Cap 1 Coche con el egoísta

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Astrid disfrutaba de una ducha tibia, preparándose para otro día en el instituto conocido como Hogwarts School. Abajo, su madre y padre la esperaban mientras disfrutaban de un tranquilo desayuno. Astrid, tras finalizar su baño, se vistió rápidamente y se unió a sus padres en la mesa.

-¡Buenos días, cariño! -saludó su madre con una dulce sonrisa.

-Buenos días, mamá y papá -respondió Astrid con una sonrisa, compartiendo la comida matutina con ellos. Poco después, su padre se dirigió al trabajo, y Astrid y su madre continuaron charlando amigablemente hasta que llegó la hora de partir. Astrid se despidió de su madre, agarró su skateboard y se encaminó hacia el colegio.

Al llegar al instituto, todo parecía igual que siempre. Cada grupo de amigos y amigas en su propio mundo. Sin embargo, Astrid estaba acostumbrada a las miradas y los murmullos que la acompañaban a cada paso. Tras bajar de su skateboard, se dirigió a su casillero y guardó su tabla. Los casilleros eran lo suficientemente amplios como para que encajara perfectamente su skateboard. Después de dejarlo allí, sacó sus libros y cuadernos.

Lo que más deseaba evitar era un encuentro con los populares, en especial Merida, la exnovia de Hiccup, a quien Astrid describía como "el idiota egoísta". Sin embargo, para su sorpresa, o más bien, su resignación, una pelirroja se acercó acompañada de sus dos amigas de confianza.

-Vaya, miren a quién tenemos aquí. Parece que es la inusual y peculiar chica del colegio -se burló la pelirroja con un tono despectivo que resonó en el pasillo, seguida de risas de complicidad de sus amigas.

Astrid, intentando evitar problemas, respondió con calma:

- Pueden molestar a alguien más.

- ¿Quién te crees que eres, chica rara? ¿Dónde crees que vas con esos libros, asustando a todos con tu rareza? -continuó burlándose la líder del grupo popular.

Astrid, ya cansada de la situación, replicó con disgusto y molestia:

- Déjenme en paz, niñas mimadas.

Sin embargo, su intento de retirarse fue en vano. La pelirroja y sus amigas acorralaron a Astrid contra los casilleros.

- ¿A quién llamas 'mimadas', idiota? No eres nadie para hablarnos de esa manera, y si vuelves a hacerlo, te enfrentarás a nosotras. ¿Me estás escuchando, rarita? -espetó la pelirroja con un gesto amenazador en su rostro. Sus amigas le propinaron un golpe en el estómago antes de retirarse, riéndose de Astrid.

Astrid cayó al suelo junto a sus libros, que ahora estaban esparcidos y desordenados. Mientras intentaba recuperar sus pertenencias, una chica de cabello blanco se acercó y le ofreció ayuda. Juntas recogieron los libros, y al levantar la vista, se encontraron.

¡Qué modales tan pésimos tienen! -expresó la chica con molestia.

Astrid asintió:

-Sí, siempre son así.

La chica, preocupada, preguntó:

- ¿Te hacen esto todo el tiempo?

Astrid asintió de nuevo, pero trató de calmar a su nueva amiga:

- Sí, pero ya estoy acostumbrada, no te preocupes.

La chica mostró su enojo: - Acostumbrada... ¿te hacen esto todo el tiempo?

Astrid respondió con sinceridad: -Sí, constantemente, pero en serio, no te preocupes.

La chica se mostró visiblemente afectada, pero luego, al mirar a Astrid, su enojo se disipó. Elsa se disculpó con amabilidad y se presentó: .Perdón por mi reacción. Soy Elsa, ¿y tú?

- Soy Astrid.

- Es un placer conocerte, Astrid.

Astrid también sonrió y luego escuchó la campana del timbre. - Oh, tengo que ir a mi clase. Y, por cierto, eres nueva aquí, ¿verdad?

- Sí, lo soy. También vine con mi hermana, pero no tengo idea de dónde se metió.

Las dos jóvenes rieron y se dirigieron a su clase de inglés. Durante la lección, charlaron un poco y notaron las miradas de los demás estudiantes, que parecían decir:

-Está sentada con la rarita, qué asco. Pero eso no les importó.

Después de las clases, llegó la hora del almuerzo. Como de costumbre, Astrid solía almorzar sola en la mesa más alejada de todos, pero esta vez, no esperaba que Elsa la acompañara.

Después de compartir algunas historias personales con Elsa y aprender sobre su vida, Astrid se sentía renovada, como si tuviese una amiga cercana, una amiga en la que podía confiar plenamente. Así como compartir sus pensamientos y secretos más profundos.

Elsa se acercó a Astrid con una sonrisa cálida y preguntó con amabilidad:

-Hola, ¿puedo..

Astrid asintió con una sonrisa, pero su intercambio amigable se interrumpió abruptamente cuando Merida y su grupo de amigas aparecieron, miró a Elsa y preguntó sarcásticamente

-¿Eres la nueva, verdad?

- Hola, soy Elsa. Acabo de mudarme aquí.

Tranquila... me gusta tu sentido del humor. Deberías unirte a nosotros y dejar a esta chica de lado. - dijo la pelirroja con un tono de diva.

El: No la llamen así, y gracias por la oferta, pero no la acepto. - La peliblanca se notaba molesta al escuchar cómo me defendía. En ese momento, un recuerdo triste cruzó mi mente, reflejándose en mi rostro.

Me: ¿Por qué la defiendes tanto? - La pelirroja me miró y dijo: - Miren, no es más que una chica que necesita ser protegida. Eres una chica rara y estúpida. - La pelirroja se burló, y algunos se acercaron, riendo y murmurando muchas cosas.

El: ¡Déjenla en paz ya! - Exclamó la peliblanca, visiblemente molesta.

Las palabras de Merida golpearon profundamente a Astrid, y una lágrima solitaria rodó por su mejilla. Sin pensarlo dos veces, agarró su libro y se alejó corriendo, ignorando los intentos de Elsa por retenerla.

Mientras corría, sus pensamientos la absorbieron por completo. Sin darse cuenta, chocó contra alguien. No era otro que Hiccup, el chico popular del colegio, conocido por su egoísmo, su mal genio y, a juicio de Astrid, su horrorosa actitud. Cayó al suelo mandando lejos su libro aunque así mismo lo recupero rápidamente, cuando salió de sus pensamientos notó que había chocado con Hiccup.

-L-lo siento, no te vi. -Se disculpó con la voz temblorosa

Hiccup le extendió la mano para ayudarla a levantarse. 

-Está bien, pero ten más cuidado la próxima vez.

-Lo haré, no es para que te enfades.

Hiccup, visiblemente molesto, espetó:  -Es mi problema, no el tuyo, 'rarita'.

Astrid, sin miedo y con disgusto, contraatacó con un tono más agresivo: 

-Eres un egoísta.

sarcástico y enfadado, replicó: -¿Qué dijiste?

Astrid, sin titubear, expresó con una determinación en la voz: -Dije que eres un egoísta y mala onda.

Furioso, argumentó con violencia: -Yo, mala onda, pero por favor, ¿quién te crees que eres para decirme eso?

Sin intimidarse, Astrid respondió con una mirada desafiante: -No me creo nadie.

Hiccup, aún más molesto, concluyó con un tono amenazador: -Con más razón, porque no eres nadie, 'chica rarita'.

Frustrada y al borde de las lágrimas, Astrid explotó con un comentario lleno de rabia:

-Agh... Solo pierdo mi tiempo con personas egoístas y malhumoradas como tú. -Empujó su hombro y, mientras las lágrimas caían por sus mejillas, comenzó a correr con su libro en brazos, sin mirar atrás.

Tus ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora