Capítulo 6

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Miro las puertas del edificio en donde quedan las oficinas en las que trabaja mi hermano. Me lo imagino contemplando la libertad por la ventana, con la misma energía con la que yo lo espero en esta banqueta.

Cojo mi móvil para cambiar la canción que escucho con los cascos puestos. Arjona me deprime. No sé por qué lo tengo en mi playlist. Me fijo en la pantalla, veinte minutos tarde y ni un mensaje. Veo a la gente pasar y busco entre la multitud una mirada, la mirada de un hombre que no conozco, no en esta vida.

Por el rabillo del ojo veo la figura de un hombre que se me acerca. Esta figura sí que la reconozco, de hecho, desearía poder olvidarla, pero aún así no me moví de mi lugar cuando se sentó a mi lado.

– Hola. – Me saluda Lucas. Creo que lo que oigo en su voz es arrepentimiento... o quizás es eso lo que quiero creer.

– Hola. – Respondo sacándome los cascos, pero sin dirigirle la mirada.

Lucas posa una de sus manos sobre las mías – Supongo que no has venido a hablar conmigo, así que seré breve.

Ahora sí que observo, esperando a que diga lo que tenga que decir y luego me deje tranquila.

– Sólo quería disculparme otra vez. – Si no está arrepentido de verdad, es mejor actor de lo que creía. – Necesito pensar que quizás, tal vez, algún día podrás perdonarme. Ni siquiera pienso en que me des una segunda oportunidad, pero me gustaría que al menos pudiéramos volver a ser amigos... y quiero que sepas que, pase lo que pase, puedes contar conmigo.

Lucas ve a Connor saliendo del edificio, cargado de tubos en los que acarrea planos y un maletín en el que lleva el ordenador portátil cruzado en el pecho.

– Será mejor que me vaya. No quiero hacer más escenas, sobre todo a las afueras de la oficina. – Dice levantándose, pero se queda de piedra cuando le tomo la mano, agarrándolo por sorpresa.

– Gracias. – Le digo. Lucas asiente y se va antes de que llegue Connor.

Me acerco sonriendo a mi hermano y lo abrazo con todas mis fuerzas. Connor pierde un poco el equilibrio de los documentos, pero como puede me devuelve el abrazo y me besa la frente.

– Te he echado mucho de menos. – Me saluda.

– Lo sé, es casi imposible no hacerlo.

– ¿Y ése, qué quería ahora?

– Déjalo. Es un buen chico que cometió un error y de paso me arruinó la vida. – Hago una pausa para dejar de pensar en lo malo. – Y bueno, ¿qué es lo que necesitas que te ayude a buscar? ¿Un traje? ¿Un regalo?... – Lo miro de arriba abajo. – ... ¿Tu dignidad?

– No sería mala idea, pero eso lo podemos dejar para más adelante. – Connor abre la parte de atrás de su coche y tira ahí el bolso del ordenador junto con los tubos alargados.

El coche es un modelo antiguo y no se encuentra en muy buen estado. – No puedo creer que con todo lo que ganas, aún no hayas cambiado el coche.

– Tampoco es que gane tanto. Además, puede ser que esté ahorrando para otra cosa.

– ¿El qué?

– Súbete y lo descubrirás, hermanita... – Nos subimos al coche al mismo tiempo. – ... pero primero, tú me vas a tener que contar qué es lo que ha pasado en tus sesiones con Adam.

– ¿Él ya te ha contado algo?

– No es que no le haya preguntado, pero por muy amigos que seamos, sigue siendo un profesional con un juramento que cumplir... o al menos, eso es lo que me respondió cuando le pregunté.

Mis vidas contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora