13. No me rendiré contigo.

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Todavía se queda quieto en su lugar, no se atreve a levantarse de la alfombra.

—¿Por qué...? —no puede preguntar, se pasa las manos por la cara, y sabe que Betty le mira, pero todavía no quiere saber si sus ojitos brillan o no —. No lo vuelvas a hacer, estuvo mal.

Betty le ignora, se abalanza de nuevo hacia él, quiere que sus caras se rocen de nuevo. Max le sujeta de los hombros y la hace a un lado.

—Basta, Betty... Por favor —no quiere hacerla sentir mal. Es lo que menos quiere. Por fin se atreve a verle a la cara y ella le mira, así, tan confundida, tan... Triste —. Está mal.

—¿Por qué está mal? —le preguntó, está enfadada, luce muy enfadada.

—Pues porque... —¿Por qué está mal? ¿Por qué está mal que Betty quiera besarlo? ¿Por qué está mal besar a una niña de 12 años? —. Porque amo a Rose.

No quería sonar cruel cuando lo dijera, pero así sonó.

Betty le miró por unos cuantos segundos, tenía muchísimas ganas de lanzarle un huevo a la cara. Quería decirle a Max que eso ya lo sabía, que siempre lo supo.

¿Qué sucedía después? Si no funcionaba el beso... ¡Ahh, claro!

Betty comenzó a desabrocharse el vestido, primero la parte de arriba.

—¿Qué estás haciendo? —le preguntó Max horrorizado.

Betty aún se seguía desvistiendo hasta que Max la detuvo, la sujetó de las muñecas y le obligó a mirarlo.

—¿Qué haces? ¡Detente!

—¿Qué acaso no soy bonita? ¿No soy bonita, Max?

—Por supuesto que eres bonita...

—¡Entonces por qué no me amas! —le gritó ella, tratando de safarse de su agarre.

¿Quién demonios le había dicho a ella que lo besara?¿De dónde había sacado eso de querer quitarse el vestido?

Max siguió sujetándola con fuerza, quería que Betty le mirara a la cara pero ella se hacía a un lado y luego al otro. 

—¿Quién te dijo que hicieras eso? —Max apretó su agarre y Betty sintió que las lágrimas comenzaban a salir —.¡No vuelvas a hacerlo! ¿Oíste? ¡Estuvo mal!

Ella asintió con la cabeza y las lágrimas no lograron ser retenidas por mucho tiempo, la culpa se internada muy dentro de su ser. Por un momento, Betty sintió mucha vergüenza, como si al fin hubiese entendido lo que había hecho; y el agarre de Max comenzó a doler.

—Basta... —lloriqueó ella —. Me lastimas...

Max parpadeó varias veces y como si el contacto de Betty quemara, la soltó.

—Perdóname —dijo él, aunque no entendía muy bien del por qué se disculpaba. No sabía si era porque la había hecho llorar o porque creía que ella se había enamorado de él.

Con sus dedos, Max le limpió las lágrimas que corrían por sus mejillas, una parte de él le decía que se fuera, que era mejor apartarse y dejarla sola por mucho tiempo, hasta que Betty comprendiera que lo que sentía por él era algo imposible. Que jamás sucedería. Pero el amor por Rose no lo dejó irse.

—No llores —le dijo, y le apartó las manitas que se había puesto para cubrir su cara —. Oye, está bien. No pasó nada, no llores más.

"No llores por mí", quería decirle.

Betty le miró apenada y se lanzó de nuevo hacia él, por un momento creyó que lo besaría de nuevo, pero los brazos de Betty le rodearon el cuerpo y dejó que lo abrazara. Podía escucharla sorberse los mocos y Max sintió muchas ganar de reír por lo extraña que había resultado la situación. Le acarició la cabeza y el cabello rubio. Quería decirle a Betty que él solo la veía como la niña que ella era, que para él, ella siempre sería como una hermana menor.

—Con el tiempo —comenzó a decir —, olvidarás que esto una vez pasó. No recordarás que me quisiste.

Que una vez lo amó.

Betty se sorbió los mocos y cerró los ojos con fuerza, podía escuchar los latidos de su corazón al igual que la respiración de Max.

Entonces, con el tiempo, Max dejaría de amar a Rose. Porque aún seguía siendo joven. Ahora debía lograr que los sentimientos de Max cambiasen para siempre, que la amara solo a ella. Porque Betty tenía bien en claro que sus sentimientos por Max nunca cambiarían.

Te presento a Betty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora