Aquella noche se vieron obligados a acampar en medio del bosque, debajo de un
árbol gigantesco, pues no se veía vivien_da alguna por los alrededores. El árbol los
protegió muy bien del rocío, y el Leñador cortó una buena cantidad de madera con su
hacha, mientras que Dorothy hizo una espléndida fogata que la calentó bastante,
haciéndola sentirse menos sola. Ella y Toto comieron los últimos restos del pan, y la niña
se dio cuenta ahora de que no habría desayuno para ellos.
-Si quieres, me adentraré en el bosque y mataré un ciervo para ti -ofreció el León-.
Puedes asarlo con este fuego, ya que tienes esa costumbre tan rara de cocinar las viandas,
y así tendrás un buen desayuno por la mañana.
-¡No! ¡Por favor, no! -rogó el Leñador -. Seguro que me pondría a llorar si mataras a
un pobre ciervo, y entonces se me oxidaría de nuevo la mandíbula.
Pero el León se internó en el bosque a buscar su propia cena, y nadie supo nunca qué
comió esa noche, porque no lo dijo. Y el Espantapájaros halló un árbol lleno de nueces
que puso en la cesta de Dorothy a fin de que no pasara hambre por un largo tiempo. A la
niña le agradó mucho esta atención tan bondadosa del Espantapájaros, aunque rió a más y
mejor al ver su torpe manera de recoger las nueces. Sus manos rellenas eran tan poco
ágiles y las nueces tan pequeñas que dejó caer tantas como tantas puso en la cesta; pero al
Espantapájaros no le preocupó el tiempo que le llevara llenar el recipiente, ya que esto lo
mantenía alejado del fuego, pues la verdad es que temía que saltara una chispa y lo
consumiera por completo. Por ello se mantuvo a buena distancia de las llamas, y sólo se
acercó a Dorothy para cubrirla con hojas secas cuando la niña se acostó a dormir, lo cual
la mantuvo abrigada y cómoda hasta la mañana.
Al amanecer, Dorothy se lavó la cara con el agua de un arroyo cantarino y poco
después partieron de nuevo hacia la Ciudad Esmeralda.
El día iba a ser muy ajetreado para los viajeros. No habían caminado más de una
hora cuando vieron ante ellos una gran zanja que cruzaba el camino y parecía dividir el
bosque en dos partes hasta donde la vista alcanzaba. Era muy ancha y cuando se
acercaron cautelosamente hasta el borde, observaron su gran profundidad y las numerosas