Capítulo VII (segunda parte)

338 39 12
                                    

Para mi sorpresa, Harry resultó ser un gran cocinero, al menos  los omelettes  se le daban bastante bien. Intenté enfocar mis pensamientos en el sabor del desayuno, o en los cuadros surrealistas que colgaban en las paredes, pero al fin y al cabo todos ellos derivaban en una única cosa, Harry. Mi mente me torturaba recordándome lo placentero que había sido besarlo, ahora podía decirse que conocía otra parte de él, una parte que no me desagradaba tanto. De hecho, me gustaba ese Harry. Terminé mi plato antes que él e inconscientemente me le quedé mirando; observando y admirando su forma de comer. Vaya, jamás había observado la forma de comer de nadie. Harry resultaba ser una persona muy sofisticada si se le prestaba atención, podía notarse incluso en la forma en que llevaba el omelette a su boca. Levantó los ojos, pillándome viéndolo una vez más, y tragó rápidamente lo que estaba masticando.

_ ¿Quieres otro? –limpió su boca con una servilleta de papel.

_No, estoy bien, gracias –contesté naturalmente.

_ ¿Y qué es lo que tanto miras?

Una sonrisa descarada se desplegó en su rostro, aquel era un auténtico signo de su falta de timidez, pero me gustaba que así sea. Un momento, ¿me gustaba que así sea? Vamos, había sido yo quien dijo que aquel beso no cambiaría las cosas, ¿qué estaba sucediendo? No podía concebir otro pensamiento que no fuese acerca de lo mucho que me atraía Harry Styles.

_Nada, sólo miraba. ¿Acaso te molesta?

_En absoluto –respondió con suficiencia- me he acostumbrado a que la gente me observe. Aunque me gustaría saber la razón de que tú me observes –hizo énfasis en el ‘tú’.

_Bueno, supongo que sólo estaba mirándote, no existe tal razón- mentí.

Se encogió de hombros y continuó vaciando su plato. Esta vez miré hacia otro lado, aunque de verdad quería mirarlo, me gustaba hacerlo. Harry se había convertido en todo un dilema para mí, alguien a quien no podía descifrar completamente y me encontraba atrapada por cada aspecto de su persona. Era tan interesante, tan extrañamente cautivador. ¿Por qué podía ser todo eso y en ocasiones convertirse en un auténtico idiota? ¿Era yo el problema? Incluso comportándose como un imbécil me resultaba atrapante, quería darle un pequeño vistazo a su mente para entender cómo funcionaba. Miré por el rabillo del ojo y lo noté viéndome, aún no había terminado su omelette. En ese instante se me ocurrió una idea, Beth iba a amarme. Me levanté de la silla y fui por mi móvil, Harry me miró pero no di explicación alguna. Volví rápidamente a sentarme en mi lugar. Esperé unos segundos a que se borrara de su rostro aquella mirada inquisitiva y activé la cámara.

_Sonríe, dulzura.

Harry miró el pequeño lente de mi  teléfono sorprendido y sonrío ante la ocurrencia. Bonita foto. Entré en mi cuenta de twitter y la compartí: “Tardas mucho en terminarte tu plato!!! Por cierto, gracias por el omelette. Ilysm” (Ilysm: abreviación de ‘I love you so much’, que en inglés significa ‘te amo mucho’).

_Bien, querido novio publicitario, este desayuno no será nada privado –dije presionando el botón de enviar.

_Así deben ser cada uno de nuestros encuentros, ¿cierto? Si lo hacemos bien al menos al final todo va a haber valido la pena. Oh, y podremos ser nuevamente libres–comentó levantando los platos de la mesa.

No pude evitar sentir una puñalada en el pecho, algo que me hizo despertar y darme cuenta de lo estúpida que había sido y estaba siendo. Claramente el beso de la noche anterior sólo había producido un cambio en mí, él buscaba simplemente acabar con todo esto. A mí tampoco me agradaba la farsa, pero había pensado que quizá no siempre tenía que serlo. En realidad no lo había pensado, algo dentro de mí guardaba esa esperanza, pero jamás se había atrevido a inmiscuirse entre mis pensamientos. Ahora es cuando me daba cuenta del gravísimo error que estaba cometiendo, me estaba acercando demasiado al fuego, pero aún había tiempo de no quemarse ¿cierto? Aún podía correr. Aunque las veces que había corrido él siempre me había pillado. A lo mejor no esta vez, tenía que enfocarme únicamente en mi función, nada más. Harry Styles era nada menos que el fuego, brillante y cautivador, no podía negar que me sentía atraída hacia él, pero así como el fuego, quemaba, y el dolor siempre comienza a advertir justo antes de llegar a la real perdición.

_Debo irme –dije secamente.

Harry volteó a verme con confusión en el rostro mientras me levantaba de la silla.

_ ¿Ahora? Si quieres puedes quedarte, podemos ir a almorzar a, no lo sé, ¿McDonald’s?

_Será mejor que me vaya, ni siquiera traigo plata. ¿Podrías abrirme?

_Ese no es un problema, yo invito –dijo acercándose hacia mí sin intenciones.

¿Por qué no captas, Styles?

_Lo siento, no puedo, ¿me abres? –mi tono de voz se volvía más exigente a medida que se me agotaba la paciencia.

_Oye, ¿qué sucede? ¿Estás en tu ciclo? Puedo entender eso, pero…

_No, no lo estoy –lo interrumpí abruptamente- ¿Podrías abrirme la maldita puerta?

Harry dio un paso hacia atrás y se quedó mirándome con los ojos bien abiertos, enseñándome las palmas de las manos en señal de rendición. Genial, me estaba volviendo loca; loca y agresiva.

_Oye, lo siento –me disculpé calmadamente- de verdad quiero irme.

_ ¿Es algo que yo haya dicho? –preguntó mirándome a los ojos, consternado.

_No –me apresuré a contestar- es decir… -hice una pausa y me miró esperando una respuesta-no lo entenderías.

_Ponme a prueba –se recargó contra la mesada con las piernas cruzadas.

¿Qué iba a decirle? ¿”Creo que me gustas y detesto que no te pase lo mismo”? ¿”Te odio por haberme besado de esa manera y hacerme sentir de esta forma”? No, definitivamente no. Rayos, sólo quería irme.

 _Escucha, no tengo tiempo para esto. Las cosas son como tú dices, nos vemos sólo para hacer nuestro trabajo, eso es todo. No estamos haciendo nada de eso ahora, así que me voy.

Debo admitir que soné bastante ruda, pero me sentí liberada.

_Bien –dijo cogiendo unas llaves del bolsillo- si eso quieres.

_Sí, eso quiero.

Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiese frenarlas, sentí la necesidad de decírselo, de decirle que eso quería, irme de su casa para alejarme de él. Pero él obviamente no iba a interpretarlo de esa forma.

_Uhm, _________ –dijo parándose delante de mí.

Miré a Harry y él miró mis pies. Maldición, estaba descalza. Mi único calzado eran los zapatos incómodos de la noche anterior. Caminé hacia el cuarto de Harry y los busqué entre las sábanas revueltas en el piso. Mientras tanto Harry cogía mi ropa y la guardaba en una bolsa. Me coloqué los stilettos dolorosamente y me ví al espejo, lucía como toda una indigente. O quizás una loca ridícula sin sentido del estilo. Seguí a Harry hasta la puerta del departamento.

_ ¿Necesitas que te lleve? –preguntó mirándome fijo, con seriedad en el rostro.

_Descuida, estaré bien. Lo peor que puede pasarme es quebrarme un pie.

Harry rió. Su risa era tan bella que no pude evitar mirarlo y sonreír. De repente ya ninguno estaba riendo. Ambos permanecimos en silencio durante unos segundos, mirándonos fijamente. La tensión comenzó a crecer al igual que el rubor en mis mejillas. Nos acercamos lentamente hasta quedar a tan sólo milímetros, nuestras narices rozándose. Oh por dios. Harry suspiró y miró mis labios,  los suyos se veían tan tentadores.

_Adiós –dije volteando mi rostro hacia un costado.  

Harry se alejó unos pasos hacia atrás y metió las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón, mirando hacia un costado y balanceándose sobre sus pies. Por la expresión en su rostro podría decir que estaba actuando algo… ¿tímido? No podía ser, ¡wow! Harry Styles, ¿tímido?

_ ¿Qué? –preguntó en voz baja al notar la ternura en mis ojos.

_Nada –sonreí.

Se acercó sorpresiva y decididamente hacia mí, acorralándome entre sus brazos  sin dejarme escapatoria. Me besó dominantemente, enterrando su mano en mi cabello y apretándome contra él. Era un beso desesperado, hambriento;  jamás me había sentido tan deseada. Pero aún así era único y especial, como cada uno de los besos de Harry. Él sabía cómo volverme loca. Él tenía esa maldita técnica que me hacía ver las nubes, esa maldita lengua que me dejaba soñando deseosa de un nuevo encuentro. Él tenía todo eso y más. Me había vuelto una adicta sin darme cuenta, él era algo así como una droga para mí… Él era mi perdición. 

Over Again.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora