Capítulo 24

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Era imposible respirar. Mi cuerpo se negaba a cooperar para volver a inhalar y llenar los pulmones de tan necesitado oxígeno.

Era como... Como estar muriendo supongo.

Froté mis ojos intentando parar de nuevo los ríos de lágrimas que todavía no pudieron secarse tras la pérdida de una amiga, casi hermana.

Y sin embargo, la vida, el destino, karma... —Se llame como se llame—sigue quitándome personas valiosas.

—¿Me lo explicaras?—susurré con voz temblorosa.

Sting me observó a los ojos durante unos segundos antes de suspirar y cerrarlos—No hay nada que explicar la verdad, simplemente no pertenezco a ese tiempo.

Pues vaya que no habia nada que explicar. Como si decir que no pertenece a ese tiempo sea lo más normal del mundo.

—Mi madre me mandó al pasado para salvarme de mi padre—empezó con un tono parecido a como si estuviera hablando de una malísima pesadilla—al principio fuimos la mejor familia posible, nos respetaban como magos, adoraban a mi madre, era como una diosa, y amaban a mi padre por su carácter.
»Pero el poder de mi padre fue demasiado para él, y se volvió totalmente loco. Creo que destrozó la mitad de la ciudad. Mi madre pudo tranquilizarlo pero desde ahí todo empezó a ir mal en peor. Los ataques eran cada vez más constantes y la última vez, mi padre me vió a mi.

La estancia se sumió en completo silencio. Si los ataques de su padre eran parecidos—o más fuertes— al que le pasó a Sting, entendía a su madre de mandarlo lejos, ¿¡Pero que sea en el tiempo atrás!?

Abrazé a Sting para darle un poco de consuelo. Él tuvo que arreglarse en un tiempo al que no pertenecía, sin padres ni amigos.

Para mi sorpresa Sting me rodeó fuertemente en un abrazo estrecho. Una sensación cálida de estar completa me inundó asustándome. Me sentía demasiado cómoda con Sting.

Pasé mis dedos por su sedoso pelo—Ya es tarde, y mañana tenemos trabajo. Hace tiempo que no hacemos misiones y creo que es la mejor distracción en el momento dado.

—¿Crees que Yukino está bien en el cielo?

—No lo dudo—intenté apartarme pero me encontré en una cárcel de los brazos del rubio—¿Sting?

—Es hora, vieja amiga.

Me  sobresalté por la grave voz que conocía perfectamente. Así que volvió a congelar el tiempo.

Como pude me aparté de Sting y miré por la ventana viendo al mencionado brillar como una antorcha en la oscuridad de la noche.

—¿Hora de qué? —pregunté mientras me daba prisas en salir.

Necesitaba preguntarle sobre el tiempo. Necesitaba respuestas. Necesitaba salvar a Yukino. Protegerla.

—Hora de que nazca una nueva constelación —dijo despacio, sin prisas el Rey Celestial —Cada guardián tiene la posibilidad de añadir un solo espíritu celestial. Y es hora de elegir para ti, Lucy Heartfilia.

Cuando dijo mi nombre fue como si hubiera recibido una bofetada de realidad.

Nunca pude imaginarme qué poder albergaba el celestial. Y era mucho más de lo que alguna vez llegué a pensar.
Y esos datos, explotaban en mi cabeza dificultando me, haciéndome imposible pensar siquiera en como me llamo.
Ni hablar sobre pensar en elegir a quien hago espíritu celestial.

—¿Hay a-algunas reglas p-para el-legir? —tartamudeo incapaz de articular las palabras siquiera. ¿Que tenía que decir?

—Solo una: no puede ser un humano.

Algún Dia...[1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora