Sus pies revoloteaban contra el suelo con una mezcla de nerviosismo y ansiedad al momento que colocó el celular en su oído. Esta puede que sea la decisión más absurda que haya cometido después de un largo tiempo. Tomar sus propias decisiones no eran su fuerte, siempre dependía de alguien más o si no recurriría a sus planes en donde escribía en una hoja los pasos que debería seguir para que estos dieran resultados.
El primer tono sonó y sus ganas de colgar incrementaron por un leve momento, ¿por qué se sentía así? Solo es un barista que vende café en un local cruzando la esquina, ¿por qué estaba nervioso? A veces se odiaba a si mismo por no tomar control de sus emociones, se supone que debía actuar con indiferencia ante cualquier obstáculo.
Un obstáculo en específico lo estaba derribando. Ese obstáculo quería hacerlo sentir bien, además de querer robarle una sonrisa. Llevaba tanto tiempo sin sonreír, y no tenía intención alguna de volver a hacerlo, pero ese rubio lo estaba forzando a ello. Algo que no quiere.
—No dejaré que una persona cualquiera tome control de mis emociones —dijo entre dientes con el ceño fruncido.
Despegó el celular ya dispuesto a colgar hasta que alguien contestó—; ¿Hola?
Su mano se heló y de nuevo la barrera de frialdad de sus emociones iba a derrumbarse de no ser que se dijo a él mismo incontables veces que le hablara al otro chico sin desgano.
—Soy yo, Dipper.
—¡Dipper! —Gritó con euforia.
El castaño se encogió en su asiento, en una de las bancas de un parque cerca la cafetería, ante el uso alegre que uso el barista al pronunciar su nombre. ¿Por qué se emocionaba?
Si seguía haciéndose preguntas así, terminaría sacándose de quicio por no obtener las respuestas.
—¿A qué se debe tu llamada? —Había un tono socarrón en su voz al preguntar—, ¿me extrañaste?
Negó frenéticamente su cabeza y se golpeó mentalmente, por el hecho del que otro no lo podía ver, para luego lloriquear—; ¡No! La señora que te contrató me dio tu número y...
—Y decidiste marcarme, no tienes porqué ocultar la verdad con excusas.
Dipper sólo giró los ojos irritado.
—Sólo marcaba para decirte que podemos modificar el trato —cerró los ojos con fuerza buscando las palabras indicadas para lo siguiente que diría —, podemos restringir el vernos los fines de semana.
Hubo un largo silencio, que en realidad duró como cinco segundos, antes de que Bill soltará una pequeña risa.
—¿Qué es tan gracioso?
—Un trato es un trato, nada puede modificarlo. Lamento decirte que negaré tu propuesta.
—¡Pero eso no tiene sentido! Tú no trabajas los fines de semana en la cafetería, ¿qué planeas hacer en tus días libres conmigo? No puedes sacarme a pasear a cualquier lado porque eso contaría como una —se sonrojó levemente por el aumento de volumen que tomó su voz y la gente a su alrededor le veía con intriga—, cita.
—Bueno, en eso tienes razón —Bill hizo un sonido indicando que pensaba en algo—. Parte del trato decía que debías ir a la cafetería por un mes, que son treinta días seguidos.
—Entonces...
—Entonces —imitó—... ¡Debemos ir a la cafetería!
La propuesta dejó perplejo a Dipper, y casi se le caía el celular de la mano de no ser porque en un instante volvió a la realidad.
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Mindscape Café.〖BillDip〗
Fanfiction→Coffeeshop AU Alguien le había recomendado un local de café donde todo lo que se vendía era dulce y su ambiente al igual era agradable. A él no le gustaba lo dulce, prefería siempre irse por los sabores amargos y agrios. Exactamente como su actitu...