Primera visita.

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El frío comenzaba a expandirse a lo largo de su piel, llevar un abrigo y una bufanda en su cuerpo no era suficiente. No en plena época de invierno. Era común para él caminar por las solitarias calles de su comunidad después de salir de la universidad, pero ahora se estaba literalmente congelando en estas.

Sus pasos eran cada vez más lentos y se cruzó de brazos para frotar sus manos en ellos, intentando calentarse aunque sea un poco. Los copos de nieve caían del cielo, algunos aterrizaban en su cuerpo y uno que otro en su rostro, haciendo que jadeara en un intento de no sollozar. Esta no era una de sus estaciones favoritas por una razón que le dolía recordar.

Deseaba tanto tener algo caliente cerca, cualquier cosa que lo liberara de el torturante frío, y por cosas del destino encontró un cartel pegado en un poste de luz.

"Mindscape café.

Abierto de 6:00 am a 8:00 pm

Cafetería con buena ambientación y variedad de comestibles.

Y recuerden; la realidad es una ilusión, el universo es un holograma. ¡Compra café! ¡Te esperamos!"

—Q-Que anuncio m-más est-túpido.— Fue lo único que logró decir después de leer aquel cartel llamativo. Se quería abofetear mentalmente por tartamudear demasiado, era un mal hábito que realizaba cuando tenía frío. Los dientes le llegaron a titiritar con fuerza hasta el punto que se mordió el labio inferior levemente.

Realmente necesitaba algo cálido.

Volvió a releer el anuncio y al final de aquella frase venía la dirección del local, no quedaba tan lejos de donde estaba pero con las piernas entumecidas y todo el viento en contra tardaría en llegar.

Lastimosamente el viento se llevó su gorro de lana hace unas calles atrás, ahora debía lidiar con sus orejas congelandose.

(...)

La caminata fue de aproximadamente veinte minutos y juraría que estaba por desfallecer ahí mismo. Sólo estaba a un paso de entrar a aquel local de no ser por su zapato que se hundió en la nieve. Soltó un gruñido de desesperación mientras intentaba desenterrarlo.

Con fuerza, Dipper tiró de su pie de la nieve, por fin librándolo, pero desafortunadamente cayó de sentón al suelo helado.

La campanilla típica que sonaba al abrirse una puerta de una tienda se propagó por sus oídos, al alzar su vista se topó con una silueta indefinida. Escuchó una risa por parte del desconocido provocando que Pines se sonrojara avergonzado.

Hundió su rostro en su bufanda deseando que la tierra lo tragara en esos instantes hasta que sintió una mano en su hombro.

—Vaya niño, ¿acaso no ves la televisión? ¡Estamos a quince grados bajo cero!— Volvió a reír lo que parecía ser una voz masculina y con buena acentuación.

Dipper retiró con gentileza la mano del hombro e hizo un puchero.

—Venga, dejame ayudarte.— Le ofreció una mano a la que el castaño no dudó en tomar.

Ya estando de pie, sacudió la nieve de su abrigo y pantalón con sus manos para luego mirar al otro sujeto. —Permiso, quiero entrar a la cafetería.

—Estas de suerte, aún no cerramos.— Se hizo a un lado de la puerta para luego reír. Su risa ya le parecía un tanto irritante a Dipper, no todo en la vida era un chiste.

Atinó a asentir y entrar al famosísimo "Mindscape café", ya estando adentro un ambiente cálido le invadió haciendo que automáticamente sacara un suspiro de satisfacción. Ahora caminaba con facilidad ya que sus piernas volvieron a la normalidad, este era el calor que tanto deseaba en todo el día.

El olor a café se esparcía por todo el lugar, era lo que necesitaba. Un café que le calentara su gélido interior.

Se acercó a la barra y se sentó en un taburete esperando a que alguien le atendiera.

—¿Qué es lo que deseas pedir?— Dijo una voz a sus espaldas, suponía que era la misma persona de hace unos instantes. El joven saltó la barra para llegar al otro lado y así quedar de frente al castaño con una libreta en su mano izquierda junto con un bolígrafo.

Dipper al verlo con mayor atención, descubrió que el chico era rubio y con unos ojos un tanto anormales, sus orbes de color ámbar. Tenía facciones definidas al igual que llamativas, luego vio la placa de oro colgada en su ropa en donde decía "Hola soy Bill." Se golpeó mentalmente para que volviera a la realidad e ignoró el hecho de que el rubio le estaba dedicando una sonrisa burlona.

—Sólo un café negro.

Bill asintió y se dio media vuelta para preparar la simple taza de café, mientras tanto Dipper observaba con detenimiento los ingredientes que tanto le disgustaban en una canasta; el dulce lo aborrecía. No entendía el por qué la gente mezclaba eso en una bebida que de por sí estaba perfecta de manera natural.

Una taza fue colocada enfrente suyo, sacándole de sus pensamientos. Vio como las ágiles manos del rubio fueron directo a la canasta y sacó un sobrecito de azúcar, cosa que hizo alarmar a Dipper.

¡No! Así esta bien el café... Gracias.— Con algo de prisa llevo sus manos a la base de la taza acercándola de a poco a sus fríos labios que de pronto se volvieron tibios.

Bill frunció el ceño dejando de nuevo el sobre en su lugar. —Pero aún no esta listo, ni siquiera le he echado leche.

—Así esta bien.— Repitió con un tono de voz más elevado ahora dando un sorbo al cálido y amargo sabor de la bebida. Su interior estuvo agradecido por el repentino cambio de temperatura que ese café logró.

Escuchó como Bill murmuraba "Que chico más raro" a lo que sólo se encogió de hombros como respuesta. Sentía las repentinas miradas que le dirigía el empleado, era incómodo.

Cuando por fin lo terminó, dejó su dinero en la barra junto a la taza para luego ponerse de pie del taburete. Ahora sólo quería volver a casa y sumergirse entre sus cobijas. 

Deberías volver; por ser un nuevo cliente, en tu segunda visita te ofrecemos un cinco por ciento de descuento en la próxima bebida que pidas y...

No estoy interesado en sus promociones.— Comentó acomodándose su bufanda y caminando a la puerta.

Considéralo, ya sabes donde estamos.— Le guiñó un ojo sonriendo hasta el punto que se marcaron sus hoyuelos. Dipper rodó los ojos por milésima vez en el día ahora saliendo por fin del local.

La cafetería parecía estar desierta, era como sí fuera el último cliente del día ya que Bill sólo estaba atendiéndolo a él. Sí es que volvía al lugar, cosa que dudaba mucho, rogaría a que el rubio no le atendiera. No querría soportar otra vez la mirada de Bill mientras bebía su café.

Mindscape Café.〖BillDip〗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora