Entré en el gremio decidida cuando el sol ya estaba bajando. Me quedé a propósito todo el día en mi cuarto para que los chicos se vayan al gremio y estuve aliviada cuando encontré el gremio casi lleno.
Me dolía de antemano lo que iba a anunciar, pero lo sentía correcto para mí. O lo necesitaba, todavía no lo tenía decidido.
Primero intenté encontrar a Sting, siendo él el Maestro, pero estaba ausente. Además con él quería tener palabras aparte respeto a lo que le estaba pasando.
Tampoco veía a los exceeds, Roug o Minerva. Ojalá no estén de misión.Hice mi camino hacia el despacho, saludando en camino a muchos magos con quién todavía no tuve tiempo de socializar aunque haya pasado un mes. Madre mía, todo un mes, parece mucho pero en realidad era muy poco. Y en este corto periodo de tiempo pasó tantas cosas...
Suspiré tranquilizándome y entré en el despacho subiendo mis muros interiores porque admitamoslo, si ellos me pedían no hacerlo, no lo haré.
La escena me llenó de nostalgia, los cinco estaban allí hablando como mejores amigos que eran, decidiendo qué harían, y hablando sobre las fiestas que se aproximaban. Todavía la tristeza se cernía sobre ellos, y todos del gremio, pero intentaban seguir adelante. Eso me animó.
En aquel instante su charla término con una decisión que no oí y me enfrentaron curiosos.
—¿Rubia?—preguntó Minerva—Creímos que te sentías mal y te dejamos tranquila...
—No te preocupes por eso—le di una pequeña sonrisa, nada en comparación con mis viejas y alegres sonrisas. Parecía ser una mala imitación en realidad—Vengo a decirles que me marcho—dejé caer la bomba sin disfraces. Y el silencio fue segundo en caer allí, por eso proseguí—Os estoy muy agradecida de que me hayas sacado de mi pozo de depresión y ayudado a seguir adelante, pero necesito irme—no sentí arrepentimiento por las mentiras, ellos necesitaban creer que estaba bien, para dejarme marchar.
—Lucy-san—murmuró bajo Sting y los sentimientos que vi en sus ojos me dolieron. No era nada de amor o lo que alguien se puede imaginar, era tristeza, dolor, entendimiento, melancolía y muchas cosas más.
Preferí evitar con cualquiera conección de miradas, y en verde de ello observé las paredes de azul marino. Malo, porque ahí estaba la foto de Yukino sonriendo alegre.
La angustia me agarró de repente, casi ahogándome y sentí pánico. Mis ojos empezaron a correr sin control por el despacho intentando encontrar algo a lo que aferrarme como a un salvavidas.
Tranquila, respira Lucy. Tus amigos, concéntrate en ellos.
Por una vez estuve agradecida de tener a Igneel en mi cabeza. Y por una vez se comportaba serio.
¿Por una vez?
Bien, tachen lo de arriba.
Su pequeña intervención ya de por sí me distrajo y miré la marca de mi mano, uno a uno recordando a todos los de Fairy Tail. Seguido de mirar a cada uno presentes.
Poco a poco el pánico se alejaba, volviendo la decisión de antes. Decidida, aunque triste, los enfrenté de nuevo.
—Bien, si esa es tu decisión yo la acepto—Minerva se puso de pie—Pero espero que nos vesites, no quiero despedirme de ti, además odio decir adiós, así que nos vemos—y acto seguido desapareció en una burbuja de su magia.
Por un lado me alegré que se lo tomó así, por otro lado me dolió no despedirme de ella en condiciones.
El siguiente en ponerse de pie fue Roag sorprendiéndome con un abrazo—Tengo que ir con Minerva, la dejaste destrozada.—dijo en mi oído.
—Dile de mi parte que lo siento, e intentaré visitarla.—dije con un hilillo de voz. Estaba a punto de derrumbarme.
Roag rápidamente corrió fuera del despacho, sin siquiera señalar que lo suyo era un ship a toda regla cuando los exceeds chocaron contra mi llorando a moco suelto.
—Lucy-saaaan!—exclamó Lector. Frosh ni siquiera era capaz de hablar entre sus sollozos.
En mis ojos se nubló todo con las lágrimas peligrosamente en superficie.
—No lloren anda, que no me voy para siempre—en realidad no lo sabía. Porque todo apuntaba que la misión a la que estaba a punto de ir, aunque no sea oficial, era suicida.
Después de largo rato abrazados y promesas vacías los gatos me dejaron a solas con Sting. Lo que sería la despedida más dolorosa.
—¿Por que?—preguntó después de un largo momento y su voz sonó tan dolorosa que otra oleada de lágrimas me golpeó.
Pensé en algo que sonara convincente. ¿Porque quería venganza?¿Porque no aguantaba estar en un gremio sin recordar Fairy Tail?¿Porque si moría no quería que ellos sufran otra perdida?¿Porque...
—Porque lo siento así, correcto—solté y miré mis manos—Mira Sting, también intentaré buscar una respuesta a tu problema—especialmente ahora que tenía el poder del tiempo a mi disposición y podría a ir directamente al futuro—Y necesito saber quiénes son tus padres, a lo mejor si les ayudo tú podrías...
—Me temo que no ayudará de nada, desapareceré de este tiempo de cualquier modo—me interrumpió, rendido.
—Incluso si lo haces, puedo asegurar que tus padres estén bien, que te estén esperando...—intenté aunque dolor me desgarraba al saber que él no podía permanecer aquí, en el ahora. Pero si podría ayudarlo de cualquier manera, lo haría sin dudar.
Sting me observó durante unos instantes y al final simplemente suspiró—Cuídate mejor tu a ti misma ahora que te vas solo Dios sabe donde.—se levantó y se acercó a mí con los brazos abiertos—Pero ojalá te vea por última vez antes de que me vaya. ¿No puedes posponer tu misión de venganza?¿Quizá solo un poco? A lo mejor tendrías ayuda...
Lo abracé insegura—¿Sabes...?¿Que...?—cerré los ojos con fuerza, no importaba cómo lo sabía, ni lo que significaba sus palabras, yo lo decidí.—Lo siento.
—Lo sé. Prométeme que cuando encuentres a Natsu lo vas a cuidar bien. Y que Fairy Tail vuelva a existir.
Me aparté, aún más confundida—¿Qué tiene que ver Natsu aquí?
—Todo, Lucy prométemelo.
Asentí todavía sin entender nada—Prometo cuidar de Natsu y asegurarme de que el gremio se reúna de nuevo.
Él pareció más tranquilo y casi en paz cuando otra cosa alarmante apareció en sus ojos—También, pero eso ya es aparte y para que lo hables con Igneel en el futuro, cuando sea la hora, pregúntale sobre el ritual de apareamiento y la manera para que estés protegida.
Parpadeé ahora si en shock, tanta confusión para nadie era bien.
Este niño sabrá algo así que procuraré tener esta charla contigo. De alguna manera me hago a la idea en que dirección van sus pensamientos...
¡Calla!¡No ayudas!-chillé cuando entendí, una parte de todo aquello.
Sin saber por qué nos abrazamos por segunda vez, intensamente, con todas las palabras y sentimientos no expresados, y después nos separamos, con ojos llenos de lágrimas no derramadas en una silenciosa despedida.
—Sé que volverás a estar feliz Lucy, y nunca olvides sobre tu familia y amigos. —asentí y fui hasta la puerta cuando sus palabras me hicieron pausar—Y algún día, si es que no con seguiremos vernos antes de mi partida, algún día vamos a volver a vernos.
Cerré los ojos dejando caer mis lágrimas, de espaldas a él y asentí de nuevo, incapaz de hablar.
Acto seguido salí de allí, dirigiéndome a mi incierto futuro.
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Me entristece enormemente decirles que éste es el capítulo final de este libro, si, de verdad. Pero que no cunda el pánico, la segunda parte ya está en proceso porque esto quedó demasiado abiertoEl epílogo lo subiré acto seguido, pero no os esperéis graan cosa (la sorpresa estará en el prólogo del segundo libro) porque será cortito.
Mijijiji.
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Algún Dia...[1]
FanficTártaros cayó... El gremio se disolvió... Cada uno se fue por su camino... Lucy intentó encontrar el suyo sin perder el norte... Acabada: 19/6/17