Capítulo 9

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Llevo un par de días así, sin bañarme, sin abrir las ventanas ni las cortinas, pidiendo comida y alcohol a domicilio, haciendo el mínimo esfuerzo por levantarme de este sofá y en modo hibernación hasta que pueda salir de mi piso sabiendo que los coches vuelan. Es más probable que suceda eso a que encuentre las respuestas a las preguntas que he maquinado en mi cabeza desde la última vez que vi a Adam.

De repente, una llamada interrumpe la película que estoy viendo por tercera vez en dos días, 10 things I hate about you. Pauso la peli para no perderme la parte en la que Heath Ledger canta Can't take my eyes off of you. Cojo mi móvil, es Adam otra vez. Ya perdí la cuenta de las veces que he cortado sus llamadas. –Y esta vez no será la excepción. – Pienso. Aprieto el botón rojo y lanzo el teléfono al sillón más alejado de mí. 

No me puedo concentrar. No puedo apretar la tecla play. No puedo parar de pensar. Me levanto del sofá y me dirijo a la cocina. Abro la puerta del refrigerador y tomo la última cerveza que me queda. Vuelvo al salón, me siento frente a la pantalla del televisor y ahogo un grito con un cojín antes de levantar el teléfono inalámbrico y llamar al delivery para encargar más latas.



Me despierto con el sonido de una llamada entrante. – No lo he cargado en dos días, ¡¿cómo es que sigue encendido?! – Me levanto inestable. – No sé si es por la resaca o por levantarme demasiado rápido. – Miro a mi alrededor; un bote de helado sin terminar, paquetes de patatas fritas y latas de cerveza acumuladas por arriba y abajo de la mesa de centro y a los lados del sofá. – Algo me dice que no es la segunda opción

– Diga. – Respondo el teléfono de mala gana y con la voz rasposa.

– Hola, enana. – Me saluda Connor, demasiado alegre para mí.

– Tu madre.

– Somos hermanos.

– No me lo recuerdes.

– Uffa, con ese humor, mejor te dejo un mensaje. "BIP" – Dice imitando el sonido del contestador automático. – Hola Sarah, ya sabes quién soy. Sólo quería asegurarme de que vinieras al restaurant mexicano de siempre, el sábado a las 8. Vamos a anunciar nuestro compromiso con Emily y...

– Voy por ella, no por ti. – Lo interrumpo.

– Yo también te quiero.

Cuelgo la llamada y vuelvo a lanzar mi teléfono al sillón de donde lo saqué.

Mis vidas contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora