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Escuchó su voz. Sonaba tan alegre, tan feliz. Y sintió celos. Celos porque no podía ser ella quien le diera esos arranques de felicidad. Porque ella nunca estaría a la altura para ser valiente y aceptar su amor. Ni para aceptar que lo amaba. Que lo quería. Que la tranquilizaba. Que él era el mundo.

Entonces le dijo las dos palabras y él lo agradeció, cordial, antes de pedirle otro consejo. Consejo que ella, masoquista, le dio. Por su felicidad. Siempre por su felicidad.

¿Cuándo?

La primera vez que lo dijo, todos esos años atrás, cuando él era hielo y ella era fuego, ni siquiera lo había pensado. Las palabras salieron de su boca sin poder ser controladas. Él había guardado silencio largos segundos antes de soltar una risa suave y sencilla, como brisa fresca de invierno, haciendo que su corazón cayera hasta su estómago. Pero no estuvo molesta con él, ni siquiera le guardó resentimiento. Sólo una terrible confusión se apoderó de su mente, y no por él. Por ella.

La situación, así como los años, pasaron lentamente. La rutina recayó sobre sus hombros con cautela, aunque su mente continuó sumergida en esas palabras, incluso cuando luego de intentarlo, las cosas se habían acabado.

Cuando aquello acabó, si bien había estado triste y desdichada al no tenerlo, una firme constante se mantuvo allí. Ella se quedó todo lo cerca que pudo, tratando de sonar casual cada vez que él le hablaba sobre los sentimientos que su corazón acunaba por otra persona. Y cada vez que eso sucedía, ella se mantenía suave y habladora, sonriente para él porque sabía cuánto necesitaba su apoyo. Lo intuía. Y aunque desdichada por pasar las noches mirando el techo, continuó escribiendo sobre lo que pudo ser y no fue. Continuó pensando en que eso era lo mejor que podía hacer por él, que era la mejor forma de estar con él sin perderlo.

A veces, cuando él no podía escucharla, susurraba esas dos palabras casi sin voz, pensando en que el sentimiento permanecería tan eterno y profundo como siempre. El "Cuando" se transformó en otra constante de su rutina. "Cuando" él la necesitara. "Cuando" ella podía estar con él, para ayudarlo y apoyarlo en lo que necesitara. "Cuando" su sonrisa vacilaba en sus labios, pero finalmente se mantenía firme para él.

Cuando, ebria hasta la raíz del cabello le cantó la canción que él siempre había querido que una chica le cantara. Cuando con miradas le expresaba cuánto lo quería.

Todos esos "Cuando" se quedaron con ella, todo el tiempo. Y ella tenía la vaga esperanza, la vaga ilusión de que un día él leería algo de ella y pensaría sobre para quién escribía. Eso la llenó de terror. No quería hacerlo responsable de sus sentimientos por él.

Por cuando dijo "te amo" la primera vez, y todas las veces siguientes, sabía que la decisión de quererle, amarle y adorarle no había sido de él, había sido de ella.

Había sido consciente.

Y siempre lo sería.

RecuentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora