Se forma el club

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Mu le dio un sorbo a su café y evitó a toda costa hacer una mueca de disgusto, el tibetano no estaba acostumbrado a tomarlo pero lo tenía en su despensa como consideración a sus visitantes que gustaban de él, resultó ser que Milo era uno de ellos.

El griego contempló por un par de segundos su taza, tratando de procesar las palabras que el lemuriano le había dicho.

"Si tuvieran una amistad más profunda estoy seguro que todo este mal entendido no se hubiera dado, pues comprenderías los sentimientos de Camus en vez de juzgarle"

Milo frunció el ceño ¿Por qué Mu tenía que hablar siempre así? ¿No podía simplemente ir al grano?

El ariano se encontró con los ojos del peli azul y le dijo "Entiendo que estés molesto porque piensas que Camus cometió traición contra el santuario un sin número de veces, sin embargo, siempre lo hizo siguiendo sus convicciones. Ni tú ni yo estuvimos presentes cuando Abel intentó acabar con la vida de Athena, pero tengo entendido que tan pronto Camus lo supo luchó por ella, así como arriesgó su honor como caballero para revivir la armadura de nuestra Diosa en la guerra santa"

"Al fin..." pensó Milo, agradeciéndole a Mu en su mente por hablarle como la gente normal, meditó un par de segundos lo que su amigo le dijo y después replicó "Aunque eso sea cierto ¿Cómo explicas lo que paso en Asgard con los dioses guerreros?" Ese sin duda alguna era el recuerdo que más le afectaba (enfurecía) a Milo. Mu bajó la mirada y se quedó callado varios segundos, después levantó la vista y le sonrió al escorpión "No sé por qué te extraña, de nuevo te digo, Camus tan solo siguió sus convicciones. No te pido que lo justifiques, solo que lo entiendas"

Milo se levantó de la mesa de pronto y la golpeó con ambas palmas "¡No entiendo una mierda! Nosotros somos sus compañeros de armas, crecimos juntos, luchamos juntos, teníamos un deber en común ¿Cómo tiras todo eso por la borda por un solo sujeto? ¡¿Cómo?!"

Mu le dio un sorbo al café, mientras cerraba los ojos para no ver a Milo, con una notable cara de indiferencia por la visceral acción del escorpión "Dime Milo ¿Alguna vez has deseado poder regresar el tiempo para evitar cometer una tontería?"

El griego negó con la cabeza.

"Bueno, entonces eres el menos indicado para juzgar a Camus" le dijo el peli lavanda.

Milo soltó un bufido, Mu estaba empezando a colmarle la paciencia, el lemuriano lo notó y le dijo "No se puede juzgar lo que no se conoce, si tú nunca has hecho algo de lo que realmente te arrepientas, no podrás entender el sufrimiento de Camus y por lo tanto, tampoco su actuar"

El escorpio respiró profundo un momento para tranquilizarse y volvió a tomar asiento. Odiaba admitirlo pero Mu tenía razón, ya sereno las palabras del tibetano comenzaron a tener sentido para él, el guardián de la primera casa notó esto y sonrió complacido.

"Gracias, Mu. También por el desayuno"

"No hay por qué... ¿Y, que harás respecto a Camus?"

"El hecho de que lo entienda no quiere decir que lo perdone"

"Ya veo..."

En eso apareció el mencionado caballero, sin darse cuenta se había llegado la hora citada para dar inicio al club de la lectura. Ambos jóvenes voltearon a ver al francés y Milo desvió su mirada hacia el cielo al escuchar la voz de Camus "Buen día caballeros" saludo con su usual tono solemne "Buen día" respondieron ambos al unísono.

"¿Te unirás a nosotros Milo?" le preguntó Mu mientras lo miraba con sus ojos serenos y nobles "¡Maldito sea! ¿Cómo lo hacía?" pensó el escorpio.

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