Reconciliación

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Milo suspiró esa mañana al levantarse, se sentía derrotado por su tonta convicción de no poder desertar del club, inevitablemente tendría que ir a acuario y hacerle frente a él, al motivo de sus enojos, pero también de sus suspiros, de sus desvelos y de tantas cosas más.

El griego recordaba exactamente el momento en que supo que estaba enamorándose de Camus, siempre le había parecido elegante, estilizado y de buen ver, pero nada más. Lo quería muchísimo pues desde niños habían sido los mejores amigos, pero no lo había visto con otros ojos hasta ese día.

Flashback

Ambos tenían alrededor de 16 años y se encontraban caminando en Rodorio sin sus armaduras, pues habían ido solamente a comprar un par de cosas para sus templos. En eso se encontraron con un puesto donde vendían rojas, regordetas y deliciosas manzanas, Milo sintió la saliva acumularse en su boca de solo verlas, Camus lo miró divertido y le dijo "¿Quieres una?" Sacó una moneda del bolso, compró una manzana y se la entregó a Milo, esbozando una leve sonrisa "¿Te gustan mucho las manzanas, verdad Milo?" le preguntó el francés. El griego asintió con la cabeza mientras le daba una mordida a la manzana"Esh mi fguta fagvogdita" dijo con la boca llena, los ojos brillantes y una franca cara de felicidad; entonces Camus sin poder evitarlo soltó tremenda carcajada, inmediatamente trató de reprimirla y se tapó la boca con ambas manos, pero no pudo y continuó riendo; el peli azul se le quedó viendo atónito, con las mejillas sonrojadas y los ojos como platos, tanto fue su asombro que incluso soltó la manzana.

"¡Milo! ¡Tu manzana!" el acuario se recuperó de inmediato y creó una capa de hielo para que la manzana no cayera en el piso, pero no calculó que esta resbalaría de cualquier modo y tuvo que seguir haciendo un camino de hielo hasta que el griego la pudo alcanzar.

"¡La tengo!" gritó triunfal el escorpio, quien se había tenido que barrer en el piso para alcanzar la fruta. Cuando ambos jóvenes alzaron la vista medio pueblo los estaba viendo aterrados, los caballeros intercambiaron miradas y desearon con toda su alma poseer la habilidad de teletransportarse lejos de ahí.

"Ergh...nosotros, nos tenemos que ir ¡nos vemos!" Atinó a decir Milo para después tomar la mano de Camus y salir corriendo a toda prisa.

Una vez a las faldas del santuario ambos caballeros se detuvieron un momento para recuperar un poco de aire

"¿La...*aire*...tienes?" preguntó Camus a duras penas mientras intentaba volver a insuflar sus pulmones.

El escorpio sonrió jadeando y le mostró su mano izquierda en la cual tenía la manzana.

"Gracias Camus" le dijo Milo quien de pronto se encontró con los hermosos ojos del francés; le pareció una mirada tan arrebatadora que se sonrojó de inmediato ¿Cómo no la había notado antes? Comprendió entonces que la risa de Camus había movido algo en su interior, quería verlo sonreír siempre, más bien, quería ser siempre el motivo de sus sonrisas.

Fin flash back

Milo reflexionó un momento sobre esa memoria, ese día había visto un lado de Camus que estaba oculto para todos. El francés se caracterizaba por manejar muy bien sus emociones, pues consideraba que un caballero dorado debía mantener siempre la compostura para poder combatir mejor y transmitirle esa misma serenidad a los demás, pero ese día Camus aprendió a separar su vida como caballero dorado y su vida como ser humano, por lo menos con Milo en quien confiaba plenamente.

Pero esos días habían quedado muy atrás, y a pesar de que el escorpio aun lo amaba, tenía su orgullo el cual estaba muy lastimado.

Aunque debia reconocer que extrañaba demasiado esa risa...

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