Capitulo 10 "Sentimientos encontrados"

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  Pvos: Kuchiki Rukia

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Pvos: Kuchiki Rukia

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Acaricié su cabello con la mano derecha, con la izquierda cogí el celular para avisar a

Hisana. Ichigo había pedido que me quedase, y yo no deseaba otra cosa en esos momentos más que complacerlo. Lo sentía tranquilo, posiblemente dormido entre mis brazos, y esa sensación fue tan intensa como abrumadora. No quería sentir por él, no quería, pero ya lo hacía.

Mensaje: de Rukia a Hisana. A las 7:50 a.m.

*Hisana, no me encuentro muy bien, ¿te importaría servir el desayuno? Estaré mejor si descanso un poco.*

¿Qué haré con él? ¿Qué haré con todo? Las cosas estaban muy claras entre nosotros: Ichigo desea mi cuerpo, a veces sentía que me necesitaba a mí. Eso podía ser posible, pero, ¿hasta qué punto? La respuesta estaba clara, él mismo me lo advirtió hace apenas unos días... "Rukia, no quiero que nadie más la pruebe. Porque soy muy egoísta. No lo hará, dime que no lo hará. No al menos el tiempo que sea mía.". Cuando se aburriese de mí, me mandaría lejos, en el olvido. ¿Dejaría que entrase en mi corazón para luego destrozarlo? No podía permitírselo.

El móvil vibró.

Mensaje: de Hisana a Rukia. A las 7:56 a.m.

*Está bien, no te preocupes. Descansa un poco y luego nos vemos. Hoy sólo estará la señora Masaki para el desayuno, no habrá problemas. ¿Seguro que podrás hacerlo más tarde?*

Rápidamente le respondí.

Mensaje: de Hisana a Rukia. A las 7:57 a.m.

*Sí, a la hora de la compra estaré en la cocina. Haré el resto de la jornada, luego te veo.*

Y antes que todo volviese a darme vueltas en torno a Ichigo, preferí dormir abrazada a él...

Un movimiento en la cama me hizo despertar. Al abrir los ojos me encontré con su mirada puesta en mí. Al instante sentí cómo me ruboricé, ¿qué hace?

—Buenos días —dije confusa.

Un suspiro escapó de mis labios al ver ese hermoso rostro. Cómo extrañé esos ojos marrones, esa mirada.

—Hola.

—¿Ha dormido bien? —pregunté un poco tensa.

Su mirada se fijó en cada una de mis facciones, pero parecía frío nuevamente. ¿Qué estará pensando?

—Algo así —respondió incorporándose. Se sentó al filo de la cama y se acunó la cara entre las manos. Aún seguía desnudo al igual que yo, no pude evitar desearlo de nuevo. Aun así, la preocupación de verlo en ese estado pudo más que el deseo.

—¿Qué le pasa? —pregunté, tocando su hombro para relajarlo, pero surgió el efecto contrario—. ¿He hecho algo mal?

Se giró un poco, su mirada se volvió hacia mí. De repente parecía más cálida y atenta... De nuevo ese cambio tan brusco que me desconcertaba.

—Todo está bien —hizo amago de sonreír, pero no llegó a hacerlo.

Ahora me sentía frustrada de nuevo. ¿Por qué se comporta así? ¿Por qué parece tan abatido?

El silencio se hizo pesado entre nosotros, enseguida busqué algo para romper el hielo. Parecía distinto, triste, frío, y yo odiaba verlo en estado. Se veía tan preocupado y frustrado de nuevo. ¿Tendré yo la culpa?

—Cuénteme sobre el proyecto —sonreí animándole—. Ha vuelto muy pronto, ¿ya tiene a la modelo?

Asintió, y en un momento parecía divertido. Nuevo cambio.

—¿Qué le hace tanta gracia? —pregunté sentándome sobre mis rodillas.

Ichigo me observó, en un momento parecía despreocupado de nuevo. Se sentó en la cama frente a mí, apoyando su espalda en el cabecero blanco. Y arrastró su mirada por todo mi cuerpo, haciendo que yo temblase.

—Usted será la modelo, señorita Kuchiki.

Bufé divertida. Ahora bromeaba...

—Está bromeando, ¿verdad?

—¿Usted me ve cara de bromear? Anoche me dijo que no le importaría, incluso parecía entusiasmada. Por eso he vuelto tan pronto. —Su expresión se endureció un poco—. Solamente estará presente el fotógrafo, Hirako, usted y yo por supuesto. Serán pocas fotografías, el reportaje sólo saldrá en España. No tendrá que enseñar nada, más bien insinuar tal como usted sugirió. ¿No quiere hacerlo?

Me levanté de la cama pensativa. ¿Está loco? Yo de modelo insinuando, ¿insinuando qué? No creía que mi cuerpo pudiese funcionar para esa clase de reportajes. Me temblaron las piernas. ¿Cómo iba yo a pensar que él tomaría enserio mi propuesta? ¡Sólo bromeé! Por otro lado, Ichigo volvió porque pensó que yo podría ser su modelo, ¿si le digo qué no, se irá de nuevo? Ante ese pensamiento algo se movió en mi interior. No quería verlo marchar de nuevo, no ahora que sabía que tenía menos días para pasar con él.

—Claro que lo haré. Aunque la verdad me sorprende —dije pensativa—: No sé qué tal lo voy a hacer, tal vez sea una idea descabellada.

—Rukia, ¿usted no se da cuenta verdad? —Su voz sonó atrevida. Su mirada ardió en deseos sobre mi cuerpo desnudo—. Su cuerpo es tremendamente sensual, puede tentar hasta al hombre más duro de la faz de esta tierra.

Me estremecí ante su halago. ¡Quería comérmelo a besos! Entonces la pregunta que tanto me atormentaba desde aquel beso, resurgió de nuevo.

—¿Por qué me besó mientras...? —"Sexo" ahora no sonaba tan bien como antes.

Se tensó, y supe que ese era un terreno prohibido. ¿Por qué no cierro la maldita boca?

—No quiero hablar de eso ahora —respondió cortante, incorporándose.

Un momento después estaba frente a mí, acercando su cuerpo al mío sensualmente. Me sostuvo por las caderas, con posesión. Gruñó, y quise gemir cuando sentí su miembro tan hinchado sobre mi muslo. Con ese hombre quería más, siempre más. Eso empezaba a asustarme.

—Rukia, sé que mañana es su día libre, pero me gustaría que hiciésemos el reportaje mañana mismo. De lo contrario, tendríamos que esperar hasta el próximo domingo y lo necesito cuanto antes. ¿Tenía planes? —Demasiada calma y paciencia en cada una de sus palabras.

Pero a mí me sonaba muy lejano todo lo que decía. No podía pensar cuando sus manos acariciaban con tanta delicadeza mi cintura. Cuando lo oía hablar con esa voz tan seductora y amable a la vez. Necesitaba sentirlo dentro de mí, lo necesito ahora.

—Emm... iba a estudiar —musité contoneándome, provocándolo. Su cuerpo era como un imán para mí, quería tentarlo de nuevo para que me volviese a tomar. Ichigo suspiró y sentí que ocultó un gruñido. Un segundo más tarde acarició mi pecho muy despacio, haciendo que yo me arquease—. T-tengo que estudiar, p-pero no importa. Lo haré en otro momento... La universidad empieza antes de tiempo y no quiero descuidarlo demasiado.

Todo movimiento sobre mi cuerpo se paralizó de golpe, con inquietud buscó mi mirada. Me desconcertó por un momento, ¿está furioso?

—Se va antes entonces —afirmó duramente—. ¿Cuándo será eso?

Ay, Dios ¿qué pasa ahora?

—Emm... la universidad comienza el uno de septiembre... —traté de tragar el nudo que se formó en mi garganta—. Supongo que he de irme de aquí a mediados de agosto. Aunque mis padres viven en Phoenix, la universidad les queda a un par de horas. Necesitaré buscar departamento y acomodarme un poco. Sí, supongo que me iré a mediados de agosto, para cuando empiecen las clases estar totalmente instalada y tener todo preparado para concentrarme únicamente en los estudios.

Con gesto brusco me soltó. De repente sentí frío en mi cuerpo. Su cuerpo calmaba mis ansias, mi frío, mi fuego... ¿Qué le pasa ahora? Me giré y lo seguí para buscar su mirada, buscando algún signo que me dijese lo que estaba pensando. Pero su máscara de hielo estaba ahí, en su rostro y en sus ojos.

—¿Qué? ¿Qué he dicho? —pregunté confundida.

Su puño se estrelló contra el armario y supe que venía su batalla particular. Asustada, me posicioné delante de él, su puño quedó suspendido en el aire

—. Por favor, por favor, pare. Su familia va a venir...

Pero nada le importó. Se apartó de mí, golpes y más golpes en la habitación. Temblorosa, me enfundé mi antigua camiseta y me senté en el suelo, en un rincón, esperando que se le pasara la rabia.

¿Por qué todo esto? Muchísimos sentimientos encontrados se agolparon dentro de mí. Rabia por no poder detenerlo, dolor por ver su sufrimiento y ternura por ese hombre que a pesar de lo agresivo que parecía... era tan vulnerable.

—¡Mierda! —gruñó arrasando con todo lo que había encima de mi escritorio, haciendo que todo quedase en añicos. Llorando, me tapé la cara con las manos. No quería verlo así. ¡No! Dolía demasiado...

—Rukia, ¿qué ocurre...? —La voz de la señora Masaki se cortó de golpe, supe que había entrado y contemplaba la escena con horror. Cuando levanté la mirada hacia ella, me observaba apenada, no pude más que llorar aún más ante la vergüenza de la situación. Ichigo dejó de luchar contra todo y su mirada fue de hito en hito, de su madre a mí—. Siento tener que haber abierto con llave, pero me asusté. Gracias a Dios que su hermana salió a hacer la compra por usted. Senna está limpiando la piscina, no hay más nadie en casa.

Observó a su hijo con recelo y segundos después se encaminó hacia mí, arrodillándose a mi lado.

Avergonzada y asustada por todo lo que podría suceder, volví a taparme la cara con las manos. No pude mirarla, ¿qué pensará ahora de mí?

—Rukia, tranquila —susurró acariciando mi cabello con ternura—. Todo está bien por mi parte. También por la parte que concierne a mi hijo, ¿verdad, Ichigo?

Supe que la última palabra fue una advertencia, y eso hizo que me sintiese más culpable. Yo en algún momento causé la rabia en él. ¿Por qué?

—Masaki, déjanos solos por favor —pidió Ichigo con calma.

—¿Estás seguro? —Masaki volvió a acariciarme—. Está bien, trata de calmarla por favor. Cuando puedas necesito hablar contigo.

Volví a sollozar por él. ¿Tendrá problemas con ella?

Un silencio eterno se hizo en la habitación tras la marcha de la señora Masaki, un poco después sentí sus pasos hacia mí. Tratando de estar calmada, levanté la mirada hacia él. Se veía aterrado por su propio comportamiento, sentí que me oprimía el pecho por el dolor de verlo tan desarmado.

Impulsada por algún sentimiento desconocido para mí, me incorporé y me lancé a sus brazos llorando. Me apreté contra su cuerpo, con las manos aferradas a su pecho, hundiendo mi rostro en él.

—Perdóneme, no sé qué he hecho mal. No sé qué he dicho para enfurecerlo así —sollocé temblorosa.

Suspiró, aun así sus brazos no me consolaron.

—No ha sido usted, simplemente soy yo, Rukia —su voz sonó tan fría, como necesitada. Al volver a mirarlo, nuestras miradas se encontraron. En sus hermosas facciones se dibujó una mueca dedolor—. Deje de llorar, por favor, no me gusta verla así. Sobre todo sabiendo que lo he causado yo.

A pesar de sus palabras, nada en él hacía por consolarme. Sus brazos continuaban a cada lado de su cuerpo sin tocarme. ¿Por qué es así? ¡Yo necesito su abrazo, yo necesitaba su consuelo!

—El otro día me dijo que esta era la única vía de escape que encontraba para descargar su rabia o su dolor, ¿qué he causado yo? ¿Y por qué? —Mi pregunta con tanta intensidad pareció desconcertarle, pero por su expresión supe que no me respondería. Furiosa me aparté de él—. ¡Te odio! Te odio... por hacerme sentir así de mal sin saber porqué —susurré dolida.

—¡Cállese! No me hable así —la rabia volvió a apoderarse de él. Con movimiento violento tomó mi mentón para que lo mirase a los ojos—. Rukia, necesito hacerla mía ahora mismo para volver a sentirme bien. Dígame que a pesar de ser un imbécil como soy, me va a recibir como siempre. Que no me odia. Dígamelo por favor, necesito oírlo.

Cerré los ojos ante sus palabras. A pesar de su dura expresión parecía una súplica. ¿Por qué me tengo que sentir así de vulnerable ante él? ¡No quería!

—Rukia, míreme —abrí los ojos ante su voz tan rota. Me encontré con su hermoso rostro y pude ver el dolor reflejado en el. Sus ojos dorados estaban oscuros, llenos de pesar—. ¿Qué piensa? Rukia, dígame algo o me voy a volver loco.

Con más calma limpió mis mejillas, sólo entonces logré relajarme. Eso era lo único que necesitaba, su abrazo, su consuelo. Lo necesitaba a él.

—No, no lo odio. Tome lo que quiera, pero no me lastime —el corazón, quise decir.

Su mirada se volvió más triste aún. Con un movimiento rápido me arrebató la camisa y me tomó en brazos, quedando a horcajadas sobre él. Temblorosa por su desesperación, envolví las piernas en torno a su cintura.

Por su expresión supe que no me dañaría, aunque tampoco sería suave. Un segundo después, sentí cómo su miembro entraba en mí de la forma más salvaje posible, haciendo que gimiese al instante.

—Perdóneme por todo —suplicó sobre la base de mi garganta, cuando se disponía a lamerla. No pude más que derretirme en sus brazos. ¿Por qué es así? Un momento tan frío, al siguiente tan caliente. Tan brusco y vulnerable a la vez. ¿Por qué?—. Rukia.

Me abandoné ante él, ante sus suplicas. Enredé las manos en su cuello y me dejé llevar por esa sensación que tanto me consumía cuando estaba a su lado. Más salvaje de lo habitual, se movió por la habitación y me estrelló contra la puerta. Tomó mis manos y las enredó entre las suyas por encima de mi cabeza, quedando totalmente a su merced. Empezó a embestirme de manera loca, sin miramientos.

Agonizando cuando mis pechos se estremecían por el contacto de su pecho, aplastado sobre los míos.

De nuevo sentí esa necesidad de besarlo, para sentirme completa.

—No lo haga. No hoy, por favor.

—Por favor, quiero hacerlo —supliqué a un paso de ellos. Pero no dijo nada. Continuó con la danza de su cadera contra la mía. Desarmándome en cada salvaje y dura embestida. Haciéndome enloquecer por la magia de nuestras miradas entrelazadas—. Necesito sentirlo por completo, por favor.

—Ay, Rukia. ¿Por qué me lo pone todo tan difícil? —Temblorosa, no hice caso de su advertencia y me fundí en sus labios. Se tensó, sus manos hicieron más presión sobre las mías. Las estocadas se hicieron más abrasadoras y calientes. Haciéndome llegar a la conclusión, que jamás tendría suficiente de él, jamás. ¿Hasta cuándo duraría ese jamás?—. Rukia, tiene una herida en el labio de esta mañana y no quiero herirla de nuevo. Con usted no me puedo controlar.

—No lo haga entonces. No se controle —mi voz sonó más a suplica que a cualquier otra cosa, pero me funcionó. Sus labios apresaron a los míos con un ansia sobrenatural, su cuerpo se pegó aún más al mío y comenzó a tomarme muy duro. Sentí que moría del placer. Me sentía muy mojada, muy caliente y muy loca por él. No había vuelta atrás, lo sabía—. Me gusta cuando es suave, salvaje, tierno, explosivo, duro. Me gusta cuando me lo hace de todas las formas, siempre se siente bien. Haga lo que quiera conmigo.

Lo sentí enloquecer con esas palabras. Las embestidas se hicieron más bruscas y algo dolorosas.

Su cadera embestía con fuerzas, haciendo que en la puerta se oyesen los golpes de cada dura estocada.

Sus besos se hicieron más calientes, y sentí que lo necesitaba demasiado. Su lengua me buscó con un inmenso anhelo y la mía accedió toda a él. Mis labios siguieron el juego de los suyos, mordiéndolos, chupándolos, lamiéndolos. Éramos como dos animales hambrientos y salvajes, devorándose el uno al otro, tomándonos con esa pasión tan abrasadora, tan insaciable que hacía arder cada centímetro de nuestros cuerpos unidos.

—Esto es una locura —gemí lamiendo su lengua. Era una locura, claro que lo era. Ichigo se estaba adentrando muy profundo en mi interior, y no sólo en ese momento—. Dígame qué he hecho mal. Necesito saberlo.

Lentamente, dejó de besarme. Angustiada, me solté de sus brazos y tomé su cara entre mis manos, buscando su mirada.

—Rukia no me torture más. Entrégueme todo de usted el tiempo que esté aquí —el tiempo, el tiempo... Mi corazón sufrió otro vuelco.

—Dígame qué no se ha puesto así porque me voy antes... —supliqué—. ¿Ha sido... eso?

Empujó su cadera más fuerte contra la mía y me rompí en mil pedazos entre sus brazos.

—Ichigo, Dios, Ichigo —un orgasmo tan arrebatador como intenso, se apoderó de todo mí ser. No pude más que entregarme a él gimiendo una y otra vez su nombre, suplicando ese porqué—. Ichigo, contéstame por favor.

La ultima suplica fue apenas audible a causa del terremoto de sensaciones que hervía en mi interior.

—No. ¡Mierda! No es eso —de nuevo me embistió con fuerza, en una estocada atormentada y agónica por su parte. No pude evitarlo, y convulsioné de nuevo haciendo que llegase a otro orgasmo tan intenso como el anterior. Ansiosa, busqué sus labios presa de lo agónico que era el momento, sobre todo presa del dolor que me suponían sus palabras—. Dios. Rukia.

Tembló en las dos últimas y salvajes embestidas, explotando dentro de mí, sin dejar de gruñir y de maldecir en ningún momento. Sus labios no dejaron de saborearme; hasta pareció agotado, satisfecho, por lo que acabábamos de sentir.

—¿Qué mierda me ha hecho? —susurró dejando un tierno beso en la herida de mi labio.

Busqué su mirada desconcertada.

—Olvídalo —cortó secamente. Aún con nuestras respiraciones agitadas seguimos así de perdidos en la mirada del otro. Unos minutos después tragó saliva—. Rukia, si la respuesta a su pregunta hubiese sido diferente, ¿habría cambiado algo?

Enseguida supe de qué hablaba, y me sentí morir. Mi cabeza dio vueltas y vueltas. ¿Cambiaría algo que me quisiese aquí? ¿Me conformaría con sólo eso? ¿Dejaría mi vida atrás por un breve tiempo a su lado? Ichigo se aburriría de mí, sería borrón y cuenta nueva en su viva.

—No —respondí temblorosa. ¿Qué clase de pregunta es esa?

Por un momento me pareció vislumbrar en su mirada decepción.

—Entonces, no es cierto que me ha extrañado —afirmó duramente, soltándome despacio.

De nuevo me sentí fría sin su calor.

—Señor Kurosaki, yo no soy mentirosa —respondí furiosa—. ¿Por qué no deja de cuestionar cada una de mis palabras?

Ichigo me observó con verdadera intensidad.

—Sabe que no lo puedo evitar —ahora parecía decaído y quise abrazarlo—. Forma parte de mi personalidad ser desconfiado, frío, distante. Al igual que otras veces atento y amable, es algo que no puedo controlar.

Y de nuevos más preguntas sobre él y sobre su vida me perturbaban.

—Cuando su madre se fue, ¿estuvo en un centro de adopción? —Ichigo se tensó, pero aun así asintió—. ¿También lo ignoraron allí?

—No —sonrió con melancolía—. No me mostraron un afecto especial, pero tampoco me ignoraron. Allí estuve bien, no me faltó de nada. En aquel lugar conocí a Hirako.

—No había oído hablar antes de él, ¿me cuenta? —Ichigo asintió, y ambos nos sentamos en la cama.

Por primera vez me sentí realmente cómoda. Parecíamos dos amigos dispuestos a hablar. De nuevo me dio ternura, era un momento muy cómplice.

—Al él lo adoptaron antes que a mí. Pero él estuvo mucho más tiempo que yo. Ya que cuando yo llegué él ya estaba allí —las marcas de dolor y de tristeza resurgían en su hermoso rostro—. Cuando salí, volvimos a mantener algún tipo contacto, pero quedó en nada. Y cuando Isshin me propuso que yo montase mi propio negocio, rápidamente pensé en Hirako. Hemos sido socios, pero ya no me parecía un amigo. Todo se enfrió cuando nos separamos. Aun así lo busqué porque sabía que él lo pasó tan mal como yo. Pensé que si yo triunfaba quería que él lo hiciese conmigo, lo merecía.

Se detuvo un segundo y al verlo así no pude evitar decirle lo que pensaba de él. Ese hombre era mucho más de lo que yo esperaba.

—Eso fue muy generoso por su parte, no lo haría cualquiera —me regaló una sonrisa y acarició mi mejilla con el dorso de su mano. De nuevo algo me oprimió el pecho. ¿Por qué tengo ganas de llorar ante ese tierno contacto? ¿Por qué él es tan bipolar?

—No quiera ver donde no hay —su voz fue calmada, pero sus facciones denotaban frialdad—. En estos días que he estado fuera he creído entender que me he equivocado con Denis —lo miré ceñuda—. A pesar de estar de fiesta tanto como Uryuu, me ha demostrado ser un gran amigo, cosa que no vi antes. Ha estado pendiente de mí en todo momento, y cuando le dije que volvía no quiso dejarme solo.

Se vino conmigo en el vuelo de camino hacia aquí, en cambio Uryuu se quedó en Madrid.

—No me fio de Uryuu —era un pensamiento, pero una vez más mi boquita hablaba sola. Ichigo me miró intrigado—. No me inspira confianza. Pienso que se aprovecha de su situación al saber que es su único amigo, y juega con eso en su favor. Un amigo de verdad no se hubiese acostado... en fin, ya sabe lo que quiero decir. Tal vez si debería prestar más atención a Hirako...

Ichigo pareció pensativo, se levantó y comenzó a vestirse. Suspiré con tristeza, ya se iba.

—¿Por qué desconfía tanto de las personas? —Sus ojos verdes me lo dijeron, estaba en la línea prohibida.

—Señorita Kuchiki, déjeme decirle una vez más que usted pregunta demasiado —me tumbé sobre la cama, me tapé con las sabanas mientras él continuaba vistiéndose—. Hirako vendrá luego a conocerla.

Asentí con pesar. ¡Posar, yo!

—Rukia, es imposible volver a confiar en alguien cuando la persona en la que más confías te abandona, haciendo que esa confianza quede hecha añicos —confesó cuando yo creí que ya no respondería a mi pregunta, dejándome sorprendida.

Intentando consolarlo, estiré la mano hacia él para que se sentase junto a mí en la cama. Pareció vacilar, aun así se sentó a mi lado, tomando mi mano.

—No quiero que se vaya —susurré incorporándome para acariciar su mejilla.

¿Cómo puedo calmar su dolor?

—Yo tampoco —busqué su mirada con desesperación necesitando que me estuviese pidiendo que no me fuese en agosto. Pero su mierda máscara de hielo estaba entre nosotros de nuevo. ¿Cómo saber qué piensa o siente en cada momento si él se oculta ante mí?—. Rukia, he de irme, tengo que hacer algunas cosas.

Suspiré, volvía a cambiar de tema. ¿Qué hacer con él? Entonces una punzada de ¿celos? me cegó por completo.

—¿Va a verla a ella? —Ichigo me miró sorprendido, en un segundo rozó sus labios sobre los míos con delicadeza y con su mano acarició mi vientre a través de las sabanas. Sentí una corriente eléctrica quemando todo mi cuerpo. Todo estaba llegando demasiado lejos...

—Ella no sabe que he vuelto —confesó dándome dulces y pequeños besos en los labios—. Sólo lo sabe usted y ahora Masaki.

Avergonzada, me aparté. ¿Cómo la miraría ahora a la cara?

—Rukia, ¿qué ocurre?

Suspirando, negué con la cabeza.

—Rukia, ven aquí —con suma delicadeza, me cogió en brazos y me sentó sobre sus rodillas como si fuese una niña pequeña. Quise llorar de nuevo, me hacía sentir demasiado cuando se comportaba así de amable y tierno—. Masaki no la va a juzgar, en todo caso me reñirá a mí por mi forma de comportarme con usted.

Quedé callada, yo no estaba tan segura de eso. Al ver que yo no respondía, levantó mi mentón con su dedo.

—¿Está bien? —Asentí sorprendida. ¿A qué viene eso?—. Siento haberla asustado así. Siento el destrozo que he causado a sus cosas... El lunes le diré a Masaki que necesito tiempo con usted, la voy a llevar a comprar todo lo que le he destrozado.

—No es necesario... —pero sus labios se acercaron a los míos acallando cualquier protesta, y me besó.

Me besó de nuevo con ternura, en un beso tierno y entregado. Sentí que todo daba vueltas a mí alrededor, ¿por qué me tengo que sentir así? Su lengua se entrelazó en la mía con dulzura, parecía suplicarme perdón por todo lo ocurrido. Entonces lo besé con más fervor, haciendo que fuese un beso cálido y con sentimiento, deseando que sintiese que yo le perdonaba todo por lo que él suplicase. ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué me comporto así? ¿Dónde me estoy metiendo?

Pero sus besos hicieron que me desarmase en sus brazos, olvidando todo lo que podría venir luego... Antes de apartarse dejó un reguero de dulces besos sobre mis labios, apartándose finalmente con un pequeño y suave mordisco en ellos.

Cuando se apartó, sentí que de verdad lo necesitaba conmigo. Sentí pánico que se fuese de mi lado, que se encontrase con ella. Sabía que algún día todo eso pasaría, pero aún no estaba preparada para ello.

—Rukia, ¿me ha perdonado? —Asentí temblorosa apoyando mi frente sobre la suya—. ¿La veré en la noche?

Su pregunta fue intensa. Rápidamente busqué su mirada ilusionada por sus palabras. Él tenía un efecto muy importante en mí, también sus ojos.

—Si usted quiere... me gustaría pasarla con usted —asintió con una sonrisa que me desarmó—. Lo veo luego entonces.

—Hasta luego, entonces —musitó con intensidad regalándome un largo y apasionado beso.

Pvos: Kurosaki Kaien

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¡Genial! Acabábamos de contratar al jardinero y ya no estaba en su puesto.

—Senna —rápidamente se volteó hacia mí—. ¿Por qué está usted cortando el césped en vez de Ashido?

—Bueno, es que cuando él ha venido ya lo estaba haciendo yo. Le he dicho que no me importaba acabarlo —¿me está coqueteando?—. ¿Necesita algo más?

—No, gracias. ¿Dónde está él ahora?

—En la cocina con Hisana—sentí como si me diesen un puñetazo. ¿Qué diablos hacía con ella?—. Hisana le ha ofrecido amablemente un café mientras yo termino.

Con paso firme me dirigí hacia la cocina. Esa niña me iba a volver loco. Desde aquel día que llegué a la cocina y sin saber cómo terminé liándome con ella, no pude volver sacarla de mi cabeza.

Ichigo me advirtió que no me acercase a ella, o su hermana Rukia sería capaz de contárselo a Miyako. Evitando cualquier tipo de escándalo no me volví a acerca a ella. La veía alguna que otra vez desde lejos cuando le preguntaba a mi madre el menú del día, a veces me observaba con tristeza y yo no podía hacer nada. Ahora pensaba que tal vez me precipité comprometiéndome con Miyako, pues Hisana me gustaba de verdad. ¿Qué hacer? Mi familia parecía feliz ante mi próximo matrimonio con Miyako, ¿cómo acabarlo?

Las cosas con María desde que estuve con Hisana se enfriaron bastante, ella no entendía por qué... yo en cambio sí. Haber hecho el amor con Hisana una sola vez me llenó más de lo que jamás logró Miyako en el tiempo que llevábamos juntos.

Al entrar en la cocina pude comprobar que Hisana reía divertida con Ashido. A pesar de los celos que eso me causó, ¿cómo puedo pararlo? ¿Seré tan egoísta de pararme ante ella para decirle que no coquetee con ningún otro hombre cuando yo estoy comprometido? ¡Mierda! Con rabia me di la vuelta, debía de hacer algo para romper con Miyako.

Pvos: Kurosaki Ichigo

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Tomé una pastilla para aliviarme el dolor de cabeza y volví a tumbarme sobre la cama.

¿Qué diablos me está pasando? Desde que me alejé de Rukia horas atrás, no había podido olvidarla.

Demasiadas cosas en un solo día.

Tomé el primer vuelo que pude al verla tras esa pantalla. Mis ganas por hacerla mía era una tortura, pero al llegar y tenerla ante mí, entendí que eso no me era suficiente. Por eso la besé mientras la tomaba, ¡mierda! ahora entendía que le hice el amor... Algo muy diferente a todos los demás momentos con ella... Sentí la necesidad de fundirme en Rukia pero de forma más lenta, más cálida.

¿Qué mierda? Besarle a la vez que le hice el amor fue mi perdición, no pude sentirme más completo en toda mi vida. Incluso tuve la necesidad de dormir abrazado con ella, ¿qué es todo eso?

Obsesión, ¿qué otra cosa puede ser? Ahora Rukia me confesaba que se iba, una sensación de rabia y dolor se apoderó de mí. Me abandonaba, se iba cuando ella era la única persona con la que realmente volvía a sentirme vivo. Pero se iba sin mirar atrás. A pesar de su ternura y de extrañarme se iba. Yo sentía que le gustaba, que me deseaba, pero nada más allá de eso. Esa niña me complementaba, me escuchaba, me aconsejaba. Sobre todo me entregaba todo cuanto yo necesitaba.

¿De qué me sirve? Todo esto tenía un fin y era más pronto de lo que pensé. ¿Por qué debería importarme?

—¿Ichigo? —Me incorporé al oír a Masaki tras la puerta.

—Pasa —cuando entró, me sonrió y se sentó a mi lado en la cama.

Me observó con ternura, no pude más que devolverle el gesto. ¿Qué hubiese mi vida sin ellos?

—Hijo, necesito que hablemos —asentí. Le debía una explicación y sobre todo una disculpa—. ¿Qué ha pasado con Rukia?

Suspiré, ¿cómo empezar?

—Masaki, Rukia y yo tenemos algo —asintió rápidamente—. Quiero confesarte que no me he portado bien con ella desde el primer momento —suspiré apesumbrado. Necesitaba contárselo a Masaki. Siempre me entendía y apoyaba, aunque en este asunto no estaba tan seguro—. Cuando Rukia llegó a la casa, sentí necesidad de ella de pronto. Parecía tan alegre, a la vez tan desobediente que me dejé arrastrar por los impulsos. También estaba pasando un mal momento con Orihime... El primer día, apenas los primeros minutos le dije lo que quería de ella —Masaki se sorprendió, pero aun así sus manos no dejaron de acariciarme con ternura de madre—. La acorralé entre la puerta y mi cuerpo y la toqué sin su permiso. Masaki, no me preguntes qué me pasó. Sé que eso fue cruel por mi parte, pero tuve un día horrible con Orihime y llegó Rukia desafiándome... Quise desquitarme con ella, un gran error por mi parte.

Masaki abrió los ojos aún más sorprendida por mi vergonzosa confesión, pero aun así me alentó a que continuase. Yo verdaderamente necesitaba hacerlo.

—Ella huyó de mí, pero en la noche entré en su habitación... , Rukia casi forzada me entregó su virginidad —confesé acunado mi cabeza entre las manos. ¿Qué mierda hice con ella?—. A pesar de todo me recibió bien y lo hace cada vez que la busco... Bueno, Rukia y yo tenemos un pacto, pero eso me gustaría que quedase entre ella y yo —volví a levantar la mirada hacia Masaki y supe que la había decepcionado—. Karen, lo siento de veras, sé que esa no es la clase de educación que tú e Isshin me habéis dado, pero no sé qué mierda me pasa con ella.

—El día de tu cumpleaños cuándo partiste todo, ¿estabas con ella, verdad? —Asentí sorprendido

—. ¿Qué ha ocurrido hoy?

Otro de mis ataques...

—Ya sabes cómo me comporto cuando siento que algo se me va de las manos —confesé con tristeza sin poder apartar de mi mente aquel primer día que lo hice: tras sentirme abandonado por mi madre—. No quiero hacerlo, pero no encuentro otro modo de tranquilizarme. Masaki, Rukia me ha dicho que se va a mediados de agosto.

—Sí, Hisana me lo ha dicho esta mañana —sentí que me partía en dos—. ¿Cuál es el problema, Ichigo?

Me levanté frustrado, no quería reconocerlo.

—No quiero que lo haga —confesé mirando a través de la ventana—. No me preguntes por qué, ni yo mismo lo sé. Sólo sé que me siento bien con Rukia, que me hace sentir vivo... Añoro la felicidad que desprende. Creo que me estoy obsesionando con ella y eso no es nada bueno, pero no tengo forma de detenerlo.

—¿Y ella, hijo? ¿Qué siente? —Nada, me maldije por dentro.

—Sólo deseo. También sé que le gusto, que se siente bien a mi lado, pero nada más. Rukia solamente está aquí porque necesita el dinero para pagar sus estudios, nada la retiene —reconocí con pesar—. Por otro lado yo no sé qué es lo que quiero de ella, o cuánto tiempo lo querré.

Masaki suspiró, se levantó y tocó mi hombro dándome fuerzas.

—Cielo, aclárate y piensa por lo que vale la pena luchar, tal vez Rukia pueda hacerte cambiar. Hoy no sólo la he visto asustada, también la he visto preocupada y era por ti —en ese momento Rukia apareció ante mi vista. Desde mi ventana pude observa cómo hablaba con su hermano Koga—. No le hagas daño, parece buena niña. Y sobre todo no te hagas más daño a ti mismo... Es preciosa.

Masaki también la estaba viendo.

—Verla llorar me ha desarmado —confesé angustiado—, aun así me ha consolado, me ha abrazado con una ternura, con desesperación. Me he sentido desgarrado por mi comportamiento con ella. Masaki, está tan llena de vida y de alegría... Rukia me entiende como nadie ha hecho antes, aparte de vosotros.

—No la dejes marchar, hijo —me alentó aumentando la presión en mi hombro. Me giré rápidamente para observarla, sus palabras sonaron con mucha intensidad. Me sonreía con calidez—. Me gusta cómo te ves con Rukia. Me encanta tu forma de expresarte en cuanto a ella, hay algo más hijo, sé que lo hay. Con Orihime jamás te he visto así.

—Es diferente —contesté sin alguna duda—. Rukia está preocupada porque tú la vayas a regañar, ¿no será así, verdad?

Masaki negó sonriendo. Parecía ocultar algo que a mí se me escapaba de las manos, ¿qué es?

Volví la vista hacia la ventana. Rukia parecía relajada con su hermano, reían con complicidad derrochando una vez más esa alegría que tanto me envolvía. ¿Qué voy a hacer con ella?

La charla con Masaki me dejó peor aún de lo que estaba. No sabía qué hacer y ahora para colmo aparecía Orihime.

—Cariño, parece que no te alegras de verme —sentados frente a frente como dos extraños en el despacho de casa—. Ichigo, ¿quieres hacer algo por salvar lo nuestro?

Eso era lo que tenía claro realmente, no había marcha atrás. La situación me era insoportable.

—Orihime, creo que esto tiene que terminar aquí. Ambos sabemos que jamás volveré a confiar en

ti, tampoco entiendo cómo he podido creer que podría hacerlo con Uryuu... Con él mi amistad acabará en cuanto lo vea, al igual que lo nuestro termina aquí mismo. No puedo seguir con esto, he sido un idiota. Orihime se levantó rápidamente, rodeó el escritorio y se sentó apoyándose en el, entre mis piernas.

—¡No! ¡No! ¿Es por ella? —Su imagen apareció en mi mente sin previo aviso, sobre todo al tener a Orihime frente a mí en esa postura. Rukia estuvo días atrás así mismo, no la olvidaba.

—Orihime, no tiene que ver con ella, esto es entre tú y yo. Aquí ya no hay nada que hacer —la vi sonreír perversa, y supe que haría—. ¡No! No quiero que me toques. Orihime, no quiero juegos. Aquí termina todo tanto si te gusta como si no, ahora vete por favor.

—¿Qué te da ella que no te dé yo? —preguntó con altanería—. ¿Esto?

Sin esperarlo, su pierna se posó sobre mi virilidad. Ante mí apareció su viva imagen. Tan perfecta y hermosa...

—Tú no eres mi Amo —me provocó posando su pie en mi miembro—. Tú eres mi chulo, que es muy diferente.

Cerré los ojos al sentir cómo su delicado pie hacía círculos eróticos sobre mi virilidad, demasiada excitada ya. Cogió mi mano sin vergüenza, y la metió dentro de su braguita.

—Ya estás mojada para mí —se retorció cuando yo acaricié su sexo con ardor—. Esa pierna me está matando

—¡Au! —Jadeó al sentir cómo introducía un dedo en su interior—. Hmm, qué salvaje... me gusta.

Y se tumbó hacia atrás, sin dejar de acariciar mi miembro con el pie haciendo movimientos sensuales en círculos. Dándome la imagen más esplendida que jamás había tenido nunca antes de una mujer... Su descaro y su alegría estuvieron presentes en ese momento, adoraba eso de ella.

Cuando abrí los ojos no era ella quien me tocaba, sentí gran repulsión de mí mismo. Tenía a Orihime sobre mí, haciendo esos mismos movimientos mientras me besaba los labios con pasión. Yo le devolvía el beso con la misma entrega, creyendo, pensando que era Rukia. Rápidamente me levanté, me aparté. ¿Cómo me dejé llevar por un puto recuerdo?

—¡Basta! —grité sintiendo asco de mi propio comportamiento. ¿Cómo se ha colado ella en mi mente de esa forma?—. ¡Orihime, vete!

—Ichigo, tienes que saber algo.

—¡No! ¡No! ¡No!

Pvos: Kuchiki Rukia

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Me era imposible creer lo que Scott acaba de confesarme. ¡Se había acostado con Riruka Kurosaki! Ambos llevábamos un buen rato sin nada que hacer, hablando de nuestras cosas y ahora me soltaba eso.

—No te creo —respondí divertida. Él asintió rompiendo en carcajadas—. ¿Cómo pasó?

—Bueno, el otro día Riruka no estaba bien y traté de consolarla en el coche. La besé y ella correspondió al beso con interés —sonrió, pero parecía melancólico recordando aquel momento—. Cuando el beso terminó, la tensión sexual era evidente entre nosotros. Sin pensarlo, arranqué el auto y la llevé a un lugar apartado. Luego ya sabes...

—¿Así, sin más?—La verdad yo también me quedé sorprendido, se entregó sin tener que insistir —la carcajada se hizo más fuerte y tuve que reír con él—. Luego se hizo la santa y desde entonces no me habla. Pero se muere porque la vuelva a tocar. Me provoca continuamente haciendo posturitas como si nada, pero quiero hacerla sufrir un poco.

—Así está últimamente —reí divertida—, yo pago tus platos rotos.

Ambos no pudimos evitar sonreír. ¡Menudos son los hermanos Kuchiki!

—¿Qué os hace tanta gracia? —Scott y yo miramos al frente al oír a Noa, venía acompañada de Senna—. Por fin te veo, Rukia, ¿estás mejor?

—Sí. En cuanto a porqué reímos Koga y yo, te lo cuento a solas. Es cosa de hermanos —recalqué mirando a Senna.

A pesar de no gustarme nada Roxanne para Scott, menos me gustaba la zorra de Melissa.

—¿Qué tienes en el labio, Rukia? —preguntó Hisana observando mi herida.

—Emm... de la fiebre.

—Parece un bocado... —la observación de Senna, me alteró.

Hisana y Koga que no habían barajado esa posibilidad, se volvieron a mí rápidamente.

—Eh, ¿le vais a hacer caso a ésta? Sólo sabe fastidiarme —sin poder ocultar mi rabia, me encaré y me fui directo a ella. Rocé mi nariz con la suya, amenazante—. Como te vuelvas a entrometer en asuntos que no te corresponden, no me aguantaré las ganas que tengo de cerrarte esa boquita tuya — Senna me observó escandalizada.

—¡Rukia! —Me regañó Hisana—, ¿qué pasa? Sólo ha sido un comentario.

—Esta niñata me tiene harta —protesté volviendo hacia la casa.

—Rukia —volvió a llamarme Hisana, me volví a mirarla—. El señor Ichigo Kurosaki te llama, y cuidado que está de un humor de perros. Su novia se acaba de marchar.

Asentí temblando. ¿Ella estaba aquí con él? ¿Por qué yo no lo sabía? ¿Qué han hecho? Una parte de mí quería correr hacia Ichigo, otra parte me decía que tal vez no tenía que hacerlo. Orihime con él... y miles de imágenes se pasaron por mi cabeza. Ella no lo merecía, él no parecía darse cuenta. ¿La quiere? ¿Por qué me busca a mí entonces?

Con paso seguro, fui a su busca. Ninguna pregunta tenía respuesta, algo que solamente podía resolver el propio Ichigo.

Con cuidado de no hacer mucho ruido me dirigí a su despacho. Aún no me había encontrado con la señora Masaki a solas después de lo ocurrido y no estaba preparada para hacerlo. ¿Qué explicación iba a darle?

Al llegar al despacho de Ichigo, todo me tembló. La puerta se encontraba un poco abierta, eso quería decir que me esperaba...

—¿Puedo pasar? —pregunté asomando la cabeza con una sonrisa para él.

Ichigo asintió, pero al ver su rostro me tensé. Quise irme, tenía que hacerlo. No era nada bueno lo que me diría. Al instante observé que todo estaba hecho un caos, Ichigo de nuevo había tenido su particular lucha, confirmando así todas mis inquietudes y sospechas.

—Rukia, por favor cierre con llave y siéntese, no quiero que nadie nos moleste —su timbre de voz me dejó helada, algo estaba muy mal.

Cerré la puerta, y sin dejar de observarlo me senté frente a él tras su escritorio. Matt se levantó haciendo que todo me temblase, su rostro era tan duro y triste que me hizo estremecer.

Con una expresión que no supe descifrar se agachó a mi altura y me besó con desesperación. Su mano se aferró a mi nuca para pegarme más a él, hasta que entre sus labios y los míos no quedó espacio para respirar. Asustada por su intensidad, abrí mis labios para él, devolviéndole el beso con la misma desesperación. Por algún motivo, sentí que podría ser el último. Fue un beso necesitado, sobre todo con un sabor agridulce por lo que me tenía que contar. Con lentitud, se separó y acarició mi mejilla con una ternura que dolió. Luego se incorporó de nuevo.

—Lo siento —dijo. Me incorporé al instante posicionándome a su altura.

Ahora ambos estábamos frente a frente. Oí su respiración alterada y un fuerte dolor de apoderó de mi corazón. Quise llorar de nuevo, golpearlo. ¿Qué mierda esperaba?

—Ha estado con ella —afirmé con voz rotunda. Ichigo no me vería desgarrada, no, eso nunca. El muy cerdo asintió, ¿arrepentido?—. Supongo que era de esperar.

—¿No le importa? —preguntó abatido.

¡No! No me vería llorar, no le demostraría lo mucho que me dolía su traición. Pero las cosas estaban claras: Orihime era su novia, yo su puta...

—¿Debería? —pregunté con frialdad—. Ella es su novia, era de esperar que un día sucediese esto.

Se tensó, su mirada se oscureció al momento. Parecía tan desesperado...

—Rukia, ¿por qué así? Nunca antes la he sentido tan fría —lo miré con horror. ¿Qué esperaba?—. Sé que he roto mi promesa, quería que lo supiese de mis propios labios.

Su mirada se endureció más sobre mis facciones. No supe si él sintió cómo mi cuerpo se venía abajo lentamente. ¡No quiero imaginarlo en brazos de ella!

—No me he acostado con ella, pero sí la he besado y me ha tocado... —mi corazón se rompió en mil pedazos más. Tenía que irme antes de desmoronarme. Las imágenes de ellos dos juntos me estaban destrozando el alma—. Rukia, imaginé que era usted y por eso me dejé llevar de esa forma tan miserable. Al abrir los ojos me encontré con Orihime y la eché, minutos antes nuestra relación estaba rota. Pero ella tenía algo más importante que decirme.

Cerré los ojos aguantando la rabia, el dolor y la impotencia. "Imaginé que era usted, por eso medejé llevar..." ¿Qué mierdas me está contando?

—Está embarazada —abrí los ojos de golpe, sentí que se me empañaban los ojos por las lágrimas que tanto intentaba retener—. No sabe de quién es el niño, podría ser de Uryuu o mío. Con ambos usó protección y alguno debe de haber fallado.

Me di la vuelta para que no viese las lágrimas que ya se derramaban de mis ojos por mis mejillas.

¿Cómo pude dejarme llevar así por él?

—Rukia, dígame algo —era una maldita suplica. Lo sentí acercarse hasta poner la mano en mi hombro, rápidamente me aparté. Ese contacto quemó, dolió—. Rukia, estoy desesperado por todo esto, no quiero dejar de verla. ¿Podrá perdonarme?

Me desgarré por dentro ante esas confesiones y sólo había una respuesta a todo eso. Pensé que todo lo tenía controlado, que con Ichigo solamente sería algo pasajero, pero no lo era. No lo era porque yo no quería tal cosa. No quería porque simplemente en el momento más inoportuno entendía por qué dolía tanto. Estaba perdidamente enamorada de ese hombre que acababa de romperme el corazón en mil pedazos, de la forma más cruel posible. Por ese amor, no podía perdonárselo. ¿Cómo mierda me dejé arrastrar así? Ahora mis miedos estaban presentes y confirmados. Enamorada y con el corazón destrozado por él

la chica del servicio (ichiruki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora