Capitulo 9 "Te he extrañado"

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Pvos: Kuchiki Rukia

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Esta vez cuando me desvelé, eran las cinco de la mañana. Tenía que prepararme para un nuevo día en casa de los Kurosaki, pero hoy no me hacía especial ilusión ir, no cuando sabía que él no estaría allí. Sin Ichigo no sería lo mismo, eso estaba claro. En mi cama se estaba muy bien y demasiado cómoda como para salir, más aún al recordar lo que había sucedido horas antes allí mismo.

¿Qué pasó? Su ternura y su cálida mirada me tenían desconcertada, abrumada. Sentía que cada segundo que pasábamos juntos me gustaba más. No, eso no era nada bueno para mí, yo lo sabía, ¿pero qué hacer? No podía dejarlo, no quería dejarlo... Tras su triste relato de ayer me sentía más unida, no quería ni deseaba romper esa conexión, aunque para él yo no fuese nada. Una parte de mí se sentía decepcionada al comprobar que Ichigo no había dormido conmigo. No, salió de la cama minutos después de que acabásemos de tener sexo... ¿Por qué ahora esa palabra me suena tan fría y distante? Estaba demasiado confundida, tal vez era bueno para mí que él se hubiese ido. Tendría tiempo para pensar y recuperar un poco todo lo que estaba perdiendo por estar con él. Me incorporé y observé mi habitación. Sonreí, la echaba de menos, mi cama pequeña, un simple armario y una mesilla auxiliar. Todo decorado en tonos morados, muy diferente a la que tenía en casa de los Kurosaki. Aunque la habitación de aquella casa era humilde, se percibía que la posición económica era diferente en el tipo de muebles.

A pesar de todo, me gustaba más la mía. Aunque aquella tenía algo bueno... estaba en la tercera planta, en la misma que Ichigo... Con pereza, me levanté y fui hacia la ducha arrastrando los pies. Todo me pesaba, me sentía muy cansada y agotada, sobre todo desanimada. ¿Por qué tenía que sentirme así? Ichigo se iba por unos días, pero yo cuando me fuese lo haría para siempre, no podía dejarme llevar por esta tristeza que parecía consumirme ahora, no, yo no era así. Tras una relajante ducha, me vestí con el uniforme y me dispuse a desayunar... En la mesa había una nota y un sobre... Mi corazón volvió a vibrar emocionado, era de él.

"Rukia, aquí le dejo algo de dinero. Supongo que aún no habrá cambiado el cheque y no me gustaría que se fuese en autobús. Tome un taxi y llegue directo a mi casa... No se porte mal, y sobre todo no olvide de quién es y a quién pertenece. Estaba hermosa cuando la he dejado. Atentamente: Ichigo Kurosaki."

Y de nuevo quise gritar y golpearlo... también besarlo. ¡Que le pertenecía! ¡Que estaba hermosa! Dos palabras totalmente diferentes, cada una con un efecto diferente en mí. ¿Qué voy a hacer con él? Me volvería loca a causa de sus cambios de humor, lo sabía, pero nada en mí cambiaba, quería saber todo de su vida. Ichigo se abrió conmigo, me contó parte de su calvario, tal vez cuando terminase de confiar en mí, sus cambios de humor también cambiarían y todo sería más fácil, ¿o no? Con él nunca sabía. El maldito cheque estaba guardado en un cajón, el día que me fuese le devolvería todo lo que él me hubiese dado. Si no se daba cuenta antes de cómo era yo, se daría cuenta el último día. Decidí tomarme un café y despejarme algo la cabeza. Pensar en él siempre me llevaba a lo mismo... Me eché un café no muy cargado y disfruté de él en mi pequeña cocina. Cuando ya hube acabado y estaba a punto de salir de casa, Hisana me llamó.

—Hola —contesté secamente. Ayer, justo antes de que Ichigo llegase, tuvimos una gran bronca por el celular.

—¿Dónde estás? —Parecía triste y arrepentida. Sería mejor olvidar la discusión.

—A punto de salir de casa, no te preocupes que llego a tiempo. Voy hacia la parada del autobús.

—Rukia —suspiró y entonces supe que iba a disculparse—: siento lo de ayer, pero no saber de ti desde el sábado en la fiesta me tenía mal.

—Hisana, ambas sabemos que es porque piensas que estuve con Renji.

—Y fue así, ¿no? El señor Ichigo Kurosaki me avisó que él te buscaba el sábado en la noche. Yo misma le dije dónde te encontrabas. Suspiré, ¿cómo decirle que estaba demasiado equivocada? Si para ella estar con Renji era malo, ¡qué diría de Ichigo!

—Hisana, te voy a decir algo: no estuve con Renji, pero si hubiese estado no es asunto tuyo. Por favor, deja de tratarme como si aún fuese una niña. Yo no interfiero en tu vida, como hermana te puedo y me puedes dar consejos, pero no órdenes.

—Lo sé. Es sólo que no quiero que te hagan daño. Se pasa muy mal, sólo trato de protegerte —yo sabía que eso era así, pero ella debía entender las cosas.

—Bueno, nos vemos ahora. Olvidemos el tema. Ahora llegaba la hora de trabajar, en una casa vacía... sin él.

Pvos: Koga Kuchiki

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Como cada lunes, me sentía reventado. Pasé todo el fin de semana de fiesta con Senna. Fiesta, sexo y alcohol una mezcla demasiado explosiva que hacía mella en los lunes. Aún faltaba lo peor: lidiar con Riruka. Si ya peleábamos bastante el resto de la semana, ¡los lunes... uf! Apoyado en el auto, la vi venir. No venía como siempre, su rostro reflejaba cansancio y no altanería como de costumbre.

—Buenos días, señorita Riruka.

—Serán buenos para ti —respondió sentándose en el auto, a mi lado. A ella le gustaba observar todo de cerca, y a mí para qué engañarnos, me ponía mucho sentirla justo a mi lado. Esa mujer era exquisita pero a la vez demasiado soberbia.

—A clases, ¿verdad? —pregunté sentándome a su lado, encendiendo el auto.

—¿A ti qué te parece? Todas las mañanas la misma pregunta, ¿por qué? ¿A caso no has aprendido aún?

—Bueno, no sé, tal vez alguna mañana le gustaría ir a otro lugar. Sentí su mirada fija en mí y me giré para verla.

—¿Dónde me llevarías tú? —Su pregunta me desconcertó. En sus labios había una sonrisa orgullosa, una sonrisa que deseaba borrársela a bocados.

—No quiero perder mi empleo por responder a una pregunta —dije con sinceridad—. Hoy parece más apagada de lo habitual, ¿se encuentra bien?

Mi pregunta pareció sorprenderle bastante. Sentí su cuerpo tensarse, pero aun así habló:

—Un hombre me está robando el sueño —respondió con tristeza—. Todo es demasiado complicado... Él no es para mí, aun así no puedo apartarlo de mi cabeza. ¿Quién será ese hijo de puta? Más me sorprendía que ella me confiase eso a mí. Así de mal estaría...

—¿Él lo sabe? —pregunté conteniendo la rabia. Esa mujer parecía desear a todos menos a mí, ¡yo sólo quería un maldito polvo!

—No, es demasiado bruto como para darse cuenta. Además, sé que está con otra —cuando volví a mirarla, sus ojos estaban clavados en mí. Una mezcla de rabia y tristeza vislumbré en ellos—. Es una zorra estúpida, esa son la clase de mujeres que le gustan a él.

Entonces, vi que una lágrima se derramó por su mejilla. Rápidamente estacioné el auto a un lado, y me giré hacia ella. Se veía tan vulnerable, jamás la había visto así antes. Eso me entristeció bastante.

—Señorita, no llore, tal vez no merece la pena. Me ha dicho que no puede ser, ¿por qué? Me observó muy sorprendida, y más lágrimas se derramaron por sus mejillas.

—Porque yo soy muy rica, y él no es nada. No me puedo permitir estar con alguien así, ¿qué dirían mis amigas? —Sus mejillas ya estaban bañada en lágrimas.

Sentí ganas de zarandearla, siempre tan superficial esa mujer. Al mismo tiempo sentí pena por ella, ¿tanto dinero para qué? Para ser desdichada como era... Tratando de consolarla, me incliné hacia delante y limpié sus lágrimas. Su mirada se clavó en mis labios, tuve que ocultar un gemido. Me puse demasiado duro al tenerla tan cerca. Riruka necesitaba consuelo, pues yo se lo daría. Un segundo más tarde mis labios estaban estampados en los suyos, besándolos con pasión. Ella pareció contenerse un instante, pero al siguiente ya me estaba comiendo la boca con el mismo fervor. Sus labios eran muy suaves, a la vez que exigentes, entonces supe que el día que tanto esperaba había llegado. Sí, iba a echar ese polvo con la exquisita Riruka Kurosaki.

Pvos: Kuchiki Rukia

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Alrededor de las siete de la tarde ya me sentía como una mierda. Ya había servido el desayuno, el almuerzo y la merienda. Doblado la colada y la compra hecha. Sólo me quedaba servir la cena, pero ya estaba harta en el día de hoy. ¡Todo es aburrido! Y no tenía que pensar demasiado para saber porqué... Lo extrañaba, ¡mierda, sí! Demasiado...

—Qué callada estás hoy —comentó Senna. Le dediqué una mirada asesina. Aún no se me olvidaba que a ella le gustaba él...Encima estaba con mi hermano. ¡Zorra!

—Tú qué sabrás. No me conoces de nada.

—Para mi desgracia tu hermano habla mucho de ti. Dice que nunca callas. Rukia, no sé por qué motivo no te caigo bien, para mí tú tampoco eres santo de mi devoción. No entiendo a qué viene tu actitud conmigo. ¿Qué te he hecho?

Qué cínica.

—Mira, Senna, como has dicho, no me caes bien, no. Así que lo mejor será que únicamente hablemos del trabajo —en esos momentos, Hisana entró en la cocina. Senna me miró con cara de asco y continuó recogiendo.

—Rukia, llevo un buen rato buscándote, ¿dónde estabas?

—Doblando su ropa, sentada en su cama... quise decir. Sí, me pasé un buen rato arreglando su habitación y sus cosas, suspirando por él.

—Con la colada, ¿para qué me buscabas?

—¡Te han llamado de la universidad! ¡Te han aceptado en Phoenix! —Emocionada, pegué un salto y me lancé a sus brazos. Cuando eché la matricula tiempo atrás, me dijeron que quedaba de reserva en Phoenix, si alguien se marchaba yo sería la siguiente. De lo contrario tendría que estudiar en Port Angeles. Pero Phoenix, me parecía mejor opción. —Allí empiezan el uno de septiembre. Así que ve poniéndote las pilas, ya estamos a veintidós de junio. Aprovecha en tus ratos libres —sonreí de emoción hasta que recordé que al viajar más lejos, no me podría cruzar con ciertas personas de causalidad en las calles... Entonces una punzada de tristeza de apoderó de mi pecho, menos tiempo para estar con él. Ya no nos volveríamos a ver—. ¿Estás bien?

Miré a Hisana intentando parecer serena. —Emm sí, sólo es la emoción —contesté con una sonrisa forzada—. ¿Lo sabe Koga?

—Se lo acabo de decir. Hoy no sé qué le pasa, está de un humor excelente —Senna nos observaba divertida.

—Será por mí, he conseguido hacerle sonreír mucho el fin de semana. La muy estúpida burlándose de nosotras, se marchó.

—Te juro que la odio —le dije a Hisana antes de continuar con mis tareas.

El martes, miércoles, jueves y hoy viernes, fueron los días más horribles que tuve en casa de los Kurosaki. Me pasaba el día agobiada, sólo esperando que llegase el sábado por la noche para salir huyendo de allí, y refugiarme en la soledad de mi casa. A lo largo de los días tuve dos broncas más con Senna, esa estúpida se metía donde no lallamaban. Incluso hablé con Koga para preguntarle qué mierda le veía, pero él parecía tan feliz que ni le dio importancia, ¿por qué estaría así mi hermano? Con Hisana fatal: me pasé los días consolándola cada vez que el estúpido de Kaien aparecía en casa con su prometida, Miyako. Yo ya no sabía cómo decirle que pasara de él, pero el amor no entendía de razones, o eso decía ella. Luego estaba Riruka, casualmente esta semana estaba más irritable que de costumbre, esta semana que era cuando yo menos paciencia tenía. Tenía un humor de perros en un momento y al siguiente parecía melancólica. ¿Quién la entendía?

—Aquí tienen el té, señores —Masaki e Isshin me sonrieron con complicidad, antes de empezar su rutina de la tarde. Cuando ya estaba a punto de salir de la sala, el teléfono sonó.

—Rukia, por favor, ¿puede atender? Asentí, mientras marido y mujer continuaban con su charla. —Casa de los Kurosaki —respondí educadamente, como me enseñaron.

—Señorita Kuchiki —lo oí respirar y quise morirme. ¡Es él! Tantos días sin oírle, sin verle... Sentí que un nudo me oprimía el pecho de la emoción, ¿por qué me siento así?

—Sí —fue lo único que logré decir, entonces lo oí suspirar de nuevo. Un silencio extraño, se apoderó de nosotros. Tras un largo suspiro volvió a hablar:

—Quiero que esté atenta. Si hay alguien en la sala dígale que se han confundido y por favor, llámeme ahora mismo a mi celular. No tengo su número de teléfono y no tengo forma de localizarla, esta es la única opción, ¿me ha entendido? No tarde.

—Las últimas palabras fueron más una orden. Pero yo no sentía deseos de llevarle la contraria. ¡Mierda, muero de ganas por hablar con él! Más aún después de haber llamado por mí, cuando yo sabía que él no se había puesto en contacto en todos esos días atrás con su familia. ¡Y ahora llama por mí!

—Lo siento, se ha equivocado —Isshin y Masaki se volvieron hacía mí. ¡Qué nervios!—. Se han equivocado.

Ambos asintieron y yo como pude, salí corriendo de allí hacia mi habitación. Cuando llegué, estaba prácticamente asfixiada y con nervios, marqué su número.

—Soy yo —respondí cuando descolgó.

—Hola —su voz era tremendamente sensual. Quería tenerlo conmigo.

—Hola.

—Me dijo que me extrañaría, sin embargo no me ha llamado —su voz ahora sonó dura. ¿Que lo llamase? ¡Tenía miedo de hacerlo! No sabía cómo él lo tomaría. Tenía claro que Ichigo me deseaba, ¿querrá algo más? No, con él esas cosas no funcionaban. ¿A qué viene pensar eso? Él estaba loco y me volvería loca a mí.

—Con usted nunca sé qué hacer —confesé con tristeza—. Pero sí, lo extraño.

Suspiró muy fuerte, ¿qué es eso? ¿Esperaba qué lo extrañase?

—Tengo ganas de verla —una lágrima rodó por mi mejilla, yo también quería—. ¿Sigue ahí?

—Sí —respondí con la voz rota. Sus palabras tuvieron un fuerte impacto en mí. Algo que sabía que no era bueno.

—¿Se encuentra bien? —Más lágrimas.

—Sí.

—Cuénteme qué ha estado haciendo —¿por qué se preocupa por mí? ¡No! Así no dejaría de llorar. Traté de tranquilizarme, limpiándome las lágrimas. Con un largo suspiro, al fin hablé:

—Lo de siempre. ¿Qué tal le va a usted?

—No muy bien. No encuentro lo que quiero, tampoco sé lo que busco —el corazón me latió frenéticamente. ¿Qué me decía? ¿Buscaba a otra mujer?

—No entiendo.

Otro largo suspiro.

—Tengo que preparar un reportaje fotográfico de publicidad para una empresa muy importante. No tengo idea qué clase de reportaje hacer, tampoco encuentro a la modelo indicada. La verdad no sé qué estoy buscando —parecía frustrado. Modelos, modelos, modelos. Ichigo estaba viendo a millones de mujeres... ¡mierda, sí! Me sentía celosa...

—Ah... ¿Qué hacen los otros...? Más suspiros extraños.

—La verdad, nada. Se pasan el día de fiesta, siento que estoy perdiendo mi tiempo —contestó aburrido—. El reportaje sólo saldrá aquí, en España. He hablado con los empresarios, pero lo dejan todo en mis manos. Quieren algo sexy y distinto, ¿sugiere algo? Ichigo sonrió, yo como boba también. Hablábamos como dos amigos, un paso más...

—Hm... a ver —suspiré pensativa—. Algo sexy y diferente: ¿la chica del servicio?

—No la entiendo.

Sonreí. Una más de mis locuras.

—Una chica del servicio, así como yo, con un traje más sexy claro. Creo que sería un reportaje diferente, a la vez atrevido. Que Uryuu o tu socio busquen a una modelo guapa, y listo —enfaticé la última frase... Que él no buscase a la modelo, ¡tonta! Quedó callado largo rato.

—¿Tan mala ha sido la idea? —pregunté divertida.

—Es perfecta —¿qué?—. Sí, podría funcionar. Nunca hemos lanzado un reportaje así. Reí divertida, con seguridad Ichigo estaba loco, y yo a un paso de él.

—¿Cuándo volverá? —Cuando tenga a la modelo —su voz sonó muy cálida. Quería y necesitaba verlo.

—¡Yo misma! —Bromeé. Tras lo que pareció un eterno silencio, habló de nuevo:

—¿Le haría ilusión? —Por tenerte de vuelta pronto, lo que sea... quise decir.

—Una nueva experiencia, ¿por qué no? Sabe que me encanta experimentar en la vida, sería emocionante, sí —respondí con burla—. ¿Sigue ahí? Parecía demasiado callado y pensativo.

—Rukia, quiero que haga algo ahora mismo —"Rukia"... Iría por él a España ahora mismo—. Vaya a mi habitación, pase por el pasadizo y entre en mi despacho. Allí como sabe, hay varios ordenadores, coja uno y lléveselo a su habitación sin que nadie la vea. Quiero verla ahora mismo. Dios mío.

—¿A-ahora? Aún no he terminado —lloraría de nuevo. Ichigo quería verme, yo también a él.

—No tarde demasiado, sabe que no soy un hombre paciente. A estas alturas, yo tampoco lo era.

—No tardo. Voy a darle a Hisana una excusa.

Saltando de alegría, me tumbé sobre la cama. ¡Iba a verlo! Sabía que Ichigo tardaría en volver más, al parecer, y por eso quería verme ahora. ¿De qué hablaría con él? ¿Importaba? Sólo necesitaba verlo. Cuando me calmé de mi ataque de felicidad, pensé un poco en todo lo que me estaba sucediendo en relación a Ichigo. Todo parecía demasiado intenso si se trataba de él. Sentía que empezaba a gustarme más de lo que debería. Sabía que todo sería pasajero... Yo era la chica del servicio, él mi jefe, con novia... ¡Maldita sea, un día volverá a tocarla! Ese pensamiento era insoportable, no soportaría verlo con otra mujer. No, lo quería para mí sola, ¿por qué? No me agradaba el rumbo que empezaban a tomar mis pensamientos, mis sentimientos... Yo sabía perfectamente que podríaenamorarme de él... También sabía que Ichigo jamás podría enamorarse de mí. ¿Por qué no huyo ahora qué él no está? Sólo quería mi cuerpo, y a su causa mi corazón podría quedar hecho añicos... Pero a pesar de todo, no quería irme, no aún. Todo parecía controlado, me gustaba sí, pero el amor tardaba en llegar... Antes que llegase a mí, ya me habría marchado.

Pvos: Kurosaki Ichigo

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Loco me iba a volver si no la tocaba, si no la sentía... ¿Qué pasa con esa niña? "Con usted nunca sé qué hacer. Pero sí, lo extraño..." Sus palabras me aliviaron más que nada en el mundo. Esa niña con cara de ángel, era como una droga para mí y sentía que eso no empezaba a ser bueno. Me estaba obsesionando con ella, los días sin verla eran una tortura, para mayor dolor, no llamaba. Desesperado arriesgué llamando a mi casa, necesitaba oír su voz, su simpatía, su alegría... Luego la propuesta de modelo... Jamás hubiese permitido que ella modelase para otros. No, esa idea no me gustó, Rukia era mía y sólo mía. Pero pareció tan emocionada con la propuesta que hasta yo cedí por hacerla feliz. ¿Qué podría tener de malo? Sólo sería una vez, conmigo junto a ella, y la revista solamente saldrá en España. No tendré que ver a nadie suspirando por Rukia, y parecía emocionaba con la idea. De esa forma podría volver hoy mismo, hacerla mía como a mí me gustaba, para sentirme satisfecho, para sentirme pleno... ¿Qué mierda me está haciendo Rukia? Cuando salía de su casa y volví a observarla, se veía tan hermosa y apetecible que hubiese dado cualquier cosa por quedarme junto a ella, ¿por qué la besé de forma diferente? Incluso sentí ternura ¿Por qué me pasa eso con ella? Con rapidez, empecé a guardar todas mis pertenencias. Mi estancia en el centro de Madrid, acababa hoy mismo. Ya me era suficiente tortura... ya lo tenía todo.

—Ichigo —me llamó Hirako a través de la puerta. Cabreado, lo hice pasar. Esperaba la llamada de Rukia, quería estar solo—. Yo también me alegro de verte, eh. ¿A qué viene esa cara?

—¿Qué quieres?

—Uryuu y yo vamos a tomar algo, ¿vienes? Deja un poco la habitación de hotel.

—Salgo en un rato —dije secamente. Hirako me observó confuso—. Vuelvo a mi casa, ya tengo todo listo. Tú y Uryuu podéis hacer lo que os dé la gana.

—¿Y reportaje? —El celular sonó, era ella...

—Hirako, necesito salir cuanto antes, por favor déjame solo —dije exasperado—. Para el reportaje lo tengo todo, mañana en mi casa te explico. Si volvemos juntos, os lo cuento durante el viaje.

—¿A qué viene todo esto? —El celular continuó sonando—. ¿Te llama de nuevo Orihime? No le hagas caso, es una pesada. Quédate y disfruta.

—¡Vete! —grité furioso—. Maldita sea, Hirako, sal ahora mismo. Lo único que deseaba en esos momentos, era hablar con ella...

Pvos: Kuchiki Rukia

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No me contestaba, ¿por qué no lo hace? Me pide que lo llame, pero no me respondía. ¿Estará arrepentido? Decepcionada y dolida me senté sobre la cama, un segundo más tarde el celular sonó. Era él... Otro vuelco en el corazón.

—Dígame, ¿qué hago?

Mientras seguía sus instrucciones, todo me tembló. No sabía qué le diría, tampoco que me dirá Ichigo. Después de cinco largos días volvería a verlo, y eso hacía que me sintiese muy nerviosa. Quería verlo, estar con él, cederme toda a su voluntad. Sentada en la cama frente al portátil, esperando que su imagen se proyectase, ¿podré contenerme para no gritar cuando lo vea? Finalmente, me contuve cuando él apareció frente a mí en la pantalla. Temblé por el anhelo de sentirlo a mi lado. Llevaba una camisa negra de botones... y corbata blanca. Se veía más hermoso que nunca... lo necesité conmigo.

—Hola —le sonreí ampliamente. Se veía cansado, aunque hermoso. Serio y distante como siempre, pero algo distinto.

—Se ve cansada.

—Sólo un poco —mentí—. Usted tampoco tiene buena cara. Asintió con pesar. Quise gritarle que volviese, que lo extrañaba demasiado...

—¿Ha cerrado la puerta con el seguro? —Asentí confusa—. Por favor, desnúdese.

—¿P-para qué? —pregunté sobresaltada. Me observó con una media sonrisa, dejándome anonadada. Entonces alzó una ceja.

—¿Usted qué cree?

—No, no, señor Kurosaki —lo rechacé juguetona—. Yo no me presto a ese juego.

—Rukia.

Fui mala, perversa, quise torturarlo. Con descaro, me tumbé boca abajo frente a la pantalla. Le dejé una magnifica vista de mi escote, y balanceé mis piernas juguetonas hacia arriba y hacia abajo, haciendo que mis nalgas quedasen expuestas. Se tensó aún más, no pude evitar sonreírle coqueta... lo deseaba demasiado.

—Rukia, por favor tenga piedad—me derretí, me suplicaba. ¿Cómo decirle que no?—. Quiero verla desnuda ahora mismo, por favor.

—Sólo conseguirá aumentar su agonía —respondí con un suspiro, dejando todo movimiento sensual de lado—. Usted está lejos, no me va a poder tocar. ¿De qué va a servir?

—Me aliviará. Quiero que se toque para mí. Me senté de golpe sobre la cama. ¿Que me tocase para él? No, yo no podía hacer eso.

—Rukia, se lo estoy pidiendo por favor —parecía necesitado, muy necesitado...

Tanto que me suplicaba. Con las manos temblorosas, me posicioné de rodillas frente al ordenador. Su mirada se volvió más penetrante, su mandíbula se apretó con intensidad. Sonriéndole, comencé a desnudarme.

—Como quisiera desnudarla yo —temblé aún más. Yo también deseé que lo hiciera, que me hiciera suya como sólo él sabía y podía hacerlo—. Su cuerpo me tortura noche y día.

Su cuerpo... Sólo mi cuerpo. ¿Cómo decirle que eso no es lo único que yo extraño de él? Que echaba de menos sus broncas, sus cambios de personalidad, su sonrisa... Esa que me regaló ese domingo cuando parecía tan despreocupado. ¿Cómo decirle que lo echo todo de menos de él? Por ese camino iba mal... Continué desnudándome perdida en mis pensamiento, a Ichigo cada vez lo sentía más tenso. Se encontraba sentado tras un escritorio, sólo podía verlo a él y a la pared que tenía en sus espaldas. Veía el escritorio y su cuerpo de cintura hacia arriba. Un escritorio marrón oscuro, de madera gruesa. Cuando ya estuve totalmente desnuda, me senté sobre las rodillas. Lo observé con recelo, ¿ahora qué?

—Su cuerpo es un pecado —susurró con voz sensual, haciendo que me estremeciese—. Túmbese hacia atrás y abra las piernas para mí. Luego tóquese despacio.

Me era difícil controlarme, nunca antes hice una cosa así. Aunque el estímulo que tenía delante bastaba para que yo sintiese placer. Con sensualidad hice lo que me pedía. Me tumbé muy lentamente, abrí las piernas y llevé la mano hasta mi sexo. ¡Ah! No pude evitar gemir ante ese contacto, necesitaba imaginarme que era él quién me tocaba... y luego me tomaba.

—Joder —gruñó a medida que me yo misma me acariciaba con más ímpetu, retorciéndome de placer frente a la pantalla—. Dígame qué piensa.

—En usted —confesé entre gemidos acariciando mi clítoris en círculos. Todo era tan extraño como excitante, sentí su mirada fija en mí, encendiéndome muchísimo—. Pienso que es usted el queme está tocando, para luego hacerme suya...

—Rukia, qué tortura... —jadeó. Busqué su imagen en la pantalla, pero ya sus manos no estaban ahí... Ichigo también se estaba tocando. Temblé por la necesidad de tocarlo, por la ansiedad de ser yo quién aliviase su tortura, su frustración—. Pellizca tus pechos, por favor.

Consumida por la lujuria, y por el deseo de saber que él se estaba tocando por mí, pellizqué mis pechos con delicadeza sin dejar de tocar mi centro, torturándome a mí misma. Mi cuerpo ya no soportaba la tensión, eran varios días sin verlo, anhelándolo demasiado.

—Quisiera tenerlo aquí. Quisiera tocarlo, me hace falta —confesé jadeante. Me observó con más intensidad y sentí que a través de la misma pantalla me perdía en su mirada tan avellana, en esa mirada que a veces parecía necesitarme. ¿Es posible?

—Yo también —jadeó aumentando el ritmo de su mano. Todo me dio vueltas. ¿Él también, qué? ¿Quiere tenerme allí? ¿Quiere tocarme? Pero lo que más deseó mi corazón, es que me estuviese diciendo que también me echaba en falta, que también me echaba de menos—. Introdúzcase un dedo y acabe con esta agonía.

Temblando, así lo hice. Me introduje un dedo, luego otro y sentí que moría de placer. Por el placer de tocarme, por el placer de complacerlo, por el placer de sentirlo tan necesitado de mí...

—Hmm... —jadeé sintiendo cómo todo mi cuerpo se contraía. Con más ansiedad introduje otro dedo, pero no soporté más la presión. No cuando Ichigo estaba explotando delante de mí, a través de la maldita pantalla del ordenador—. Ichigo...

Entonces sentí cómo me desplomaba hacia el vacío, cómo me rompía en mil pedazos liberando el orgasmo más extraño que tuve por él. Jadeante, observé a la pantalla buscando la mirada de Ichigo. Sonreí al verlo complacido... Sí, ya me gustaba demasiado ese hombre.

—Señorita Kuchiki, no tengo más tiempo. En unos días hablamos —tras esas palabras su imagen desapareció de la pantalla. Me dejó desconcertada por su actitud tan fría y distante conmigo, no lo entendía, no después de lo que acabábamos de compartir. Quise llorar por su culpa, acababa de utilizarme y se iba sin más... Era un maldito cerdo.

Al fin de nuevo en mi habitación... Todas las imágenes de horas antes volvían a mí. Ya eran las once de la noche, pero no me llamaba, no se disculpaba por su frío comportamiento conmigo. De nuevo todo mal, ¿qué puedo esperar de él?

Aturdida, me moví al sentir que algo aprisionaba mi cuerpo. Con pereza intente moverme, pero no pude... Un momento después sentí que me abrían las piernas. Asustada, abrí los ojos aún adormilada... Un hombre, había un hombre sobre mí, con su cara enterrada en mi cuello. Fui a gritar llena de pánico, pero su mano tapó mi boca... Un momento, ¿esa mano? No, no podía ser.

—Shh, soy yo —su aliento en mi cuello. Gemí y me abracé con fuerza a su cuerpo. Ichigo estaba de vuelta, de vuelta entre mis brazos—. Siento haberla asustado. Su voz sonó tan extraña que me hizo estremecer. No era un sueño, estaba aquí...

—Estás aquí —susurré apretándome más fuerte contra su cuerpo. Acaricié su cabello entre mis dedos, ¡lo necesitaba! Ichigo también se apretaba contra mí, muy tenso pero a la vez muy cálido, gesto que me extrañó viniendo de su parte. Igual era extraño que me dejase abrazarlo de esa manera. En mi abrazo había ternura y sentimiento, pero aun así no se apartó. Podía sentir su respiración en mi garganta, eso me agradó demasiado—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es?

—Las siete de la mañana —respondió dejando un reguero de besos en la base de mi garganta. No pude ocultar un gemido al sentirlo así. Todo me dio vueltas—. Ya nada me retenía allí. Tengo todo lo que necesito para el proyecto, pero supongo que ahora no es el momento de hablar de ello, ¿verdad?

—No —musité enredando las piernas en torno a su cintura—. En apenas una hora comienzo la jornada, pero necesito sentirlo dentro. Ahora, por favor. Ichigo levantó la mirada hacia mí y mi corazón latió frenéticamente. Parecía angustiado y aturdido, ¿por qué?

—¿Por qué siempre me recibe así? —preguntó intensamente—. Soy brusco, frío y distante con usted. Sin embargo en todo momento me recibe con una sonrisa, nunca pide nada a cambio. Dime por qué. Inspiré temblorosa. ¿Qué clase de pregunta es esa? Yo tampoco conocía la respuesta.

—No lo sé. Él se calló, no dijo nada y lentamente comenzó a desnudarme. Esta vez no todo era precipitado, había calma en cada uno de sus movimientos. ¿Qué está pasando? —No me toque así, por favor —supliqué temblorosa.

—¿Qué ocurre? —Terminó de desnudarme, y comenzó a desnudarse él. Quise hacerlo yo, pero me sentía perdida y confusa. No fui capaz de moverme.

—Me desarma —confesé. Ichigo gruñó, en un segundo estuvo completamente desnudo cubriendo mi cuerpo. Con demasiada delicadeza, empezó a adentrarse en mí.

—Dios, cuánto necesitaba sentirme así —jadeó profundizándose en mi cavidad.

Sólo pude gemir de placer. En esos momentos no fui capaz de hablar, no cuando me trataba con demasiada delicadeza. Con embestidas lentas y sensuales se fundió en mí una y otra vez. No dejó de observarme en ningún momento. Acaricié su espalda con ternura y miré esos labios que tenía tan cerca de mí, pero que no eran míos. Me estremecí con cada lenta estocada, más aún cuando su mano acarició mi pecho con demasiada delicadeza, como si fuese a romperme. ¡Mierda! Quise llorar. Demasiadas emociones en un solo día.

—Béseme —suplicó entre jadeos, tomándome con mucha suavidad. Lo miré aturdida—. En los labios. —Morí, sentí que lo hacía. ¿Qué pasaba? ¿Qué? Temblando, acuné su rostro entre mis manos y con dulzura, pegué mis labios en los suyos.

Lamí el contorno de sus labios, tenté a su lengua. Ichigo se tensó, las embestidas se hicieron más prolongadas, más rápidas, pero siempre suave. Su mano acarició mi pezón con fervor y entonces, abrió sus labios para mí y me besó. Me besó de una forma tierna y cálida, llena de dulzura. Una lágrima rodó por mi mejilla, no, eso no era bueno para mí... Mi corazón latió frenéticamente, asustado, rogándome que me alejase de él antes que fuese demasiado tarde. Con dolor tuve que admitir, que ya lo era.

—Rukia —jadeó sobre mis labios, mordiéndolos, un segundo más tarde volvió a besarlos con ternura. Su lengua y la mía bailaban una danza lenta y sensual, se buscaban, se deseaban a cada segundo. Sus labios aclamaban con fervor la atención de los míos. No dejó de moverse, de invadirme, de adentrarse en mi interior mientras me besaba. Rompiendo mis esquemas, por su extraño comportamiento. ¿Por qué se comporta así? ¿Por qué hoy?

—Te he extrañado —confesé temblorosa. Sentí cómo Ichigo tembló, y acto seguido me embistió con más posesión, más anhelo. Con estocadas cortas y rápidas, pero no salvaje, aunque pude sentir su frustración de nuevo. Sus besos se volvieron más exigentes y calientes. Me estaba muriendo por el placer de sentirlo tan completamente mío, por primera vez.

—Rukia, no puedo más —gruñó suplicante.

Lamiendo su lengua, sonreí... Parecía estar resistiéndose ante algo. Y yo deseaba ser ese algo. Intentando llenar nuestra agonía, levanté las caderas para salir a su encuentro, para sentirlo en lo más profundo de mí. Me tensé envolviendo su miembro en mi interior. Ichigo gruñó, jadeó, mordió mi labio para no gritar, para contenerse, entonces me llenó de él.

—Ichigo —gemí tontamente sobre sus labios al sentir cómo todo mi cuerpo convulsionaba debajo del suyo, dejándome sin fuerzas.

Volví a abrazarlo de nuevo con posesión, no deseé que se acabase ese momento, qué dulce y tierno fue todo. Suspiró sobre mis labios, pensé que se apartaría, pero cuando dejó de besarme, me miró directamente a los ojos. Un temblor invadió todo mi ser ante su mirada tan llena de ternura.

—Dígale a su hermana que se encuentra mal —murmuró apoyando la cabeza en mi pecho—. Necesito dormir un poco con usted.

Temblorosa, acaricié su cabello. ¿Qué le está pasando? Acababa de besarme mientras teníamos sexo, cosa que nunca hizo antes. Luego su forma tan tierna en todo momento, y ahora me pedía que durmiese con él. ¿Me necesita?

—A-aquí estaré —prometí temblorosa. Todo llegaba demasiado lejos. Demasiado para cuando me fuese tener que dejar todo eso atrás, incluido él..

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la chica del servicio (ichiruki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora