Capitulo 6 "Muro de piedra"

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Pvos: Kuchiki Rukia

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Pvos: Kuchiki Rukia


Ichigo estaba completamente loco. Tenía a Renji inmovilizado en el suelo con las manos hacia atrás. ¿Qué coño le pasa? Todo esto era ridículo, ¡qué yo soy suya, decía! Ese hombre parecía haber salido de una película de terror. Quería golpearlo, me sentía indignada. El pobre Renji tenía sus ojos marron rojizo desorbitados observando a Ichigo con temor.

—Señorita Kuchiki, suba al coche —me ordenó descaradamente. ¡Una mierda!

—Rukia, ¿quién es éste tipo? ¡¿Qué mierda le pasa?! —gritó Renji intentando soltarse del agarre de Ichigo, pero parecía imposible.

Dejándonos sorprendidos a Renji y a mí, Ichigo lo había lanzado al suelo, dejándolo sin movilidad alguna.

—¡Suéltalo de una maldita vez! —Le grité a Ichigo furiosa, zarandeando su cuerpo. Pero no parecía oírme en esos momentos. Sus ojos estaban fijos en Renji, arrodillado sobre la espalda de éste, sujetando sus manos con fuerza—. ¿No me oyes? ¡Te digo que lo sueltes, joder!

Los ojos de Ichigo volaron hacia mí, y lo que vi en su mirada me hizo temblar. Parecía realmente peligroso.

—¡Hijo de puta, suéltame! —Renji se debatía, pero era imposible.

La expresión de Ichigo era terrorífica, ¿por qué todo esto? Me sentía tan confundida... Una parte de mí deseaba golpearlo hasta hacerle entender que era un salvaje, y que Renji no merecía algo así. Otra parte de mí tenía ganas de abrazarlo, para me explicase su pasado... Tal vez de esa forma podría entender algo más de él, y su extraño comportamiento. El lugar empezó a llenarse de curiosos, pero a Ichigo no parecía importarle nada. Yo cada vez me sentía más avergonzada ante la situación en la que nos encontrábamos.

—Renji —dije con tranquilidad—, él es Ichigo Kurosaki... Mi jefe. Creo que te ha confundido con un bandido, ¿no es así, señor Kurosaki?

—¡Entonces qué me suelte ya, joder! —en esos momentos sentí pena por mi amigo. Sin haberme dado cuanta lo había involucrado en esa pelea. Sentí miedo por lo que podría pasarle... Me arrodillé ante él y acaricié su cabello azabache entre mis dedos. Necesitaba calmarlo.

Sentí la mirada de Ichigo clavada en mí, pero no me importó, y entonces todo ocurrió demasiado deprisa. Ichigo dio la vuelta a Renji bruscamente y lo golpeó varias veces con el puño en la mandíbula, arrancándole a Renji un grito entre la rabia y el dolor. Renji era tan corpulento como él, pero la rabia de Ichigo le podía.

—¡Mierda! ¿Estás loco? ¡Suéltelo ahora mismo!

—Suba al coche Rukia, voy a soltarlo —Rukia, Rukia... ¡Maldita sea! ¿Por qué sonaba tan intenso incluso en esos momentos tan aterrada como me encontraba?

—No —respondí firme y arrogante.

Sin previo aviso, Ichigo soltó a Renji y me echó a sus hombros como un saco. Grité y pataleé como una histérica, pero de nada me sirvió... El imbécil de Ichigo me estaba encerrado en su auto para pelear con Renji libremente. Encerrada, grité y golpeé los cristales, pero todo parecía inútil. Ichigo y Renji se estaban golpeando en medio de la calle con muchísimas personas mirando, sin hacer absolutamente nada. Parecían animales salvajes. ¿Qué diablos está pasando? Asustada y horrorizada por la pelea, me tapé la cara con las manos para no ver nada más, ¿qué puedo hacer? Al volver a mirar por la ventana del auto todo estaba paralizado... Ichigo y Renji memiraban desde la distancia, observando cómo yo empezaba a llorar desesperadamente por lo que estaba ocurriendo. Sus miradas se encontraron y ¿hablaban? mientras se acercaban a mí. Cuando estaban a escasos pasos de donde yo me encontraba, pude ver que Renji tenía la mandíbula completamente hinchada, junto con sus pómulos... y sangraba. Ichigo también sangraba por la ceja y el labio inferior. ¡Mierdas! Cuando llegaron a mi lado, el coche se abrió automáticamente, salté de él para golpear a Ichigo en el pecho.

—¿Qué mierda te crees? —Sollocé buscando su mirada—. Te odio... te odio.

—Para —me advirtió sujetando mis manos entre las suyas.

—Kia, no sé qué coño tienes con este tipo, ¡pero es un loco! Puede hacerte daño, vente a mi casa, por favor. Este hombre es peligroso. Me solté del agarre de Ichigo y me limpié las lágrimas con coraje.

—Rukia —me advirtió Ichigo, una vez más. ¿Qué mierda quiere ahora?

—Renji, ¿de qué va todo esto? ¿Qué ha sucedido para que dejéis de pelearos como salvajes de pronto? —le pregunté buscando la sinceridad que sólo él podía darme.

—Elige —lo miré confusa, ¿qué me pedía? Ichigo y Renji se mataban con miradas asesinas, con sus puños engarrotados a ambos lados de sus cuerpos—. ¿Te vienes conmigo o te vas con él? Kia, me conoces bien y sabes que jamás te haría daño. Ya has podido comprobar como es él. No quiero saber qué coño te traes con este tipo, sólo quiero saber tu respuesta. Suspiré dándoles la espalda a ambos.

¡Renji está loco! A Ichigo en el fondo no le importaba a quién yo escogiese, él sólo quería mi cuerpo para sentirse dueño de él. Algo que pensándolo, dolía. Me giré de nuevo, y ahora sus miradas permanecían firmes en mí. No supe cómo, ni porqué, pero muy a mi pesar lo tuve claro.

—Renji, tengo que volver al trabajo. Mañana te veo, ¿sí?

De la forma más sutil, lo elegí a él... Aunque no lo merecía, aunque era un loco, aunque quizás me hiciese daño. No entendía porqué, sólo sentía que tenía que ser él. Miré a Ichigo y por un momento vi que sus ojos miel se volvían cálidos agradeciéndome el gesto, y en sus carnosos labios me pareció vislumbrar una pequeña sonrisa. ¿Lo estoy imaginando? Pero una vez más se ocultó tras esa mierda mascara que no me dejaba ver más allá de él. Renji se me acercó, me dio dos besos y se fue... La elección estaba hecha. Ya de vuelta en el auto, un silencio eterno se apoderó de ese pequeño espacio. Ichigo conducía en silencio, limpiándose las heridas con pañuelos desechables. Yo deseaba hacerlo, yo deseaba curarlo... pero no lo haría, él no merecía tal cosa de mi parte.

—¿Dónde va? —le pregunté al ver que no tomaba el camino de vuelta a casa.

—A comprar sus caprichos. Apreté lo dientes para no gritar, pero tuve que hacerlo.

—¡Tú no estás bien! —Sus ojos verdes al mirarme se oscurecieron—. ¿De verdad crees que voy a ir contigo de compras después del numerito que acabas de montar? Renji es mi amigo y lo quiero, no tenías derecho a...

—¡Cállese! —Asustada por su terrorífico grito pegué mi cuerpo a la puerta del auto, muy lejos de él—. Piensa qué le voy a hacer daño, ¿no es cierto? Jamás la tocaría, no de esa manera... Sin previo aviso, paró el auto en un lugar apartado, se bajó de él, adentrándose en el Webster Park. Acto seguido empezó a golpear todo lo que se encontraba en su camino: arboles, flores, papeleras y bancos de madera. Abrumada por su comportamiento tan agresivo, me bajé del auto y corrí tras él.

—¿Q-qué pasa? —Le pregunté temblorosa—. ¿Por qué se pone así? Señor Kurosaki, estoy aquí, por favor confíe en mí. Todos sus músculos se tensaron, su mirada volvió de nuevo hacia mí. Se veía triste, abatido y desconsolado, ¿qué pasa con ese misterioso hombre? Lentamente caminó hacia donde yo me encontraba, y no supe si huir o abrazarlo hasta la locura... En el fondo sentía unas inmensas ganas de consolarlo.

—Si me tiene miedo, ¿qué hace aquí? Fuera —no podía huir. En el fondo sentía ternura del hombre débil y derrotado que se encontraba ante mí en esos momentos. Me acerqué y acaricié su labio hinchado, que sangraba de nuevo. Sus ojos se cerraron con angustia, parecía disfrutar de mi contacto.

—No le voy a negar que me asusta —susurré limpiando su labio temblorosa—, pero una parte de mí me dice que nunca me haría daño... No físicamente.

—Físicamente —repitió abriendo los ojos, encontrándose con los míos. Desprendía tanta desesperación... Me contuve para no lanzarme a sus brazos, aunque me moría por hacerlo.

—Emocionalmente me lo ha hecho hoy. Aún no logro entender qué ha pasado por su cabeza para llegar a todo esto.

Pude ver tristeza en esos ojos tan hermosos. ¿Por qué?

—No quiero hablar de ello en este momento —se apartó dejando caer mi mano hacia el vacío, y se sentó abatido en un banco de madera. Quería saber más de él, de su vida y ahora parecía el momento. Me senté a su lado rozando mi pierna con la suya, y entonces me miró ¿con melancolía?

—¿Qué negocio tiene? ¿Cuál es su trabajo? —pregunté sonriéndole. Sus ojos se abrieron algo más.

—Tengo una agencia de modelos —asentí alentándolo a que continuase—. Mayormente de chicas.

—¿Cómo se llama? ¿Dónde está situada? —pregunté con interés—. Tal vez haya oído hablar de ella... Algo extraño ocurrió con esa pregunta.

—Grupo Shiba. Está situada en Seattle, aunque aquí en Port Angeles tengo una pequeña empresa también, para no viajar constantemente.

—¿Shiba? —pregunté confundida—. ¿Su segundo apellido? Bajó la mirada y luego volvió a mirarme. Parecía pensativo.

—Soy adoptado —su tono fue cortante, frío, seco.

Entonces entendí varias cosas... Mis preguntas terminaban ahí. También entendí porqué no se parecía a su hermanos. Ellos morenos de cabellos tigreños, Ichigo de cabellos brillantes, naranja casi rojizo, de ojos marrones. Nada que ver, ni siquiera en el tono de piel. Ichigo blanco, Kaien y Riruka más dorado. En el fondo necesitaba hacerle tantas preguntas... Pero Ichigo ya había sentenciado con su respuesta.

—Entiendo —susurré. Lo miré fijamente y sentí deseos de acariciarlo, ¿por qué no hacerlo? Temblando, puse mi mano entre la suya, acariciándolo delicadamente—. Me gusta oírle, me gusta saber de su vida... Es tan misterioso —confesé con un nudo en la garganta al ver que no rechazaba mi contacto. Su mirada se perdió entre nuestras manos entrelazadas.

—Sólo lo hace porque le pago. Sé que ese es el único motivo. Indignada y dolida, me levanté y me alejé de su lado. ¡Yo me abría ante él! Pero una vez más chocaba contra un muro de piedra. Ese muro que se interponía siempre que se tratase de Ichigo Kurosaki

—Quiero irme.

Ichigo se levantó y con gesto tranquilo, me agarró del brazo. Lo miré esperando, una disculpa.

—Rukia. Esto es lo que soy, no busque más porque no lo hay.

Él entendía el motivo de mi enfado, pero simplemente no le importaba. Así era él, ¿puedo y quiero soportarlo? El trayecto de vuelta fue en silencio, paramos unos minutos para recoger la compra y de vuelta a casa. Una vez allí, me enfundé en la cocina junto a Hisana como era mi trabajo, aunque para ser sincera no me encontraba nada bien.

—Rukia, ¿estás bien? —Me preguntó Hisana—. Estás muy extraña desde que has vuelto de la compra ¿todo ha ido bien?

—Sí, no te preocupes. Sólo me duele un poco la cabeza.

Hisana, sin yo esperarlo, me cogió del brazo para llevarme junto a ella al rincón más apartado de la cocina.

—Rukia, tengo algo que contarte. ¿Te acuerdas de la Senna que tanto nos habla Koga?

—Sí. Creo que me ha dicho que mañana ha quedado con ella. ¿Por qué? ¿Ocurre algo?

Hisana se echó a reír y señaló hacia la puerta. Entonces entendí todo. ¡Senna!

—No puede ser. La chica nueva, ¿es ella?

—Ella misma hermanita —confesó riendo—. Koga me lo acaba de contar, bueno también que ha tenido una nueva pelea con la señorita Riruka.

—Uf, de eso quería hablar con él. Se está pasando con ella. Riruka está histérica con Koga.

—Ya lo he hablado. Me ha contestado que no nos metiésemos en sus cosas, que él sabe lo que hace. Qué cabezón.

—Bien... —Hisana se iba de nuevo con su tarea, cuando la cogí del brazo—. Hisana.

Me miró aturdida y entonces supo de quién iba a hablarle.

—Sin más ha dicho que lo siente —los ojos de mi hermana se llenaron de lágrimas—. No merece la pena, el tipo es un estúpido. Le dije que estabas mal, y lo único que fue capaz de decir es que lo sentía. Pretendía hablar contigo, yo se lo he prohibido. No quiero verte así.

Y de nuevo lloraba... Putos hermanos Kurosaki. Solamente faltaba una hora para que diese comienzo la fiesta y ya estaba agotada. Había terminado de preparar la comida junto a Hisana, había aguantado de nuevo los berrinches de Riruka y había tenido un pequeño contratiempo con Senna. La tensión entre nosotras era evidente. Yo no la soportaba porque se acostaba con mi hermano y pretendía hacerlo con... Ichigo. Y ahora por ultimo iba a servir el café a la señora Masaki y al señor Isshin. Conversaban tranquilamente en la sala, esperando a los primeros invitados.

—Pase, Rukia —dijo Masaki sonriente al verme en la puerta. Luego continuó la charla con su esposo, que también me sonrió con calidez.

—Últimamente está más extraño de lo normal, me temo que es por Orihime —el estómago me dio un vuelco. Hablaban de él—. Empiezo a creer que lo mejor es que lo dejen. Hoy ha vuelto con la cara magullada, no he querido preguntarle... Sabes cómo es él.

—Mi amor, tranquila. Ichigo es un hombre maduro y sabrá qué hacer en todo momento —Isshin parecía orgulloso de él, algo que me dio tranquilidad sin saber porqué—. Ahora está con Uryuu, ha venido a verlo.

Ahogué un jadeo involuntario. Uryuu, el amigo con el que lo engañó su novia. ¿Cómo estaría Ichigo?

Pvos: Kurosaki Ichigo

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Ahora que me había enfrentado a la verdad, me sentía más tranquilo. Uryuu decidió darmelas explicaciones oportunas a su traición, alegando que sólo lo hizo para abrirme los ojos con Orihime. ¿Debía creerle? Ya no sabía en qué confiar, ni en quién hacerlo. Sin más, lo perdoné. Él era mi mejor amigo, mi confidente, casi mi hermano, y Orihime no podía romper ese vínculo. No volvería a confiar en él, como no lo haría en nadie más... Pero necesitaba a mi amigo.

—Deja ya de pensar amigo, no entiendo cómo la perdonas. Ella no te merece —lo miré con recelo dudando de sus palabras. Uryuu se parecía físicamente a mí, no en los rasgos de la cara pero sí en el físico. Pero mucho más soberbio—. Todas las mujeres son iguales. Y sin poderlo evitarlo, a mi mente volvió la imagen de la mujer que últimamente me atormentaba, Rukia.

¿Qué pasa con ella? La dejé en ridículo ante su estúpido amigo, sin haber podido evitarlo. La ridiculicé ante muchísimas personas más, aun así se vino conmigo. Me sentí posesivo en el momento que ese maldito imbécil la abrazó con esa efusividad. ¡Ella es mía!, fue lo único que pensé antes de comportarme como un salvaje. Aun así Rukia se vino conmigo, se interesó por mi vida y me acarició de forma tan tierna... ¿Tan grande es su ambición por el dinero? Mi corazón me decía que era un ángel caído del cielo, mi cabeza me decía que era el mismo diablo en persona. Una tentación de la que tenía que alejarme, pero no podía ni quería hacerlo.

—Ichigo, están llamando a la puerta. Voy a abrir —asentí perdido en mis pensamientos. Pero al mirar al frente, Rukia se encontraba tras la puerta. Tan hermosa y exquisita que me mataba...

—Señor Kurosaki, vengo por si necesita algo —su mirada se volvió hacia Uryuu al decir esas palabras, ¿por qué? De nuevo me sentí ansioso y posesivo con ella. Uryuu la devoraba con la mirada... Hijo de puta.

—No, gracias. Señorita Kuchiki, puede retirarse —sin quererlo fui brusco, pero las babas de Uryuu por ella me sacaban de quicio.

Ella asintió y antes de marcharse volvió a observarme de nuevo. ¿Quiere hacerme llegar algún mensaje? Uryuu, en cuanto Rukia se marchó con ese balanceo de caderas, me sonrió con picardía.

—Guau, ¿de dónde ha salido ese bombón? —Amenazante, me incliné hacia la mesa y lo cogí por el cuello.

—Aléjate de ella —lo amenacé con furia. Uryuu se sorprendió por mi reacción, pero aun así asintió sin hacer alguna pregunta sobre el tema.

Él me conocía muy bien. La fiesta no podía ir peor. Orihime pegada a mí como un imán, tratando de aparentar en todo momento que éramos la pareja perfecta. Riruka parecía furiosa sin motivo aparente. Kaien regalaba miradas furtivas a Hisana en presencia de su prometida cada vez que ésta venía a servir. Luego estaba Rukia Kuchiki... Su nuevo uniforme era una tortura para mí: Más corto de lo habitual, dejando totalmente expuestas esas tentadoras y hermosas piernas. Piernas que sólo a mí me pertenecían.

—Mi amor, ¿qué piensas? —Me preguntó Orihime tomándome por el mentón para que la mirase —. Estás muy ausente esta noche. Es tu cumpleaños, deberías estar feliz.

En esos momentos Rukia entró con una bandeja negra, y su mirada se clavó en la mano que Alison tenía sobre mí. Se volteó y pude sentir que aún continuaba enfadada.

—Estoy cansado, sólo es eso —mis ojos continuaron fijos en la señorita Kuchiki. Ahora estaba sirviendo a Kon; el hijo de perra se la comía con la mirada.

—No seas aburrido, quiero que luego salgamos a tomar unas copas —cerré los puños con fuerza a cada lado de mi cuerpo, intentando controlar mis ganas de golpear a ese niño mal criado de Kon—. Ichigo, ¿dónde miras?

Orihime se volvió y siguió mi mirada. Me tensé al instante, ¿tan obvia es mi desesperación?

—¿Está esa zorra aquí? —Escupió con desprecio buscando mi mirada, pero no la miré—. Dime qué no te has atrevido a llegar tan lejos, por favor.

Lo que me decía me sonaba cada vez más lejano; Kon sonreía a Rukia.

—No está, no seas pesada. Voy a hablar con Uryuu y Kaien, no me interrumpas. Cuando acabe te busco —la despaché impaciente—. Ve con Rangiku, parece necesitar compañía.

Al mencionar a Uryuu, a Orihime le tembló la mano que tenía sobre mi rostro, y rápidamente sin hacer pregunta alguna, se fue. Volví la mirada hacia Rukia, que continuaba sirviendo a todos con una sonrisa encantadora en su rostro, embaucando a cada uno de los invitados. A todos menos a mí... Cuando su mirada se cruzó con la mía, le hice un gesto para que se acercase. Se acercó lentamente, derrochando sensualidad a su paso. Esa niña sin duda era una pequeña diabla... Cuando llegó a mi lado hice amago de coger una copa, y acerqué mis labios a su oído con discreción.

—La quiero en mi despacho en cinco minutos —le ordené ardiendo en deseos por ella—. Quiero que ahora mismo se baje un poco la falda porque va mostrando demasiado. Cuando llegue a mi despacho quiero esa falda subida para mí.

Pvos: Kuchiki Rukia

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Húmeda completamente por él, me excusé con Hisana y salí en busca de ese misterioso hombre a su despacho con mucha discreción. La fiesta no me agradaba nada. Tenía que servir mientras otros se divertían sin cesar. Algunos babosos me agobiaban con preguntas que yo no quería contestar y para colmo... Ichigo junto a su novia. Entrar y verlos juntos fue un fuerte impacto para mí. Por fin puse cara a esa estúpida y para decir verdad, se parecía en todo lo que yo había imaginado de ella: hermosa, provocativa y... zorra. Pelirroja de cabello largo y ojos grises oscuros. Cuerpo de infarto y cara de muñeca... Pechos exuberantes y caderas muy marcadas... Ya la odiaba. Finalmente llegué al despacho. Antes de poder golpear la puerta, Ichigo desde adentro me empujó a entrar, cerrando la puerta de un fuerte porrazo tras de mí... Parecía ansioso y eso me gustó.

—¿Qué desea?

—Aún sigue enfadada —afirmó pegando su cuerpo al mío, acariciando mi cintura... La respiración se me aceleró—. Sabe lo que quiero. Quiero hacerla mía aquí y ahora, sin importarme cuánta gente haya fuera.

¡Ah! Sus palabras me dejaban loca. Me escogía a mí cuando su novia estaba fuera. Eso me gustó aún más.

—¿Y si le digo que no, señor Kurosaki? —Jugué con su corbata provocándolo—. ¿Qué me hará?

Ichigo estaba tremendamente sexy. Tan formal, tan imponente con ese traje de chaqueta gris. No iba a negarme, no, aunque estuviese un poquito enfadada aún.

—No me provoque, no juegue conmigo —con posesión me agarró las nalgas, llenándose las manos de ellas—. Sabe que no le estoy dando a elegir.

—Yo tampoco. Tome lo que quiera —lo provoqué frotándome—. Lo que desee.

Su miembro cobró vida en un instante. Jadeé al sentirlo tan grande, tan duro.

—Siempre tan descarada, pena que tengamos poco tiempo.

Me aparté y fui hacia su escritorio, me senté sin perder la conexión de nuestras miradas. Muy lentamente me arqueé hasta dejar caer mi cuerpo sobre el escritorio con provocación, y abrí sensualmente mis piernas para él, dejando caer mi braguita al suelo con descaro.

—Me pone loco. No me gusta cómo la han mirado fuera —gruñó acercándose a mí, desabrochando su pantalón. Ese condenado hombre era un dios griego. ¿Por qué yo? Demasiado perfecto para mí, también posesivo...—. Al diablo con toda esa gente, desnúdese completamente.

Con una sonrisa picarona me mordí el labio inferior, e hice lo que me pedía. Lo miré con deseo,con lujuria... Me tenía loca... físicamente, claro. Cada vez que lo tenía cerca podía sentir la atracción sexual que había entre nosotros, todo él me invitaba a buscarlo, a provocarlo, a excitarlo.

—La voy a tomar fuerte y duro, no quiero oír una sola palabra de sus labios mientras lo hago —le sonreí y asentí ansiosa.

Una vez desnuda completamente, volví a arquearme sobre el escritorio, dejándome caer hacia atrás con el cabello cayendo sensualmente fuera del él. Brutalmente se posicionó entremedio de mis piernas, y entró en mí duramente.

—¡Au! —Fui incapaz de contener ese gemido al sentir sus ganas de mí. Su cuerpo completamente desnudo entrelazado al mío, su torso chocaba con mis pechos en cada brutal embestida. Sus labios a unos centímetros de los míos, gritándome que los lamiera entero—. Me callaré... si me deja besarlo.

—No —gruñó tomándome de forma más salvaje y necesitada. Más loca, posesiva. Necesitando sentir cada centímetro de su bien formado cuerpo, mis labios fueron a parar a su cuello. ¡Hm! Ese hombre estaba exquisito en cualquier lugar donde probase. Su sabor era dulce, su olor muy masculino y él... tan salvaje que me transportaba a lugares oscuros—. Joder, Rukia.

Oh, Rukia mientras me hacía suya... Saltándome sus malditas normas, estampé mis labios en los suyos con decisión y firmeza, necesitando devorarlos, lamerlos y saborearlos por entero. Demasiado excitante besar a ese hombre cuando su cadera empujaba fuertemente contra la mía. Cuando me reclamaba con esa posesión tan suya. Cuando me invadía, llenándome de tantas maneras... Ichigo aguantaba impasible con sus labios quietos, cerrados, sólo sintiendo el roce de los míos y mi entrega por ellos.

—Bésame, por favor —le supliqué abrazándome a su cuerpo con desesperación, anhelando sentir sus labios sobre los míos mientras me hacía suya de esa forma tan intensa, tan dura.

—No, no y no. ¡Joder! —No me dejé vencer y lamí el contorno de sus labios con la mirada perdida en sus ojos, en esos ojos verdes que a veces parecían suplicarme que no me detuviese. ¿Qué debía hacer? Jamás lo sabía si se trataba de él. Pero quería y necesitaba entenderlo. Tenía que hacerlo antes de marcharme.

—Contráigase, envuélvame —¿cómo hacer lo que Ichigo me pide? Déjate llevar, me dije a mi misma, y así fue. Mis paredes vaginales se tensaron, se contrajeron atrapando completamente la virilidad de Matt en mi interior. Gemí temblorosa, Dios, ¡qué bueno!—. Joder, muy bien. Tan estrecha...

—Hm... —no pude dejar de gemir, de gritar. No cuando Ichigo empujaba tan fuerte contra mi cadera, buscando refugio en mí. Y gemí, temblé cada vez que me embestía, que me llenaba duramente. Ese hombre misterioso, tan frío y a veces tan solo, hacía que cada centímetro de mi cuerpo temblase ansioso, anhelando todo de él—. N-no puedo más.

—Adelante —su tono imponente me encendía mucho.

Pensaba que me podía controlar y yo sabía que no era así, aunque me encantaba cuando ordenaba. Me aferré a su cabello gimiendo, sintiendo cómo todo mi cuerpo era consumido por los temblores previos al orgasmo, pero antes de dejarme ir, lo intenté de nuevo. Mordí su labio inferior allí donde estaba herido, sintiendo su sangre en mis labios, pero Ichigo no me correspondía, no me devolvía el beso que tanto necesitaba. Cuando sintió el pequeño y sensual mordisco, empujó fuertemente su cadera contra la mía, haciéndome sentir incluso dolor. Todo acabó con esa tremenda estocada, me fui gritando su nombre con desesperación.

—¡Mierda! —Gruñó bajando sus labios sobre la base de mi garganta, chupándome ahí... explotando en mi interior—. Hm, ahora sí.

Sólo entendí a qué se refería con esas palabras, cuando estampó sus labios contra los míos con intensidad. Ahora sí abrió su boca para mí, dejando que mi lengua se adentrase en la profundidad de la suya. Que indagase, que la poseyera como tanto anhelaba. Un beso largo, furioso, lleno de ansias. Un beso que me dejó sin aliento.

—La veo luego —dijo deteniendo el beso bruscamente. Dejándome con ganas de más, de mucho más.

—Esta noche no duermo aquí —confesé algo triste—, he quedado con una amiga. Lo veo el lunes por la mañana... —esa noche me marcharía y ya no volvería hasta el mismo lunes por la mañana. Algo que me dejaba mal. ¿Por qué? Tras decirle esas palabras, volví a buscar su mirada para saber su reacción. Su mirada parecía burlarse de mí, pero no entendí el porqué.

Por fin todo acabó. Ahora me encontraba con Momo en un bar de copas en Forks, después de haber avisado a mis hermanos de mis planes. Ambos se habían opuesto, pero una vez más a mí no me importaba. Hisana pasaría estas dos noches con su amiga Yoruhichi, y Koga con la zorra de Senna.

—No sé qué me pasa cuando estoy con él —le confesé a Momo con angustia.

Ella quedó muy sorprendida cuando una hora antes le confesé toda la historia, sin haber omitido ningún  

la chica del servicio (ichiruki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora