Capítulo VII (primera parte)

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Entreabrí mis ojos y volví a cerrarlos. La luz que inundaba la habitación me resultaba dañina. Volví a abrirlos de repente -esta vez de par en par- al notar que no tenía idea de dónde me encontraba. ¿Qué diablos era ese lugar? Repasé todo con la mirada, definitivamente no se trataba de mi habitación. Hasta donde recordaba, mi habitación no poseía un ventanal con balcón y una vista privilegiada al centro de Londres. Tampoco tenía cuadros como los que se ven en las galerías ni un plasma gigantesco, y mucho menos una cama king size. Todo parecía haber sido dispuesto por un decorador de interiores o algún asesor de estilo, más bien parecía un cuarto de hotel de categoría. Algo así como una suit presidencial.  

Me senté confundida en la cama de sábanas blancas y entonces recordé en flashbacks todo sobre la noche anterior; el club nocturno, los tequilas, la borrachera y Harry. Oh por dios, había besado a Harry. Incluso me encontraba en su apartamento en aquel mismo instante. ¿Y dónde estaba él? ¿Por qué estaba yo en su cama? De pronto llegó a mi mente el recuerdo del aparcamiento y el vómito, produciendo que se me revolviese el estómago. "Maldición" susurré golpeándome la frente con la palma de la mano; había pasado verguenza delante de la única persona que iría a usarlo en mi contra. Me levanté apoyando los pies en el cálido suelo alfombrado y caminé descalza hacia el ventanal. Sentía que la cabeza estaba a punto de explotarme; no sólo por el menjunje de pensamientos y recuerdos embarazosos, sino porque la resaca se estaba manifestando en una aguda e intolerable jaqueca.  

La vista desde allí era increíble, podía visualizar la torre de Big Ben, el parlamento y el puente Westminster. Me quedé tan embobada mirando el paisaje que en cuestión de segundos olvidé por completo los recuerdos agobiantes de la noche anterior. Casi casi se me olvida hasta el dolor de cabeza.  

_Buenos días, princesa. Veo que ya estás levantada -oí la voz masculina de Harry varios metros detrás de mí.  

Prácticamente entré en pánico, ¿había sucedido algo más que mi cerebro estuviese omitiendo? ¿me quedaba algo por recordar? Si no había oído mal, Harry acababa de llamarme princesa. ¿Desde cuando me llamaba princesa?  

Con una expresión confundida en el rostro, dí media vuelta para enfrentarlo. Estaba recargado contra el marco de la puerta vistiendo tan sólo unos pantalones deportivos, y junto a él se encontraba un hombre fornido de aparentemente unos treinta años de edad. Tuve que contener las ganas de morderme el labio al ver su tonificado abdómen desnudo.  

_Buenos días -dije sintiéndome bastante intimidada por la presencia de los dos hombres.  

_No te preocupes por nosotros, sólo he venido por una camiseta limpia -se adentró en el cuarto y caminó hacia un enorme ropero- Oh, y él es Ryan, mi entrenador personal. 

Ryan me saludó con la cabeza mientras Harry revolvía entre toda su ropa. No se detuvo hasta sacar una sudadera negra que luego colocó bajo su brazo.  

_Harry, ¿puedo hablar contigo a solas un momento? -pregunté timidamente.  

Harry se volteó para mirarme.  

_Sí, por supuesto amor -se giró a ver a su entrenador- Ryan, espérame a fuera, estaré allí en un minuto.  

Ryan asintió y se alejó de la habitación dejándonos solos. Me acerqué a la puerta y la cerré.  

_Siento mucho lo que sucedió ayer, te debo unas disculpas por lo del aparcamiento.  

_No te preocupes por ello, no es nada -contestó llevándose las manos a los bolsillos. 

Mis ojos bajaron insitintivamente a su torso tatuado y se quedaron involuntariamente allí. No podía concentrarme teniéndolo sin camiseta tan cerca mío. Me acomodé la garganta y volví la vista a la suya. 

Over Again.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora