◄CAPITULO FINAL► Capítulo 25

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milagro ¿no? bueno las dejos leer y este como tan no es el ultimo cap, queda dos mas 


"Elección"

Pvos: Kichiki Rukia
O era una broma de mal gusto o definitivamente todos estaban completamente locos. Compromiso, boda... ¡todo eso lo mismo! Por supuesto ignoraría la petición de papá, y si se oponía, sin lugar a dudas en ese mismo momento me iría de casa. Todo estaba del revés e Ichigo a cada segundo más tenso. Su mano apretaba a la mía incluso haciéndome daño, aunque Ichigo parecía no darse cuenta.

Temía por lo que podría ocurrir, ya conocía los ataques de histerias de Ichigo y este no era el mejor momento... aunque en realidad nunca lo es.

—Vamos, papá, cálmate un poco —Byakuya gruñó ante mis palabras—. No habrá tal compromiso, me voy a vivir con Ichigo porque así lo hemos decidido y espero que respetéis esa decisión... Soy mayor para tomar mis propias decisiones y si me equivoco, es cosa mía. Pero sé que no me equivoco, con Ichigo estaré bien... Soy feliz.

Sentí el peso de la mirada de Ichigo sobre mí, pero no me atreví a devolvérsela. La tensión de su mano me decía lo enfadado que estaba.

—Rukia, ya me cansas —oh, oh, Rukia... Ahora sí que Byakuya estaba enfadado—. Siempre has sido algo rebelde pero lo que estás haciendo es inmoral, no vas a irte a ningún lado con un hombre que viene y se mete en tu cama cuando tus padres están a unos pasos. Rukia, entiende algo: este hombre va a tener un hijo de otra mujer, ¡date tu lugar!

De nuevo esa mierda, ¿no entendían cuánto daño me hace ese hecho? Ichigo gruñó, en un momento u otro estallaría el caos, lo sabía.

—Byakuya, déjeme decirle que se equivoca. Yo a Rukia le doy su lugar en todo momento —papá entrecerró los ojos observando a Ichigo—. No me gusta que se diga que la trato como una fulana, odio esa palabra y no se asemeja en nada a lo que yo siento por ella.

Esta vez volví la mirada hacia Ichigo, me sentía orgullosa de él y de su forma de defender nuestro amor. Pero su rostro hoy era la máscara de hielo que un día fue conmigo, Ichigo no se encontraba bien y yo empezaba a odiarme por ello.

—Ichi, ¿estás regañando a mi hija? —¿Qué?, ¿a qué viene eso?—. Le acabas de llamar Rukia.

Oh, eso.

—Yo la llamo así y por supuesto no le estoy regañando —la voz de Ichigo era seca y fría, quería controlar su furia—; y me llamo Ichigo.

Miré alrededor de aquel caos. Koga parecía tranquilo sentado en la silla más alejada y al cruzar nuestras miradas sentí su arrepentimiento. Tarde. Mamá parecía sorprendida por todo lo que estaba ocurriendo y junto a ella, Hisana lloraba de nuevo... Pero Byakuya aún no había acabado.

—Yo te llamo como me da la gana y aquí se acaba esta conversación. No hay compromiso, pues bien, mañana mismo me voy de vuelta a Phoenix y me llevo a Rukia conmigo —la orden de papá terminó con mi paciencia—. Ichi, puedes marcharte y si quieres algo más serio ya sabes dónde encontrarla. Ahora te invito a que te vayas.

Con esa orden, Ichigo dio un paso hacia delante, amenazante hacia papá. Asustada, tiré de su brazo buscando su mirada, suplicándole que se tranquilizase. Aunque pareció dudar, Ichigo finalmente asintió.

No pude evitar sentirme dolía con mi padre, ¿por qué me hace esto?, ¿por qué no entiende que yo amo a Ichigo?

Tenía que ser valiente, no podía dar pasos en falsos, no si se trataba de mi vida junto a Ichigo.

—Byakuya, creo que te has pasado esta vez... Me voy con Ichigo ahora mismo y no me importa si quieres o no, ¡no soy una niña! ¡Estoy harta de todos! ¡Es mi vida, mía! —Entonces ocurrió algo que jamás hubiese esperado.

Papá me golpeó con fuerza la mejilla. Ichigo gruñó como un animal herido ante esa cachetada. Temblé, no fui capaz de levantar la mirada... no era dolor, era vergüenza. Papá me golpeó, algo que jamás hizo antes y lo que más me entristecía, era que Ichigo hubiese tenido que presenciarlo.

—Rukia, mírame —Ichigo me levantó el mentón y al ver su expresión, lágrimas rodaron por mi mejilla... Ichigo estaba furioso, su mirada de nuevo clamaba venganza y esta vez era contra mi padre—. ¿Qué crees que debo hacer ahora? —Su mano tembló sobre mi mejilla—. No, Rukia, no voy a tolerar esto.

La sala quedó en silencio. Lloré observando cómo Ichigo limpiaba mis mejillas, tenía muy claro qué vendría después.

—No lo hagas —imploré buscando su mirada—; te lo ruego Ichigo, no lo hagas.

Una súplica que no me sirvió de nada... no pude mirar, no lo hice cuando Ichigo se apartó de mi lado encaminándose hacia donde estaba mi padre.

—¿Qué mierda te crees? ¡Me exiges que le dé a tu hija un lugar que tú no le das! ¿Has visto cómo le has dejado la mejilla? —Temblé ante la rabia que desprendían cada una de las palabras de Ichigo—. ¡Me voy a llevar a Rukia ahora mismo y me importa muy poco lo que nadie diga!

Oí la carcajada de papá y ante ese hecho, me volteé rápidamente... Me tapé la boca con las manos ante la imagen que tuve ante mí: Ichigo tenía acorralado a papá contra la pared, lo tenía cogido del cuello y papá reía en su cara, ¿qué es todo eso? Busqué con la mirada a Koga, por alguna razón no se movía... aunque Ichigo estaba agrediendo a papá, éste no se movía. Mama sufría, pero al igual parecía una estatua y Hisana se tapaba la cara con las manos, para no ver la escena.

—Bastardo, adelante golpéame, pero mi hija se quedará conmigo —bastardo. Corrí hacia Ichigo cuando soltó a papá para no descargar su rabia contra él y con su puño en alto se dirigió hacia un mueble.

—¡Ichigo! —grité cortándole el paso. Su mirada me buscó, implorando perdón por lo que haría segundos más tarde. Me sentí desesperada, ¿qué puedo hacer?—. Mi mano, Ichigo... mírala.

Era mi única opción, Ichigo tenía que ver el dolor... ese dolor que aún estaba presente en mí y en él, no soportaría verlo de nuevo arrasando con todo lo que hubiese a su paso.

En un momento tuve ante mí a ese Ichigo perdido y triste que tanto odiaba, ¿por qué? Una vez más.

—Rukia —su voz me desgarró. Ichigo sufría acariciando mi mano con sus dedos temblorosos, maldito Byakuya por hacerle eso—, sabes lo que necesito —su puño temblaba entre mis manos—. Pero no puedo hacerlo, no puedo dañarte de nuevo así.

Un sollozo entre el alivio y la pena escapó de mi garganta. Entendía, aunque sus puños necesitaban de ellos, no lo haría, no esta vez.

—Fuera —gruñó papá de nuevo—; Rukia, suéltalo, quiero que se vaya ahora mismo.

Con todo el dolor de mi corazón, me encaré a mi padre. No dañarían más a Ichigo, tampoco a nuestra relación. Si no nos apoyaban que todos se fuesen al infierno.

—¡Te desprecio Byakuya, juro que lo hago! —Lloré con impotencia. Mamá se levantó asustada, mi hermano con ella—. ¡No te acerques, Koga! ¡¿Ves lo que has hecho?! ¡Nada de esto vale, me importa una mierda todo! ¡Todos!

Pude ver el miedo en la mirada gris de mi hermano, un miedo que ya no me importaba.

—Siento mucho que las cosas sean así, pero no me estáis dando otra opción. Quiero estar con Ichigo y si para ello tengo que pasar por encima de todos vosotros, lo haré, ¡maldita sea! —Me volví buscando los ojos marrones de Ichigo, pero parecía no estar. Estaba ido, pensativo mirando su puño, un puño que tantos golpes llevaba. Odiaba verlo así de abatido y derrotado, ¿por qué?, ¿por qué?—. ¡Os odio! ¡Os odio!

Furiosa, dolida, y completamente destrozada, cogí la mano de Ichigo y tiré de él hasta salir de la casa. Nadie tuvo el valor de detenerme y eso era lo mejor, ver a Ichigo en ese estado me tenía hundida y no sabía qué era capaz de hacer en ese momento si alguien se oponía a mi marcha. Un dolor, un fuerte dolor me perforaba el pecho... de nuevo todo parecía estar mal.

Cuando ya estaba unos pasos alejada de casa, miré de nuevo a Ichigo que continuaba en su mundo... lejos de mí.

—Ichigo —lo llamé acunando su cara entre mis manos. Cerró los ojos, no me miró—. Ichigo, por favor, lo siento, perdóname por todo esto... Vámonos, llévame a tu prado.

Necesitaba hacerlo olvidar, necesitaba borrar ese dolor que desprendía sus facciones, se me partía el al alma verlo así. Aquel lugar lo tranquilizaba y necesitaba llevarlo ahora mismo.

—Rukia —abrió los ojos y odié una vez más a mi propia familia. Estaba hundido, tantas cosas estarían pasando por su cabeza—, dime que te quedarás conmigo a pesar de todo, dime que no me dejarás.

Oh, de nuevo esa inquietud. Mis lágrimas fueron más abundantes, desgarraba ver a ese Ichigo.

—No lo haré Ichigo, me voy contigo. Llévame ahora mismo, llévame —su mano fue hacia mi mejilla, escocía—. Déjalo, no me duele.

Tuve que mentirle, no podía hundirlo más.

—Quiero que sepas que deseo golpear a tu padre, a tu hermano... pero por ti Rukia, no lo hago por ti —asentí entre lágrimas, aunque sus palabras dolían, era un buen comienzo—. No llores nena, vas a estar bien conmigo, prometo cuidarte.

—Lo sé —susurré buscando sus labios—. Te amo Ichigo, te amo.

Un gruñido, un gruñido como respuesta perdido en mi boca. En el comienzo del beso, estalló toda esa furia y frustración. Los labios de Ichigo me reclamaron ferozmente, haciéndome percibir su inquietud, su dolor y angustia, algo que me dolía en el alma. Con ternura, enredé las manos en su nuca y le devolví el beso tratando de ser suave y tierna, necesitaba calmarlo, tenía que hacerlo. Gruñó y disminuyó la intensidad del beso. Su lengua ahora era más cálida deslizándose por la mía, sus labios más tiernos y sus brazos más suaves... Podía lograrlo, lo haría.

Acaricié su pecho, su cabello y finalmente apoyé mi frente en la suya.

—Llévame contigo, pídeme lo que quieras... Lo haré Ichigo, sólo quiero que estés bien —sus brazos me rodearon con más fuerza al oír mis súplicas—; enséñame la casa del prado, esa casa que un día será nuestra... para nosotros solos, para olvidarnos del resto del mundo. Pídeme lo que necesites, lo haré por ti.

Besó mis labios de nuevo en un beso tan tierno que dolía. Luego se apartó buscando la conexión de mi mirada con la suya.

—Cásate conmigo —suplicó desarmándome. Oh, oh, boda—. Quiero que seas mi esposa, Rukia.

Temblando, me aparté. ¿Por qué boda?

—Ichigo —gemí temblorosa limpiándome las lágrimas—, por favor, no me pidas eso... sabes que no puedo.

Su mirada insegura, me acusó. Mis lágrimas ya cesaban, ahora tenía ganas de reír como una histérica... Boda.

—Dime qué puedo hacer para que aceptes —sonreí, no iba a darse por vencido—, yo no tengo dudas de lo que quiero Rukia, quiero compartir mi vida contigo.

Oh, por Dios... ¿Me hablará ahora de niños?

—Yo tampoco tengo dudas y sabes que te amo, pero no me pidas algo así... odio las bodas y aún soy muy joven, Ichigo —de blanco, ramo, fiesta... ¡Boda, no!—. Recién empezamos, es una locura y lo sabes. Tendremos tiempo Ichigo, tranquilo.

Pero mis palabras no eran suficientes.

—Rukia, ¿por qué me rechazas?, ¿qué pasa?

Con él todo era a prisa, me asustaba ir a esa velocidad. La mayoría de la veces las cosas a toda prisa no salían bien y yo no quería eso... me aterraba una vida sin Ichigo. Mi intención era llevar la calma, la suya arrasar con todo, con todos.

—Tengo miedo, no quiero destruir algo hermoso por precipitarme —acaricié su mejilla sonriéndole—; un día seré la señora Kurosaki, pero aún no estoy preparada.

Dieciocho años y casada... una locura.

—No me voy a dar por vencido —me sonreía y mi día volvía a iluminarse—, serás la señora Kurosaki y créeme, será pronto.

Me abracé contra su pecho, amo a ese hombre y adoraba su devoción por mí. Por eso mismo teníamos que esperar, el día de esa boda tardará en llegar, pero lo haría...

Pvos: Kuchiki Koga
Me encerré en mi habitación con el peso de la decepción. La entendía, la había defraudado y eso me destrozaba. Pensaba que estaba haciendo un bien, pero todo lo contrario; aún me dolía la cachetada que mi padre le dio. Kia no merecía eso y sin embargo yo era el culpable, no sólo de esa cachetada, también de todo su dolor y sufrimiento, algo que me partía en dos.

Ichigo, a pesar de lo poco que en un principio me gustó para Kia, hoy me había demostrado mucho y por eso mismo no interferí entre él y mi padre. Con ese genio demostraba lo mucho que quería y protegía a mi hermana, algo que yo no le podía reprochar... Peleé de nuevo con mi padre, también mi madre lo hizo para recriminarle su comportamiento, pero Byakuya no parecía entrar en razón.

Hablaría con Kia y sobre todo me disculparía ante Ichigo. Aunque empezaba a detestar el apellido, era hora de dar la bienvenida a los Kurosaki a mi familia.

—Koga —era Hisana, sentí vergüenza al mirarla. Su viaje cancelado y a Kaienle esperaba una noche dura con Byakuya más tarde, también yo tenía la culpa.

—Pasa —ya no lloraba, Hisana se encontraba demasiado sensible, jamás la había visto llorar tanto

—. Lo siento Hisana, creí que estaba haciendo lo correcto, me he equivocado demasiado...

Hisana no parecía la misma, no desde que estaba embarazada y aunque me dolía pensar que fuese así, sobre todo no era la misma desde que estaba con Kaien.

—No te preocupes por mí, me has dado la vía de escape que necesitaba... en realidad no estaba segura de ese viaje —su tristeza me lo dijo, problemas con Kaien—. Kia me tiene preocupada, sé que Ichigo cuidará de ella, pero sabemos cómo es de impulsiva... tal vez no vuelva.

Tenía que volver, yo necesitaba recuperar a mi hermana.

—Hablaré con ella, Hisana, necesito disculparme al igual que con Ichigo. Tengo que aceptar que él está en su vida y aunque sea algo complicada, él la quiere y la cuida, lo demás no importa —mi celular vibró de nuevo, mensaje de Riruka... Uno más.

Mensaje de: Riruka a Koga. A las 12:35 p.m.

*Koga, te suplico que me des la oportunidad de explicarme, te necesito a mi lado.*

Aunque me gustaba demasiado no podía perdonarla, era tiempo de empezar una nueva etapa en mi vida, y tenía que ser sin ella.

Pvos: Kurosaki Ichigo
De nuevo el teléfono. Orihime ya empezaba a cansarme, ya eran siete llamadas y eso me agobiaba. Rukia a mi lado dormía, íbamos rumbo al prado y parecía tan cansada que durante el trayecto se quedó dormida. Ahora una vez en ese lugar que tanta paz me daba, no pude despertarla. Se veía dulce y serena dormida, su mano vendada y su mejilla de un rojo intenso... todo por mi culpa y por la culpa de ese viejo bastardo.

Mi puño aún ardía por las ganas de su padre, de su hermano, ¿tan mal le hago a ella?, ¿por qué todos se empeñan en separarnos? Sólo Masaki e Isshin parecían realmente apoyarnos, varias llamadas de Masaki preocupada me lo demostraba, algo que al menos me dejaba más tranquilo. Odiaba luchar a contra corriente cada día, con tantas personas... incluida esa, que tanto detestaba.

Cogí el celular y decidí contestar a Orihime.

Mensaje de: Ichigo a Orihime. A las 14:23 p.m.

*Estoy muy ocupado, tal vez hoy no pueda verte, ¿todo está bien?*

Segundos más tarde llegó su respuesta.

Mensaje de: Orihime a Ichigo. A las 14:24 p.m.

*Sí, todo está bien. Necesito de tu consuelo, he pasado una noche horrible y tu hermana Riruka no está, por favor ven.*

De nuevo la pregunta, ¿y si ese bebé no es mío? Pero, ¿y si lo es? Estaba tan confundido... no sabía qué hacer para que todo estuviese bien. Por un lado Orihime y Riruka... y por otro lo más importante en mi vida ahora, mi Rukia. Suspirando, volví la mirada hacia ella, me observaba. En algún momento se había despertado y me miraba con gesto preocupado.

—¿Qué te pasa? Pareces muy pensativo —su mirada me interrogaba—. Es Orihime, ¿verdad?

Asentí con pesar, no podía mentirle.

—Supongo que tienes que irte —me reprochó inquieta—, habla Ichigo.

Rukia no entendía que yo mataría por ella si fuese necesario. No entendía la magnitud de mi amor.

— No me voy a ir Rukia, aunque Orihime me necesite, tú me necesitas más. Sé que no me darás a elegir, pero aun así elijo quedarme a tu lado —sus ojos se cristalizaron por las lágrimas—. No llores,

Rukia. Bajemos del auto, quiero enseñarte la casa y olvidemos todo cuanto antes.

Asintió con una pequeña sonrisa triste, y bajó del auto antes que yo. Bajé y salí a su encuentro.

Me esperaba apoyada en la puerta, con una sonrisa seductora, como toda ella. Me enloquecía sentir que podía perderla, jamás lo soportaría. La vida era diferente a su lado, mi mundo: Rukia.

—Quiero verte sonreír, dime qué puedo hacer —dijo contoneándose contra el auto—; menos boda... lo que quieras.

Sonreí... Eso quedaría para más tarde, Rukia sería mi esposa y pronto. Era necesario dadas las circunstancias o tal vez algún día oyera a los muchos que se oponían a nuestra relación y ese día sería mi final. No dejaría que eso sucediese.

—Ven —pidió tirando de mi cuerpo y lo pegó al suyo con sensualidad. Gemí, no soportaba ese roce, tenía que hacerla mía, pero no ahora—, sé lo que necesitas.

—No —la rechacé tratando alejarme, pero Rukia no me lo permitió.

—¿No? —preguntó confusa.

—Rukia, me conoces, sabes cómo me siento de frustrado por todo lo que ha ocurrido y te dañaré —pero mi descarada no se dio por vencida, con su mano izquierda me agarró muy fuerte el miembro—. Rukia, por favor.

Era mi locura. Mi tentación. Mi adicción.

—Hazlo, me tienes aquí, haz conmigo lo que quieras —sus estímulos y sus palabras tan seductoras acabaron con mi autocontrol—. Pídeme, Ichigo.

Puta mierda. Tenía que tomarla...

—Date la vuelta y apoya las manos arriba —ordené impaciente—, sabes que no podré contenerme.

—Lo sé —susurró. Obediente se giró, dejándome una magnifica vista de su trasero.

Al verlo ahí, tan redondo y apetecible, con la mano derecha di una palmada, Rukia jadeó y fue mi perdición. Desesperado, bajé su pantalón, seguido lo hice con el mío.

—Arquéate nena —cuando Rukia obedecía sin replicar me enloquecía—; muy bien nena, muy bien.

Me apresuré, me agarré de sus caderas y con fuerza, la embestí por detrás. Rukia gruñó, yo agonicé. No podía ser suave, era insoportable esa sensación de placer que me causaba. Lo necesitaba fuerte y duro, más aún al volver a recordar la cachetada y esas palabras de su padre... ese viejo las pagaría más tarde.

—Rukia —gruñí salvajemente—, si no lo soportas, dímelo.

—N-no te detengas —jadeó temblorosa. Me enloquecía, ella lo sabía y en cambio lo hacía.

Sin control alguno volví a embestirla duro, salvaje, posesivo. Aunque no merecía a esa mujer era mía y jamás la dejaría marchar, la necesitaba conmigo y su futuro aunque ella misma se opusiese, estaba decidido. Sería mi mujer, me la llevaría conmigo y más nadie volvería a envenenarla en mi contra. Tenía que ser así. Sería así.

—¿Me quieres? —pregunté introduciendo la mano por su camisa, para acariciar sus pechos. Ese toque fue mortal, sus pezones se erizaron y su gemido me enloqueció. Jamás había necesitado tanto de nadie, como de ella.

—S-sabes que s-sí —contestó jadeante.

El móvil volvió a sonar, Rukia gruñó. Le molestaba, de seguro pensaba que era Orihime y eso me molesto aún más. Odié más a esa mujer, deseé con todas mis fuerzas que ese niño no fuese mío para hacerla desaparecer de mi vida por siempre. No podía interponerse entre Rukia y yo. No la dejaría.
Enfurecido, la penetré con brutalidad. Sentí cómo la rasgaba por dentro, la punta del pene vibró ante esa sensación. Le dolería, maldita sea... no podía tomarla de otra forma.

—Ichigo —suplicó con un hilo de voz—, para... para...

Pero no paré. Desesperado, tiré de sus pezones, los pellizqué y estimulé con ardor. Besé su cuello, lo lamí, lo mordí con fervor, no podía y no quería parar.

—Por favor —suplicó de nuevo. La embestí aún más fuerte, haciendo que su trasero chocase con más fuerza contra mi miembro y sin poder evitarlo, bajé la mano y la introduje en su sexo. Rukia gritó, no supe si por dolor o placer. Yo no pude evitar estremecerme, Rukia me esperó, me acogió como siempre. Tan mojada y receptiva que me desarmaba, mía ysólo mía—. Ichigo...

Lloriqueó, Rukia lo hizo, pero mi frustración y dolor no me dejaron detenerme, no lo soportaba, necesitaba vaciarme dentro de ella, necesitaba verla romperse en mis brazos. Necesitaba de esa frágil mujer para poder soportar toda mi rabia contenida y no dar marcha atrás, buscar a su padre y hacerlo pedazos. No podía hacerlo.

—Ichigo —introduje un dedo y luego otro, las estocadas se hicieron más frenéticas y alocadas, no podía parar, era insoportable esa sensación de querer y no poder. Una estocada tan fuerte que gruñí de satisfacción cuando sentí que Rukia se contraía, aprisionándome dentro de ella... me estaba matando.
Enloquecido, volví con el empuje una y otra vez, duro, duro. Introduje otro dedo, tiré de sus pechos... estaba a un segundo de maldito orgasmo—. ¡B-basta!
Volví en mí ante ese grito. Paré todo movimiento sobre su sexo, trasero y pecho... su grito parecía frustrado, desgarrado. Algo estaba pasando.

—Qué pasa —pregunté, apoyando la frente en su cabello—. ¿Qué tienes, nena?

Rukia con la respiración agitada se apoyó en el auto, ¿qué está ocurriendo?

—Me duele, Ichigo... no lo soporto —lloriqueó angustiada—, lo siento... Lo siento mucho.

Me maldije saliendo de ella, apartándome de su lado. La dañaba de nuevo, mi furia me podía y siempre estaba Rukia para llevarse los golpes, ¿cómo puedo ser tan salvaje?

—Ichigo, no te enfades —suplicó acariciando mi hombro con delicadeza—; siéntate, déjame hacerlo yo.

—No, no lo volveré a hacer —no hasta que la furia se alejara de mí—. Vístete que nos vamos al hotel.

—¿Y la casa? —preguntó temblorosa.

La casa...

—Está bien, te la enseñaré —me subí el pantalón y volví a mirarla. Su mirada se encontró con la mía, parecía tan triste, abatida—. Rukia lo siento, no estoy enfadado contigo, lo estoy conmigo.

—Yo te he dado permiso, yo tengo la culpa por no poder soportarlo... no te puedes quedar así — mi cuerpo ardía por ella, pero no la lastimaría de nuevo. El miembro me ardía anhelando su contacto, su refugio, pero no podía hacerlo—. Ichigo.

—He dicho que no, vístete —regañé mirando hacia otro lado. Contenerme me era imposible si veía sus piernas, su sexo, su trasero... su cuerpo tan perfecto.

En silencio terminó de acomodarse. Suspirando, tomé su mano entre la mía y la llevé de camino hacia esa casa, que por supuesto sería suya. De hecho, ya lo era.

—¿Es grande? —preguntó curiosa, quería distraerme.

—Ya la verás —respondí secamente. Aún estaba enfadado conmigo mismo, no la merecería y jamás lo haría.

—Necesito ir a tu casa para coger algunas de mis cosas, también necesito ir a la mía —busqué su mirada ante esas palabras. Rukia me sonrió—; no te preocupes, me quedaré contigo.

Asentí inseguro. De nuevo su padre, Riruka... ¿acabará eso pronto? La estructura de la casa ya iba más avanzada. Toda la zona de abajo estaba lista y ahora ya empezaban con la parte de arriba. La piscina también estaba y aunque aún faltaba para ver esa casa terminada, ya la imaginaba amueblada y viviendo con Rukia. Su sonrisa en cada habitación me decía lo mucho que le gustaba, parecía una niña en el día de reyes, algo que daba ternura. Pondría la casa a su nombre, la decoraría a su gusto y trataría de hacerla feliz en ese lugar que tanta paz me daba.

—Quedará muy bien —sonrió acariciando mi mejilla—, me encantará compartirla contigo.

De nuevo lo hacía... Tuve que sonreír, me encantaba la idea de amanecer a su lado cada día en esa casa que tanto tiempo atrás creí sólo para mí y mi soledad.

—¿Sabes que te amo? —preguntó coqueta. Los obreros nos miraron sorprendidos. Sonriendo tomé su mentón y besé sus labios, más bien los devoré... Esa mujer me mataría.

Pvos: Kurosaki Riruka
Todo estaba perdido, ¿qué más da arriesgarme? Mi hermano no me hablaba, mamá y papá me regañaban por ello... a Koga lo había perdido. Necesitaba recuperarlo todo, y tenía de ser pronto o acabaría muy mal. Arrepentida no era la palabra, más bien decepcionada conmigo misma. Me sentía utilizada, dolida por Orihime, ¿he estado ciega todo este tiempo? Aún recordaba sus palabras de momentos atrás en el hospital.

- Tienes que separarlos Riruka, tenemos que hacer todo lo posible —dijo Orihime con malicia.

- No puedo Orihime, Ichigo ya no me habla y aunque no soporto a Rukia... empiezo a entender que ella para él lo es todo, no puedo hacerle eso —lo pensé durante toda la noche, finalmente llegué a esa conclusión. Mi hermano adoraba a esa niña y yo tendría que aceptarlo aunque no la soportase—; me voy a disculpar con mi hermano y trataré de ser cordial con ella.

Orihime me dedicó una mirada que antes nunca tuvo para mí.

- Riruka, sé muchas cosas de ti, no me hagas esto —¿me está amenazando?—. Odio recordarte lo que has hecho para conseguir modelar con anterioridad, es algo humillante que, supongo, a ti no te gustaría que lo supiese nadie.

La venda de los ojos cayó ante mí. Orihime jamás fue una amiga verdadera, sólo me utilizaba para tener bien atado a mi hermano, ¿que está pensando?, ¿cómo no me di cuenta antes? Era cierto que varios años atrás a cambio de modelar tuve relaciones sexuales con varios hombres importantes de ese mundo, algo que me dolía recordar... Vendí mi cuerpo por poder trabajar como modelo, algo que no se cumplió, aún yo cumpliendo mi parte. Ahora Orihime me recordaba todo ese dolor y vergüenza que yo quería olvidar.

- Riruka, estás conmigo o contra mí... vete y piénsalo —asentí entre lágrimas—. Recuerda lo que es mejor para ti, a tus padres le decepcionaría mucho saber tu pasado."

Orihime era muy cruel, tanto como yo con mi propio hermano. Ahora entendía lo mucho que Ichigo me detestaba y eso me destrozaba. Necesitaba recuperar la complicidad que tenía con él... y aunque todo el mundo supiese mi triste pasado, tendría que cargar con las consecuencias... La felicidad de mi hermano por encima de la mía. No apoyaría a Orihime aunque ese fuese mi final... Ichigo lo merecía.

Me bajé del auto y tuve ante mí esa casa tan humilde de la que Koga tantas veces habló orgulloso... Tenía que ser valiente, necesitaba recuperar todo lo que a causa de mi frivolidad estaba perdiendo, era hora de dejar ese orgullo a un lado. ¿Kaien? Sí, era mi hermano. Se marchaba con Hisana y parecían discutir, oh Dios, ¿están juntos? Más lágrimas se derramaron por mis mejillas, ¿qué estaba ocurriendo a mi alrededor? Estaba tan perdida en mi mundo y en maltratar al de Ichigo que la situación de Kaien pasó desapercibida. Ahora entendía el porqué su compromiso con María estaba roto... Hisana. Pero esta vez no cometería el mismo error, no podía hacerlo.
Limpié mis lágrimas, aparté mi vergüenza y llamé a la puerta. Varios minutos después, una mujer que nunca antes había visto, me abrió la puerta.

—¿Está Koga? —pregunté avergonzada—. Soy una amiga.

—Sí, claro. ¿Quieres pasar o le hago salir?

Tenía que ser su madre, los ojos la delataban, ¿qué hace aquí?

—Sí, ¿puede decirle que salga, por favor? —La mujer asintió con amabilidad—. Dígale que soy Riruka.

Esperé en la puerta, esperé... no saldría y eso me destrozaba. Cuando su madre se acercó de nuevo, venía sola.

—Emm... lo siento. Está dormido —me estaba mintiendo—. Me da pena despertarlo.

—Dígame la verdad, por favor —imploré—; no quiere verme, ¿verdad?

Aunque con tristeza, la mujer asintió.

—Lo siento —le agradecí el gesto y corrí de aquel lugar. En la esquina lloré como nunca antes lo hice, había perdido a Koga. Yo sola destruía mi vida.

Pvos: Kuchiki Rukia
Recoger mis cosas en casa de los Kurosaki fue mejor de lo esperado. Sólo estaban Masaki e Isshin, que muy amablemente me invitaron a merendar junto a Ichigo. Aprovechamos el momento para contarles nuestros planes de futuro. Ambos se sintieron felices con la noticia y así nos lo hicieron saber, algo que me tranquilizaba. Ahora a unos pasos de mi casa todo cambiaba, lo que me podía encontrar allá dentro era muy diferente y aunque intenté convencer a Ichigo para que no viniese... lo hacía. La tarde agradable quedaba atrás, de nuevo los problemas.

—¿Ésa es Riruka? —preguntó Ichigo, señalando un punto por delante de nosotros.

Mierda, ¿qué quiere ahora?

—Sí Ichigo, es tu hermana —me observó confuso—. Supongo que vendrá a buscarte.

—Le dije que no quería verla, sé que fue ella quien te golpeó —rehuí de su mirada apenada, de nuevo no quería recordar ese episodio—. Rukia, sabes que odio que me ocultes las cosas y mírame cuando te hablo.

Oh, ¡ordenaba! Solté una carcajada al volver a mirarlo, Ichigo se sorprendió.

—¿Qué te hace gracia? —preguntó molesto—. Rukia, sabes que me vuelve loco no saber qué te pasa.

—Tú me haces gracia. Te pones tan serio y mandón que no puedo evitar reírme, ¿sabes que no me gustan las órdenes? —Dependía del momento, pero él no lo sabría...—. No seas tan controlador, por favor.

Sonrió con amargura, pero al momento uno de sus cambios.

—¿Qué voy hacer contigo, Rukia? —preguntó observándome muy serio—. Cásate conmigo.

¿Otra vez?

—Ichigo, no empieces —su expresión se endureció—; déjalo por favor, ya sabes la respuesta.

—¿Y si quedaras embarazada?

Lo miré horrorizada, ¡niños!

—¿Qué clase de pregunta es esa? —pregunté exasperada—. Sabes que uso el parche anticonceptivo, Ichigo, no vayas por ahí.

Pero una sonrisa diabólica surcó por su rostro.

—¿Qué tramas? —Lo acusé.

—Cuidado señorita Kuchiki, tal vez un día de estos se le caiga el parche y no se dé cuenta — respondió burlonamente.

Negué sonriendo. Ichigo estaba completamente loco, eso jamás sucedería, yo controlaba el parche y... ¡un momento!

—No serías capaz —Ichigo asintió—, juro que si un día me haces eso me enfadaré muchísimo.

—Pero tendrías un hijo mío —dijo divertido.

—¡Cállate! Ichigo, estás más loco de lo que pensaba —el muy sinvergüenza soltó una carcajada, yo no pude evitar reírme con él. Qué cosas más raras decía y pensaba ese hombre—. Revisaré mi parche cada día.

Pero parecía divertido aún con ese hecho hasta que volvió a mirar a su hermana. Aparcó rápidamente y me miró extraño.

—Riruka está llorando —miré hacia ella y eso parecía.

Lloraba apoyada a una pared, como una niña pequeña. No pude evitar sentir pena, ¿podrá estar arrepentida?

—Baja, Ichigo, te necesita —lo alenté acariciando su hombro—. Escúchala, tal vez tenga algo que decirte.

—Ven conmigo —ordenó impasible—, no acepto un no por respuesta.

Volví la mirada hacia Riruka, ¿qué hacer? Tal vez sólo necesitase a su hermano para desahogarse, yo le sobraba. Ella me odia, así me lo demostraba a cada momento, pero si ese era el caso, ¿por qué está en mi casa? Algo se me escapaba de las manos. Parecía tan frágil, su cabello recogido y ropa deportiva. Nada de esa chica modelo y exigente.

—Ve tú primero Ichigo, yo bajo un poco más tarde —muy terco negó—; prometo salir, pero hazlo tú antes... Tal vez te necesite demasiado.

—Te doy cinco minutos —ordenó. Le saqué la lengua en señal de burla y suspirando, salió del auto.

Lo observé acercarse a su hermana y cuando estaba a escasos pasos de ella, ésta al verlo, se tiró a sus brazos. Parecía desesperada, se aferraba al cuerpo de Ichigo de una forma que jamás me hubiese esperado. Riruka estaba realmente mal, tal vez arrepentimiento o simplemente necesitaba recuperar a su hermano, pero estaba hundida. Ichigo se apartó buscando la mirada de su hermana y ella lloró aún más. Se aferraba a su hermano, parecía suplicarle y algo más tarde ambos miraron hacia donde yo me encontraba. No supe qué hacer, ¿bajar?, ¿no hacerlo? No quería pelear de nuevo con Riruka, aún menos en presencia de Ichigo. Pero entonces algo cambió... ambos venían a buscarme. Temblorosa, salí del auto. Riruka y Ichigo llegaron frente a mí, sus manos entrelazadas.

—Rukia, mi hermana quiere decirte algo —dijo Ichigo con expresión indescifrable.

Riruka aspiró.

—Lo siento, siento mucho mi comportamiento —el corazón me dio un vuelco, no esperaba eso de ella—. Me he cegado y no he querido ver... que a tu lado es feliz. Tal vez entre nosotras las cosas no cambien mucho, pero necesito recuperar a mi hermano y si para ello tengo que hacer esto, lo haré...

Sé que es difícil que lleguemos a ser amigas, pero al menos ser cordiales por lo que respecta a mi hermano.
Aunque no podía olvidar todo lo ocurrido, por Ichigo intentaría hacerlo.

—Yo también lo siento —me disculpé apenada—, he podido ser cruel en algún momento, pero no logro entender tu resentimiento por mí... Lo único que hago es amar a tu hermano.

Ichigo me sonrió, su mirada se iluminó y entonces pude ver tantas cosas en ella... su amor era tan grande que todo quedaba tras de mí, incluso ese hijo que podría ser suyo, su propia hermana... ¿qué le doy yo? Negativas y rechazos. Quería que fuese su esposa y yo lo rechazaba una y otra vez, ¿estoy loca? Rukia Kurosaki, empezaba a sonar bien...

—Rukia... tu hermano no quiere verme —tragué en seco. Ichigo buscó la mirada atormentada de su hermana—. Ichigo... amo a Koga, pero me he portado muy mal y me ha dejado. Necesito recuperarlo Ichigo, voy a morir sin él...

Ichigo quedó inmóvil, parecía abrumado. Yo no supe qué decir, ¿qué impulsaba a Riruka actuar así? Se declaraba libremente, algo que antes jamás hizo... Sin saber porqué, el nombre de Orihime pasó por mi cabeza.
Ichigo me buscó con la mirada. Parecía enfadado.

—No podía decírtelo, no es algo que me corresponde a mí —dije respondiendo a la pregunta que no formulaba—. Ya ves, los Kurosaki y los Kuchiki parecemos imanes.

Una sonrisa amarga brotó de ambos hermanos.

—Supongo que necesitáis hablar, yo tengo cosas que hacer —los ojos de Ichigo se clavaron en mí—. Tranquilo, todo está bien. Ve al hotel, habla con tu hermana... cuando esté lista, te llamo.

Con gesto preocupado, soltó a su hermana y se acercó a mí. Impaciente, sus labios me buscaron, aunque al principio la idea me parecía incorrecta, finalmente accedí. Me entregué a ese beso como si fuese el primero. De nuevo era un beso amargo y lleno de miedos, algo desesperado.

—Si te vuelve a tocar, lo mataré —amenazó sobre mis labios—. Te quiero, nena.

Era mi vida.

—Y yo —susurré emocionada apartándome—; te aviso en poco tiempo.

Al separarnos, pude ver el miedo en su mirada, le sonreí acariciando su mejilla.

—Todo estará bien —le prometí con ternura.

Pero nada estaba bien. Mi padre al verme llegar me encerró en mi habitación, me quitó el móvil y ahora yo arañaba la puerta. Insistía contra Ichigo, ¿qué podré decirle ya? Hisana y mamá gritaban para que
Byakuya abriese, pero a él parecía no importarle nada. En poco tiempo Ichigo empezaría a llamarme y de nuevo una batalla. Agotada, me senté sobre la cama, con un dulce que me dejó por si me entraba hambre más tarde... Menudo padre...
Cogí el dulce y lo masqué como si fuese mi propia rabia y entonces al mirar a mí alrededor, la ventana... Estaba cerrada con llaves, pero si partía los cristales podría salir. Me levanté y fui hacia el armario, cogí un chaquetón grueso y unos pantalones de chándal igual. Las zapatillas de deportes más duras que tenía y un gorro para taparme la cabeza, ¡lista!

—Byakuya, esto no está bien, ¡se quieren! Te estás pasando —Hissana regañaba a mi padre, pero él ni siquiera tenía el valor de hablar, ¿dónde estará Koga?

Armándome de valor, cogí un palo de béisbol que guardaba bajo mi cama y apunté a la ventana. Un golpe en seco y todos los cristales estallaron como la misma lluvia.

—¡Au! —Me quejé cuando uno se clavó en mi mejilla, los demás golpearon mi cuerpo pero estaba protegida. Cogí un trapo, me lo puse en la cara limpiando la sangre. Ahora tendría que saltar, antes que papá abriese. De nuevo me arme de valor y salté... pero la caída fue amortizada por unos brazos—. ¿Koga?

—Rápido —dijo en susurros. Lo seguí sin preguntar dónde me llevaba, hasta que vi su auto, ¿me ayuda a escapar?—. Vamos, Kia.

Me senté a su lado, limpiándome la mejilla. Koga rápidamente arrancó y nos pusimos en marcha.

—Koga, ¿qué hacías afuera? —pregunté confusa.

Mi hermano me observó por un momento y al ver su rostro entendí todo.

—Te conozco y esperaba que escapases, quiero ayudarte —asentí—. Kia, siento mucho todo, sé que te he defraudado y créeme, yo también lo estoy. Quiero hablar con Ichigo y disculparme por mi comportamiento, jamás volveré a meterme en vuestra relación. Quise gritar de felicidad. Aunque Koga había empeorado las cosas, tenía que entenderlo, quería protegernos y ahora pedía disculpas por ello. No podía reprocharle nada. Era nuestro hermano mayor, sólo nos cuidaba a Hisana y a mí.

—Con Ichigo, espérate... está algo nervioso, yo te avisaré —dije besando su hombro—. Por mí no te preocupes, todo está olvidado, Koga. Sólo quiero a ese hermano juguetón y divertido, lo demás queda atrás.

Con su mano derecha, me estrechó la pierna cariñosamente.

—Gracias Kia, lo estoy pasando mal —confesó con tristeza.

—Sé lo de Riruka —murmuré mirándolo—; me ha pedido perdón y está arrepentida, quiere recuperarte.

—No quiero hablar de ello, aunque me hace feliz que te haya pedido disculpas —las heridas tenían que sanar—; ahora dime dónde está el señor loco Kurosaki.

Ambos reímos como en los viejos tiempos... si él supiese... Al llegar al hotel, nada más entrar Ichigo corrió hacia mí... paró a unos pasos al ver mi mejilla tapada, y al ver mi vestimenta. Su mirada llameó.

—Quítate eso de la mejilla —ordenó fríamente—, y explícame dónde vas así vestida.

Miré a mi alrededor, su hermana no parecía estar.

—Mi padre me ha encerrado en mi habitación, he buscado esta ropa, he estallado la ventana con un palo y me he cortado la mejilla —solté de golpe—. Koga me ha ayudado a escapar, pero estoy bien.

—¿Estás bien? —preguntó con ironía, quitándome el trapo—. ¡Hijo de puta! Tu padre las va a pagar muy caro.

Sólo está furioso, me dije a mi misma.

—Vamos a curarte —me arrastró por toda la habitación, hasta llegar al baño—, no es profundo, pero se ve mal.

Examinó la herida muy preocupado.

—Es sólo un poco de sangre —le sonreí tímidamente—, estoy bien.

—¡¿Estás bien?! ¡Maldita sea, Rukia! —Me asusté ante su grito—. ¡Mírate la mejilla!

Me obligó a mirarme al espejo. Una raja, no muy profunda pero sí demasiado ensangrentada cubría la herida... Mierda, mierda. Tendría que inventar algo, tenía que salir de esa situación.

—Tengo hambre —pedí con descaro—, no me mires así, deja de gritarme y dame algo de comer.

Me relamí los labios, arrastrando la mirada por todo su cuerpo.

—¿Qué me ofreces? —Sentía su furia, habría que distraerlo... aunque para ser sincera, tenía ganas de él...—. Ichigo...

—Rukia no estoy para juegos, te voy a curar y te voy a pedir la cena —tan frío como el hielo—. No pienso tocarte, si lo hago no sé qué va a ser de ti... quiero matar a tu padre.

Ya conocía esos arrebatos.

—De acuerdo, pídeme la cena y cúrame —respondí ofendida—; ya buscaré la forma de quitarme el otro hambre.

—Rukia —me advirtió y pude ver que no estaba para juegos... tres, dos, uno...

Patada al mueble... todo hecho añicos...
Miércoles, jueves y hoy viernes, ¡sin tocarme! Las siete de la tarde y ya no teníamos más que hablar. Ya me contó que Riruka estaba muy arrepentida y que pensaba que Orihime era mala persona, por algunos asuntos personales que ambas tenían, los cuales Ichigo desconocía. Yo le expliqué lo de Koga pero Ichigo aún no quería verlo. Supimos que entre Kaien y Hisana las cosas estaban algo tensas... y que papá nos buscaba por cielo y tierra. Orihime ya estaba fuera del hospital y aunque molestaba constantemente a Ichigo, éste la ignoraba a menudo. Ichigo aún estaba en la empresa para dejarlo todo listo, yo preparaba nuestras maletas para el viaje que haríamos mañana. Pero lo hacía de muy mala gana, ¡quiero sexo! Pero a Ichigo aún le duraba la rabia y no quería tocarme "para no dañarme", hecho que ya me daba igual porque lo necesitaba y pronto. Cuando oí que alguien trataba de abrir la puerta, corrí hacia la cama completamente desnuda y me enfundé allí haciéndome la dormida. Segundos más tarde, Ichigo entraba y sentí cómo se sentaba en la cama, a mi lado.

—Rukia —su voz era dulce y cálida, la voz fría de días atrás parecía haberse esfumado—, Rukia despierta.

Abrí los ojos fingiendo un bostezo. Ichigo parecía diferente. Más calmado y tranquilo... Era mi momento.

—Levántate, voy a llevarte a cenar —dijo acariciando mi mejilla—; tengo reservado a las nueve.

Al menos saldría del hotel...

—Tengo ganas de salir —murmuré coqueta moviendo las manos bajo las sábanas—, pero déjame un poco...

Ichigo me observó extrañado hasta que vio el movimiento de mis manos.

—Rukia, ¿qué estás haciendo? —Le sonreí coqueta cuando apartó las sábanas y vio la mano sobre mi sexo—. ¿Te estás tocando?

No, pero él no lo sabría.

—Estoy hambrienta desde hace varios días y en dos me baja el periodo... Algo tendré que hacer —una sonrisa burlona se escapó de sus carnosos labios—. ¿Tienes algo para mí?

—Ya lo creo —murmuró reemplazando mi mano por la suya—, no te dañaré.

¿Se le ha pasado la rabia? Raro... aquí no había roto más nada.

—Oh... bien —jadeé cuando empezó con el movimiento—, l-lo necesitaba.

—Yo también, nena —ay, ese dedo tan juguetón... qué morbo—. Abre más las piernas.

Ansiosa y jadeante, abrí las piernas al máximo, dándole acceso a toda mi intimidad. No me importaba lo que me hiciese, pero que me hiciese algo...

—Voy a probarte —jadeé arqueándome. Imaginarlo y ya estaba loca—. Rukia, respira.

—Se me olvida hacerlo... cuanto me tocas así... —su dedo ágil me acarició en círculos, luego entró y salió de mi interior. Estaba agonizando—. Ichigo...

Entendió mi súplica, en un segundo estaba entre mis piernas, con su respiración sobre mi sexo. Ay, ay, cómo me gustaba.

—Hueles tan bien —primera lamida, primer lamento—, receptiva siempre, me vuelves loco nena.

Tras esas palabras, su boca se enterró en mi centro y gemí, gemí, gemí... No me dañaba, pero no era suave. Una lamida tras otras en ese punto exacto donde me enloquecía. Luego chupó y succionó con entrega; ay, Dios, qué bien se sentía esa lengua sobre mi intimidad, extendiendo toda la humedad alrededor con la punta.

—Ichigo —jadeé tirándolo del cabello—, más, más, más...

—¿Cuánto más? —Su voz era tan caliente como su lengua.

—Todo más —supliqué entre gemidos—. No pares, no pares.

No paró. Me lamió con deseo, pasión, haciéndome temblar con cada roce de su lengua en mi centro. Era un placer tan exquisito y necesitado a la vez que me estaba volviendo loca, sobre todo cuando sus manos empezaron a subir sensualmente por mi vientre, para apoderarse de mis pechos. Esas caricias tan lentas que derretían y esas lamidas ahora tan tímidas y suaves que me desarmaban.
Temblé cuando Ichigo mordió ese punto sensible y entonces estalló el caos. Tiré de su cabello, lo empujé a morderme, lamerme y succionarme entre gemidos necesitados y cuando sentí esa sensación que quemaba mi cuerpo, me dejé ir.

—Oh, Ichigo —temblores y más temblores, me estaba consumiendo con ese orgasmo tan explosivo, lo necesitaba... Tantos días—. Ichigo, por favor.

Continuó lamiendo mi sexo, impregnándose del sabor del mi placer, hasta que finalmente me derrumbé sobre la cama, sin apenas fuerzas pero con ganas de más.

—Rukia —murmuró acomodándose entre mis piernas—, pruébate.

Buscó mi boca y entonces entendí sus palabras. Salado, su boca estaba salada a causa de mi sabor, no era un sabor delicioso pero tampoco sabía mal. Besé sus labios, lamí su lengua y devoré su boca, unos segundos más tarde su virilidad me invadía, haciéndome gritar como una gatita en celo.

—Suave, Rukia, suave —no era primitivo, no era salvaje. Era tierno y delicado en cada dulce embestida. Su cadera se balanceaba hasta chocar con la mía, en esa mágica unión de nuestros sexos. Era agonizante cada vez que me llenaba por completo para luego sentir ese vacío—; nena...

Enredé las piernas en las suyas, acaricié sus hombros y mordí sus labios cada vez que se profundizaba en mí con esas estocadas tan eróticas y sensuales. En círculos, dentro, fuera, ¡ah! Tanto placer no podía ser bueno... Una mezcla extraña de querer sentir cómo mi cuerpo temblaba a causa del orgasmo y a la vez querer propagar el momento como el mismo fuego... Ichigo me arrasaba y enloquecía en cada estocada, su pene me invadía y mi intimidad lo acogía con ardor. Sentí cómo vibró en mi interior, era la sensación más maravillosa del mundo. Ese momento tan intenso y lento cuando
Ichigo empujaba entre jadeos estrangulados, con nuestros cuerpos fogosos llenos de deseo por el otro... Delicioso.

—M-más rápido —me quejé impaciente levantando la cadera para salir a su encuentro, para sentir cómo me llenaba hasta el fondo, muriendo de placer—. Hm...

La cadera de Ichigo chocó más fuerte contra la mía, sus besos se hicieron demoledoramente calientes y sus manos sobre mis pechos eran puro fuego. Me ardía todo el cuerpo... necesitaba de nuevo ese momento y cuando me embistió con estocadas más cortas y rápidas, sentí cómo me desplomaba y caía de nuevo al vacío.

—Joder —gruñó cuando sintió mis temblores, momentos después su cuerpo convulsionada, llenándome de él—. Joder, joder, Rukia.

Fui incapaz de moverme consumida por él y por ese placer que conseguía darme. Me sentía tan agotada que sólo quería dormir.

—Rukia —abrí los ojos y me encontré con los ojos cafés más hermosos del mundo: los suyos—, la cena, vamos a ducharnos.

Con pereza ambos nos levantamos. Nos metimos en la ducha y ahí entre roce y roce, de nuevo se encendió la cosa... algo rápido y primitivo, algo a lo Ichigo. Nos enjabonamos entre risas y finalmente salimos de la ducha. Ichigo escogió ropa muy elegante de traje negro, por lo tanto me sentí en la obligación de hacer lo mismo. Cogí un vestido rojo pasión, largo, con el cabello recogido y tacones negros, al igual que la chaqueta. Ichigo me observó y pude ver su desacuerdo por el vestido. Discutimos, pero no le di el gusto de quitármelo... Eso no podía ser. Llegamos al restaurante, cerca del hotel... pero al menos era otro ambiente. Nos guiaron hasta un reservado muy elegante y fino. Todo transparente, con cristales muy gruesos. Pedimos pescado a la plancha con verduras, un poco de sopa y ensalada. Un buen vino, y el postre... ya vendría luego...

—Esta noche quiero que descanses, mañana tenemos que viajar —comentó Ichigo mientras comía—. Siento que no tengas mucho tiempo para disfrutar de España por mí, pero necesito estar aquí el lunes. Harás el reportaje —carraspeó—, y volveremos.

—Lo sé —le sonreí tímidamente—, y por el viaje no te preocupes, ya iremos en otro momento.

Dejó de comer cuando nos sirvieron el vino nuevamente y me miró con intensidad.

—Podría ser una buena luna de miel —tragué el pescado, nerviosa—. Rukia, ¿si te propusiese matrimonio formalmente me rechazarías?

De nuevo eso. La verdad en estos días lo medité mucho y siempre llegaba a la misma conclusión: el miedo a precipitarme.

—Pruébalo —lo reté coqueta. De esa forma el tema quedaría para otro momento—, con anillo y todo.

—Por supuesto —parecía complacido—. Rukia...

Pero entonces una mujer posó la mano en el hombro de Ichigo... Nelliel.

—Siento molestaros, pero al veros no he podido evitar entrar en el reservado para saludaros —Ichigo parecía tenso ante esa visita, la muy zorra se inclinó para besar sus mejillas provocándolo con el escote—; me alegro de verte.

Un gesto con la mano fue mi saludo.

—Sí Nelliel, un placer —respondí con sarcasmo, ¡lo que faltaba!—. Supongo que tu acompañante te espera.

Maldita... se había acostado con mi hombre y encima le coqueteaba en mi cara. Ichigo parecía ausente con la mirada puesta en mí. Yo empecé a ponerme muy nerviosa con la mano de Nelliel sobre su hombro. ¿Lo está masajeando? Oh, oh.

—Nelliel, me alegro de verte pero Rukia y yo queremos privacidad —habló Ichigo, apartando la mano de su hombro—. Buenas noches.
——> Continuación en la imagen siguiente

la chica del servicio (ichiruki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora