10. Lágrimas dulces en agua salada.

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La idea sonó muy bien en su mente. Es verano, hace calor. Pasar una tarde en la piscina. Betty nadando de un extremo a otro. Rose en traje de baño. ¡Ah, qué gran dicha!

Estaba tan emocionado que le preguntó inmediatamente a Betty. Estaban sentados frente a la televisión viendo "Cocina Xpress". Betty volvió el rostro para verlo, se fijó en sus ojos azules y soltó las tres palabras más crueles -para Max- que pudo haber soltado.

No sé nadar.

Así, tal cual. Sin cabeza baja ni tartamudeos.

No sabía nadar. ¿Qué clase de niña de doce años no sabía nadar? ¿A caso Dios lo castigaba por obtener la cita con Rose? ¿A caso un perdedor como él no merecía ser feliz?

—Aguarda un momento —dijo él, todavía procesando lo que acababa de escuchar —. ¿Cómo que no sabes nadar?

Betty asintió con la cabeza sin apartar la vista del televisor.

Max abrió la boca para hablar pero de su garganta no salió nada. Solo un quejido muy bajo casi silencioso.

—Sí, no sé nadar —afirmó ella, cosa que fue como una daga atravesando el pecho de Max —. De todas maneras no creo que sea buena idea.

—¿Y por qué no? —preguntó Max frunciendo el ceño —. ¡Yo podría enseñarte! —de extraña manera su voz sonaba más entusiasmada de lo que realmente estaba y casi no pudo pronunciarlas pero aún así sonrió cuando las dijo.

—No, no —dijo Betty negando con la cabeza —. ¿Qué tal y me ahogo?

—No te ahogarás —dijo él —, porque yo estaré ahí para ti.

"Vamos, por Rose".

No hubo un rotundo No o un inmediato sí, Betty solo lo miró a los ojos y no dijo nada más. Ella pensaba que si Max seguía mirándola así realmente le lanzaría un huevo a la cara. Aunque no pasó por alto sus ojos azules y casi suplicantes y esa sonrisa ladeada que le parecía fingida. Betty no pudo evitar sentir miles de punzadas que le oprimían el pecho y miles de pensamientos se formaron en su mente. Manoteó todas las ideas habidas y por haber, provocó que Max se sobresaltara y ella se incorporó en el sillón y se llevó el dedo índice a la barbilla. "Si voy aprenderé algo nuevo aunque tal vez me muera en el intento... si me quedo, tal vez no vuelva a ver feliz a Max...".

—Bueno, está bien —dijo Betty soltando un suspiro y guardando en su estómago toda la felicidad que realmente sentía.

Max en cambio, no pudo guardar la compostura como Betty lo había hecho. En eso era muy diferentes. Betty era calmada y muy serena; Max era impulsivo y casi no pensaba sobre lo que hacía,un ejemplo claro era el haber aceptado el trato de Rose.

—¡Gracias, gracias de verdad, Betty! —se levantó del sillón de un salto y la cogió de los brazos para atraerla hacia él y levantarla por los aires.

—¡Basta, bájame! —refunfuñó ella pero eso no impidió que Max diera giros y giros por toda la sala. A Betty se le escapó una risa. Estaba feliz, feliz de verdad. Iría a la piscina con Max y tal vez se divertiría. Aunque algo muy dentro se oprimió al escucharlo hablar sobre Rose, sobre si aceptaba a ir con ellos y lo bonita que se vería. Miles de pensamientos abarcaron su mente y esta vez no querían irse.

"Después de todo", se dijo, "él nunca me mirará. No como mira a Rose".

Y Betty se preguntó si acaso... si tan si quiera... era bonita, o tal vez, un poco más bonita que Rose y qué era lo que veían los chicos en ella. ¿Qué es lo que veía Max en Rose? Y Betty, por primera vez pudo afirmar con seguridad que tenía celos por Rose. Y tal vez, hasta la odiaba.

Te presento a Betty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora