cama, dejémoslo así, me conformo. Merezco un castigo, lo sé, vivir con eso será muy duro. Pero sé que pronto te voy a recuperar como siempre, y ya no la buscarás más a ella. Prometo estar a tu lado, mi amor; prometo soportar eso sabiendo que pronto serás sólo mío de nuevo. Soportaré ese dolor, esa humillación por demostrarte cuánto te amo.

¿Será cierto? ¿O lloraba porque pensaba que perderme significaba perder mi dinero? En tal caso, tendría que averiguarlo.

Pvos: Kuchiki Rukia

Salir por ese pasadizo fue una tortura, todo muy oscuro y parecía eterno. Ahora por fin respiraba de nuevo aire puro. Pero preguntas y más preguntas me perturbaban ¿Qué habrá pasado? ¿Se habrán reconciliado? Gemí con impotencia, ¿por qué pensaba en ellos? Por mí que Ichigo hiciese lo que le diese la gana. Pero no toleraría que se acostase conmigo después de revolcarse con ella. No, yo no quería ser el segundo plato de nadie en la cama. No podría soportarlo, quería a ese salvaje sólo para mí. ¡Qué tonta! Respiré un poco de aire al salir al jardín. Un momento, ¿Hisana lloraba en brazos de Koga?

—¿Qué ha pasado? —pregunté corriendo hacia ellos.

Hisana, al verme, se lanzó a mis brazos llorando desconsoladamente.

—El amor, Rukia —dijo Koga pacientemente—. Hisana se acaba de enterar que el chico del que está enamorada, está prometido desde hace una semana. No me mires así, hermana. Yo no sé quién es el tipo, de lo contrario ya estaría en el hospital después de haber probado mi puño.

¡Oh, pobre Hisana! ¡Kaien está comprometido! Menudo cerdo el tío.

—Yo os dejo solas. Voy a recoger a la señorita Riruka.

Una vez se marchó Koga, retiré un poco a Hisana para que me explicase con más claridad lo ocurrido.

—¿Cómo te has enterado? —pregunté limpiando sus lágrimas. Cómo me dolía verla así.

—Iba hacia la sala para hablar con la señora Masaki, y lo oí contárselo —respondió hipando con mucha pena—. Él le contaba a su madre que se había enamorado, y que hace una semana se habían comprometido. Se llama Miyako. ¡Rukia, él no me lo dijo!

—Oh, Hisana, no sabes cuánto lo siento —dije abrazándome a ella—. El amor es muy malo, te dije que no te enamorases.

—Rukia, eso no se decide. Simplemente sucede. Yo no lo creía así. Si el amor no se buscaba, no surgía.

Hisana era demasiado romántica. Ya entrada la tarde, terminé con todo lo relacionado en casa. A Hisana la había dejado más tranquila en la cocina, aunque con el corazón roto en mil pedazos. Y la señora Masaki quería hablar conmigo ahora.

—Dígame, señora.

—Rukia: como sabe, mañana es la fiesta del cumpleaños de mi hijo Ichigo —tragué en seco, ¿dónde estará?—. Mañana quiero que esté con su hermana Hisana en la cocina, ayudándola para que todo esté perfecto. He contratado a una nueva empleada para que la ayude a usted con la casa. Creo que es demasiado trabajo para una sola persona, la chica se llama Senna. Desde mañana Senna se ocupará de la casa y usted saldrá a hacer las compras. Se encargará de Riruka todas las mañanas y de servirnos a todos como de costumbre. También de la colada, usted lo hace muy bien y no queremos problemas con la chica nueva.

Debí sentirme más tranquila y agradecida al tener menos trabajo, pero no fue así. Una chica nueva aquí, ¿serviría a Ichigo como yo? ¡Ah! De nuevo pensando en él. ¿Qué mierda me importa a mí...?

—Su turno empezará como siempre, a las ocho para servir el desayuno —Masaki me sonreía con amabilidad. Era una mujer muy tierna, empezaba a apreciarla—, pero habrás acabado una vez hayas servido la cena. Senna se encargará de recoger todo. Usted hará la compra diariamente para la casa en la mañana, después de atender a mi hija Riruka y de estar listo el desayuno. Yo le dejaré una lista diariamente con dinero para el taxi de ida y vuelta. La compra la hará en Albertons, no está muy lejos de aquí. Aproximadamente entre seis u ocho minutos en auto. ¿Le parece bien?

—Como usted mande, señora.

—Una cosa más... —dijo algo incomoda—: mi hijo Ichigo es muy delicado, y me gustaría pedirle que se encargase usted personalmente de su dormitorio. Él lo ha pedido así, y es raro en Ichigo confiarle a alguien sus cosas. Por eso no puedo más que complacerlo, ¿bien?

¡Guau, eso sí es una sorpresa! O sea que Senna no lo servirá en nada... Colada, atender a la princesita, de compras y servir las comidas, ¿no es genial? Bueno, y atender a Ichigo...

—Claro, señora— contesté emocionada. Ahora me gustaba más el trabajo.

—Por favor, vaya a atender a mi hija Riruka. Esta noche salimos todos a cenar fuera de casa para celebrar el compromiso de mi hijo Kaien, y ella necesita de su ayuda —asentí con una sonrisa forzada al oír el nombre de ese bastardo.

Me fui de vuelta hacia la habitación, y cuando llegué, me quedé sorprendida. Riruka lloraba,¿no tenía vestido nuevo?

—¿Le ocurre algo, señorita Riruka? —pregunté con cautela acercándome a ella—. ¿La puedo ayudar en algo?

Me miró y sentí que iba a descargar su ira de nuevo contra mí.

—¿Por qué me interrumpes? ¡Estoy harta de los Kuchiki!

¿Qué? Yo sí que estaba harta de ella. ¿A qué viene eso?

—¡No me mires con esa cara de imbécil! Tú vienes e interrumpes mi intimidad. Tu hermana Hisana se ha olvidado de hacerme mi plato favorito. Oh, y ése hermano tuyo ¡Koga se ha atrevido a decirme que soy una niña malcriada! ¿Qué os pasa a todos?

Lo de Hisana podía entenderlo, no tenía un buen día. Pero, ¿Koga está loco?

—Señorita, yo he venido porque su madre me lo ha pedido. En cuanto a mi hermana Hisana, le pido que la disculpe en su nombre, hoy ha sido un día duro para ella, Koga la verdad no entiendo qué le ha pasado.

—¿Qué le ha pasado? ¡Es un grosero! —gritó y empezó a dar vueltas por la habitación, enloquecida—. Me ha gritado fuerte, con desprecio. Creo que me odia.

—Le suplico que no le diga nada a sus padres, yo hablaré con él —lo mataría—. Koga necesita el empleo, no entiendo qué le ha ocurrido.

—¿Cómo cree? —Suspiró encarándose a mí—. Claro que no les diré a mis papás. ¡Tu hermanito lo va a pagar muy caro! Esto es un asunto entre él y yo. Ahora ayúdame a vestirme, ¡vamos!

¡Al fin tranquilidad! Todos se habían ido de cena, la casa estaba complemente tranquila y relajada. Koga no estaba, puesto que iba de chófer de la familia. Y Hisana se encontraba cenando en su habitación como de costumbre. Lo mejor sería ir a verla.

—Hola, ¿puedo pasar? —pregunté asomando la cabeza por la puerta. Hisana tenía la comida entera, los ojos hinchados y la cara enrojecida de tanto llorar. —Claro, boba.

La miré y le sonreí. Se veía tierna con el pijama de ositos panda en amarillo.

—Hisana, no quiero verte así. Piensa en lo positivo de todo esto —dije acariciando sus manos—, sólo ha sido un polvo. Gracias a Dios sabemos qué clase de persona es, no merece la pena.

—Lo sé... Rukia, estoy muy orgullosa de ti. Quiero que lo sepas.

—¿Y eso?

—Te estás portando genial. Todo lo estás haciendo bien —dijo con ternura—, y ahora me apoyas con lo de Kaien...

—Dejemos el tema, ¿sí? —Hisana sonrió asintiendo—. Cuéntame cosillas interesantes, chismes de esos que tanto te gustan. Me miró agradecida, y entonces se relajó.

—Pues tengo una grande sobre el señor Ichigo —mi corazón dio un vuelco—. Al parecer ha perdonado a su novia, pero eso no es todo. Hoy sin querer, al pasar por el despacho, la puerta estaba un poco abierta. Lo que he oído es algo muy fuerte.

—¿Qué? —Al parecer él tiene una amante, bueno más bien a una puta —eso dolió—. Orihime le pedía saber de dónde era la chica, si la conocía... En fin, típicas preguntas. Él sólo le dijo que no tenía por qué preocuparse tanto. Que sólo era su puta, y que lo complacía solamente en la cama. ¿No es fuerte? ¡Orihime le ha permitido tener una amante estando con ella! Yo apenas oía nada...

Así que se atrevía a hablarle a su novia de mí de esa forma tan despectiva. Para mí él era la misma mierda, pero si yo era su puta, esta noche las iba a pagar. Sabía que odiaba sentirse utilizado por el dinero, ¡pues bien, es mi turno!

Pvos: Kurosaki Ichigo

Por fin de regreso a casa. La cena fue bien, pero tener a Orihime a mi lado ya no era lo mismo. Sabía con seguridad que jamás volvería a confiar en ella, bueno en realidad en nadie más. Pero no se lo diría aún, no podía hacerlo. No quería volver a sentirme solo, y de nuevo abandonado... como cuando era un niño. Esa sensación de tristeza y dolor no se iría jamás. No cuando las mujeres que tenía a mí alrededor me traicionaban y abandonaban constantemente sin importarles mis sentimientos. ¿Siempre será así? Al llegar, entré en mi habitación y encendí la luz. Quedé congelado en el lugar... La señorita Rukia dormía acurrucada en mi cama. ¿Qué hace ella ahí? Cerrando la puerta tras de mí, me acerqué sin hacer ruido alguno. La verdad esa niña era muy hermosa. Su cabello negro revuelto por mi almohada. Su cuerpo era un pecado, más bien un imán para el mío. Tal vez lo mejor hubiese sido que no nos hubiésemos conocido... Pero me gustaba cómo me coqueteaba y me complacía. Aunque sabía que todo era por dinero. Me senté a su lado en la cama y sentí deseos de acariciarla. Se veía tranquila y parecía tener frío por su postura al dormir. ¿Qué voy a hacer con ella? Tendría que dormir en el sofá. Para mí dormir con alguien toda la noche significaba que había sentimientos de por medio... Algo, por muy poco que fuese. Al igual que besar mientras tenía sexo. Y ese no era el caso. Sin poder controlar mis impulsos, fui a acariciar su sonrojada mejilla, cuando se despertó sobresaltada.

Retiré la mano rápidamente. Su mirada se cruzó con la mía y en sus ojos violetas tan transparentes vi algo extraño. Algo que no me gustó.

—¿Qué hace aquí? —pregunté secamente.

Me afectaba encontrar a esa niña en mi cama.

—Te estaba esperando, y me he quedado dormida —respondió incorporándose. Estaba enfadada, y me tuteaba...—. Necesito que me dé un adelanto de mi paga. Quiero comprar algunos caprichos.

¡Mierda, mierda y mierda! Maldije una y otra vez al puto dinero. ¿Cómo podía confiar en las mujeres? Todas eran iguales.

—¿No podía esperar a decírmelo mañana? —pregunté indignado. Los puños me ardían—. Son las dos de la madrugada.

—Me importa una mierda... Es más, quiero hablarte de algo: ya no voy a seguir con esto. Tú has vuelto con tu novia y yo no pinto nada en esa historia.

Otra que no cumplía con su palabra y me abandonaba a la primera de cambio. ¡Mierdas todas!

—Eso no es asunto suyo. Usted y yo hemos hecho un trato y va a cumplirlo hasta que yo quiera —escupí descargando furia. Necesitaba de ella—. Quiero hacerla mía ahora mismo.

—No —protestó desafiante. No pude soportar su rechazo, y la tumbé de espaldas sobre la cama, cubriendo su cuerpo con el mío. Rukia quería dinero, y yo deseaba su cuerpo en ese mismo instante. ¡Maldita sea! Odiaba sentirme rechazado por ella—. No-lo-ha-gas.

Su advertencia no hizo más que agrandar mi agonía. Me desabroché la cremallera con urgencias, subí su falda echando de nuevo su ropa interior a un lado y la penetré rudamente, enloquecido.

—Mierda —gruñí amargamente, con los dientes apretados—. No vuelva a rechazarme.

Esa mujer sería mi perdición.

—P-para, maldito —se quejó tratando de apartarme de su cuerpo.

Pero no me importó. No después de su rechazo, después de haberme humillado buscándome sólo para obtener mi puto dinero. Enterré la cara en su cuello y sostuve sus manos fuertemente entre las mías. Rukia forcejeó peroyo no pude parar. Entré y salí de ella con estocadas cortas y rápidas. Solamente quería olvidar el dolor que me causaba su actitud y sus palabras. Pero algo ocurrió. Rukia dejó de forcejear y se retorció debajo de mí, contoneando su cuerpo contra el mío. Aferró sus piernas en torno a mi cintura y abrazó mis dedos entre los suyos...

Gemía, la muy atrevida gemía en mi oído. Me incorporé un poco y busqué su mirada, buscando un signo para entender su cambio. Pero sus ojos brillaron con malicia, su sonrisa se ensanchó y se arqueó saliendo al encuentro de mis caderas. Gruñí con la mirada puesta en sus facciones. Ese atrevimiento de su cadera me mató.

—No pares, Renji... —todo se paralizó ¿Renji? ¡Zorra! ¿Gozaba conmigo pensando en otro?

Mi puño ardió, esta vez no me podría controlar r

la chica del servicio (ichiruki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora