[9]-Sonrisas vacías-

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«Eran las cuatro de la tarde con siete minutos, esto no es bueno, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve, y... Cuatro de la tarde con ocho minutos, sin duda esto es mucho mejor, no te desesperes, recuerda contar, uno... No, uno es impar. Dos, tres... No. Tres es impar, otra vez. Dos, cuatro, seis, ocho, diez... Mucho mejor. Las cortinas de seda se mueven suavemente, como si susurrasen algo al viento. He concluido mi obra. Dos, cuatro, seis... Todo está listo».

-Dame una última sonrisa, princesa.

Solo se oyen balbuceos de la chica sin lengua. *click* Se oye el sonido de la cámara con una nueva foto para mi obra de arte.

-Listo, cariño, terminamos, ya puedes irte.

Mientras la chica número 26 se va, guardo la muestra de su sangre con las demás, vamos a buscar a nuestra siguiente modelo.- Me dije a mí mismo. "

Camino por pasillos infinitos hasta que me topo con una pesada puerta metálica con el número 27 señalado; al otro lado de la puerta, escucho unos leves sonidos, y cuando abro la puerta, mis ojos al instante se encuentran con los oscuros y profundos ojos de una chica menuda y pálida, su piel es tan blanca como la cera y cierra los ojos con fuerza mientras que asustada, susurra algunas palabras que no logro comprender. 

Respira trabajosamente, inhala, exhala, cada vez más deprisa en un inquieto vaivén, parece que se está ahogando.

Pasan los segundos, dos, cuatro, seis... suspira con fuerza y vuelve a llorar. No, no quiero que llore, sus lágrimas no tienen valor alguno para mí. Diez, doce, catorce... respira más calmada mientras me observa con un profundo terror adivinándose tras unas cuencas que ahora permanecen muertas de vida tras todo el dolor que acarrean.

Se rodea las piernas con los brazos, hace frío, y a través de la penumbra se adivina un deje de luz que se extiende entre las oscuras paredes. 

Se balancea en un inquieto ir y venir, tiene miedo y no la culpo, tampoco quiero escucharla llorar. No, las lágrimas nos hacen débiles, y mis obras de arte, no son débiles, por supuesto que no lo son, sino todo lo contrario. Son más fuertes de lo que creen. Son fuertes hasta el último atisbo de luz que se escapa de sus ojos antes de abandonar sus ahora huecas vidas.

Intenta hablar, pero se ahoga con su propia respiración. No consigue articular ninguna palabra entendible a través de su boca cuya lengua ha sido mutilada. 

Parece que con una mirada me hable, me habla sin palabras y profiere sonidos guturales de puro terror. Despeinada, con cicatrices surcando su cara, nada de ello le resta su belleza, y por eso, de todas mis obras de arte, puedo asegurar que ella, es mi obra más bella y la que tiene más valor, y la he reservado hasta que no he podido contener durante más tiempo la creciente emoción de completar un nuevo trabajo.

En mi cabeza, puedo escuchar el sonido de un invisible reloj y las agujas que me indican que debo terminar lo que en su día empecé. 

Mírala, pienso, casi parece un ángel, con la cara y el alma manchada de dolor, pero no por ello deja de ser un pequeño ángel, que sin alas, y con cada mirada vuela hacia mi mirada.
Me mira con desespero, intentando encontrar compasión en los recodos de un corazón que no siente, que no ama, que late pero no sabe qué es lo que siente.

-Cariño, si estás tranquila todo irá mejor, y podrá terminar bien para ti.-Grita más, en un vano intento de expresión que no logro adivinar-Shss, el peor mal ha pasado-lejos de tranquilizarse, noto que se balancea más deprisa y cada vez con más nerviosismo.

Me acerco con pasos cortos y calculados, la chica se arrastra unos metros atrás, intentándose alejar de mí, pero choca contra la pared y se da un golpe en la cabeza. 

Cuentos de terrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora