Como Pedir Disculpas Parte 2

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-¡aah!- suspiro satisfecha después de tomar un trago de su lata de gaseosa, el líquido bajo por su garganta refrescando su cuerpo -¡que placer! Nada mejor que un buen refresco después de un partido.

-¿Qué estaban jugando?- pregunte mientras habría mi refresco.

-softball, con los chicos esos de ahí.

Esta chica de 16 años vestida con shorts negros y una remera blanca un tanto abultada, una gorra roja y con su cabello negro atado con una cola de caballo, es mi mejor amiga, Sylvie.

Yo y ella nos conocemos desde hace muchos años, en realidad somos vecinos, ya que nuestras casas quedan una al lado de la otra terminamos pasando mucho tiempo juntos desde que tengo memoria.

-es impresionante que siempre encuentres a alguien con quien jugar.

-¡jajaja!- se rio animadamente –ya me conoces- se rasco la nuca cuando dijo esto, prueba de que está un poco avergonzada.

Sylvie es una fanática de los deportes, mi contraparte perfecta, es atlética y se lleva bien con todo el mundo, puede entablar una conversación con casi cualquier persona, a diferencia de mí que todavía soy muy tímido.

Ahora mismo no encontramos en un parque cerca de nuestras casas, lleno de árboles y canchas de juegos, con un pequeño arroyo dividiendo el parque en dos, es el lugar favorito de Syl, casi siempre cuando sale de la escuela me pide que venga a verla aquí.

-¡por favor no me hagan nada!

-mira agu, este el chico ese que siempre está solo.

-¿Qué te pasa? ¿Te da miedo? ¿Vas a llorar? ¡Eh! Maricon

No tan lejos de nosotros se encontraban un grupos de niños de primaria, dos de ellos parecían matones, presionando a otro chico, más pequeño e indefenso contra la pared de los baños públicos.

Sylvie se mostró pensativa mientras miraba la escena desarrollarse, como un espectador en una obra de teatro.

-¿eh? ¿Adónde vas? ¡hey! Veni aca!

-no me puedo quedar mirando- respondí rápidamente, me levante del suelo y corrí hasta donde se encontraban los chicos.

-¿eh?- uno de ellos se sorprendió con mi presencia -¿Qué le pasa a este? Ya está sin aire.

-aaah- trate de recuperar mi aliento, que patético, no corrí ni siquiera cuarenta metros.

-chicos...d-de...dejen de molestarlo, no creo que a sus madres les guste saber que sus hijos son unos bravucones.

Los dos se quedaron viéndome con expresiones de "¿y este que está diciendo?"

Ciertamente, aquellas palabras viniendo de un adolescente agotado no sonaban muy convincentes.

-Elías- Llegaba por detrás Syl. Al verla los rostros de los dos niños se deformaron de terror.

-e-e-e-es la loca, ¡corre! ¡Corre!

-¡si, yo te sigo!- ambos emprendieron la retirada, escaparon con el rabo entre las patas, dejándolos solos a los tres.

-¿estás bien? ¿Te hicieron algo?- pregunto Elías.

-no, estoy bien, gracias señorita- el niño se disculpó y se fue corriendo en la dirección opuesta, hasta él se había percatado de quien había hecho la mayor parte del trabajo.

-soy yo ¿o esos chicos te conocían?

-sí, te dije que estuve jugando al softball, bueno fue con ellos.

No me voy a molestar en preguntarle por qué estaban tan asustados, mayormente por qué puedo hacerme una idea de la razón.

Broken HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora