5. No es malo recibir ayuda de vez en cuando.

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Betty tocó su frente y luego sus mejillas. Sabía que se había puesto colorada. Aunque todavía no conocía la razón. Lo que sí sabía era que todavía no podía ver a Max a los ojos porque se sentía muy avergonzada consigo misma. Max era muy bueno. Max era muy amable. Max era su amigo.

Lo vio por el rabillo del ojo. Max se encontraba pasando su vista por los portarretratos que colgaban en la pared. Pasaba su vista cientos de veces por el rostro de Rose y Betty se encogió de hombros. Ya sabía que él estaba enamorado de ella. Ya sabía eso, pero... ¿Por qué ahora no se sentía tan molesta?

Betty frunció el ceño y le dio la vuelta a un panqueque. Seguía teniendo una pequeña incógnita que no paraba de dar vueltas en su cabeza. Pero luego hablaría de eso.

—Lo siento —dijo Max y Betty alzó la vista para verlo. Estaba de pie junto a la puerta de la cocina y él no parecía tan nerviosa como ella—. Se supone que debería ser yo quien cocine, después de todo... Soy tu niñero. Aunque lo único que hago es recalentar comida que prepara mi madre.

Betty negó con la cabeza y sonrió un poco. Porque a decir verdad, se la había pasado sola desde que tenía memoria. Tal vez y era porque sus padres trabajan todo el tiempo, y Rose había dejado de jugar con ella porque ya era mayor.

—Está bien —se limitó a decir ella y le sonrió.

Max abrió mucho los ojos y le devolvió la sonrisa. Vio los ojitos que brillaban y él se sintió más tranquilo.

—¿Qué te parece si mañana vamos al cine? —preguntó acercándose hasta ella.

—¿Cine? —preguntó Betty algo dudativa.

—Sí, los dos juntos.

A Betty le gustó cómo sonó aquello. Aunque no estaba tan segura. Hacía tiempo que no iba al cine, pero ir con Max le parecía que estaría bien. Pero no podía, porque Rose se molestaría con ella. Así que trató de buscar miles y miles de excusas que Max solucionaba en un dos por tres.

—Vamos —la animó Max —. Yo te ayudaría con tus deberes.

Betty sintió que pronto se pondría colorada y asintió con la cabeza. Debía ir. Debía ir con Max.

—Vale, vayamos... —aceptó ella y Max soltó otra enorme sonrisa.

—¿Ir adónde?

La voz de Rose se escuchó por toda la cocina. Estaba de pie en el umbral. Tenía una sonrisa ladeada y el cabello suelto hasta los hombros. Max y Betty la miraron sorprendidos y Rose arqueó las cejas en busca de una respuesta.

Betty se bajó del banco y se quitó el delantal. Luego miró a Rose y forzó una sonrisa.

—Al cine —dijo ella, tratando de salvar a Max que se encontraba nervioso. Estaba bien recibir ayuda de vez en cuando —. Max y yo iremos al cine, ¿Quieres ir?

No supo por qué había pronunciado esas palabras, pero una vez que las dijo se arrepintió.

Rose no lo dudó dos veces, asintió con la cabeza y soltó una pequeña risa.

—Podremos ir después de clases -propuso —. Pasaremos por Betty y tomamos un taxi.

Max asintió con la cabeza y la miró. Estaba dudando, así que Betty le sonrió en muestra de apoyo.

No estaba mal que Betty quisiera ayudar a Max con Rose. No estaba mal querer que fuera parte de su familia.

¿O sí lo estaba?

Te presento a Betty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora