Capítulo 39 "Sweet Serial Killer".

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Bajé con los lentes puestos, era un hotel hermoso, una fuente en la entrada y cuando entraba era otro mundo estaba inspirado en el diseño europeo, caminé hasta la recepcionista que se comía a Travis con sus ojos y éste reía orgulloso lo que puede ocasionar su apariencia. Pongo los ojos en blanco y entrego mis datos, ella se detiene en mi apellido y me mira, sonriente me quito los lentes oscuros.

—¿Calder? —al pronunciar mi apellido su labio tembló, complacida reí.

—Sí... Danielle Calder.

***

—¿Que haces tomando sol? ¿Y aquí?.

Reconozco esa voz y ese maldito perfume que me embriaga cada vez que lo tengo cerca.

—Mi querido ex prometido —sonrío a su dirección y hago seña que se acueste a mi lado —Es un lugar lindo, necesitaba vacaciones. Mi carrera no es calmado.

—Vienes por la fiesta ¿no? —dice molesto, sentí que su mandíbula iba a romper —De paso que estabas con el rubio teñido y no me digas que no.

—¿Qué? —me senté y lo miré fijamente, no me había dado cuenta que sólo andaba con un bañador y su torso totalmente desnudo las gotas caía, y su bronceado era totalmente excitante.

—¡¿Me vas a decir que es rubio natural?! —su mirada se desvió detrás de mí.

—Tienes un mensaje —volteo y veo un sonriente Austin —Y... Por si acaso, soy totalmente rubio natural —guiña su ojo y se va en un auto cámaro amarillo que logro divisar a Agatha como piloto.


—Es una invitación... De parte de Delvecchio —me quita la tarjeta —Le has agradado, seguro de quiere abajo. Mira tus pasos —éste se levanta y veo que desaparece entre la multitud, entre ellas veo al castaño, Chris, sonriendo.

—Sabes que lo último tiene doble sentido ¿no? —Tay tomaba martini con su glamuroso atuendo —Y es que así viven los millonarios... Sólo una vez tomé martini, tenía un sexy Sugar Daddy en ese entonces. Después terminamos y me volví la protagonista de corona de lágrimas de tanto llorar, en una de esas conocí a Jack —sonríe a mi dirección —Yo que tú, mando al diablo a todos y me quedo con Russell.

Tay se levanta y se va con William; ¿Russell? ¿Debería estar con él? Salté a la piscina y nadé hasta chocar con algo.

—Pequeña nadadora, ve por donde vas —me sonríe un rubio, ¿eso es un cumplido? Mi desgracia con los rubios —No pongas los ojos en blanco —pone una sonrisa ladina pero su voz es dura —Calder ¿no?.

Asentí no muy confiada y él rió.

—Todos están hablando de ti, se sorprendieron que la única heredera esté viva.

—¿Qué te da el derecho hablarme? —subí las escaleras y me fui alejando.

—¡Te veo en la fiesta de Delvecchio!.

***

«Mátalo... Él lo merece, ellos se lo merecen...»

Seguía caminando con el hacha en mis manos ensangrentadas igual que mi pijama de seda. En mi cara estaba dibujada una gran sonrisa de satisfacción.

—Detente... Danielle, detente —esa voz volvió a retumbar en mis oídos.

—¡BASTA BASTA BASTA! —las lágrimas comenzaron a caer.

«Mátalo a él también...»

Levanté el hacha a su dirección y él ya no estaba.

—Ya... —una mano posó en mi brazo, bajando lentamente mi brazo. Su tacto tranquilizaba todo, dejé caer el hacha y luego caí abrumada —Nada malo te pasará pequeña, estoy contigo...

Mi cuerpo comenzó a moverse de forma inexplicable, estaba agonizando. Él me miraba con una calidez y una sonrisa, seguía acariciando mi cabello mientras convulsionaba.

—¡DESPIERTA! —me detuve y lo miré, Russell estaba ensangrentado.

—¡RUSSELL!.”

Desperté sudorosa, Russell pasaba un pañuelo húmedo sobre mi cara que estaba apoyaba en sus piernas. Él sonreía, como en el sueño. Me levanté y lo abracé fuertemente.

—Siempre estaré aquí, pequeña —me regalaba besos, lentamente mi cuerpo se fue relajando. No me había dado cuenta que durante el tiempo que estuve separada de éste, estaba tensa.

—No te vayas... —comencé a sollozar, era una niña indefensa protegida por unos gigantes brazos —Pero mueren al estar conmigo...

Se detuvo en seco, y profundizó el abrazo, como si me protegiera de algo grande. Y era cierto, un hombre tira de mí con una fuerza increíble haciendo que como consecuencia le dejara marcas a Russell.
Lo escuché reír, voltee y estaba Miller, sonriente.

—¿Quién lo diría? Una chica de diecinueve años escaparía de los ojos de mis hombres de treinta —caminaba de un lado a otro, sin quitar la vista en mí —¿Qué haces aquí? ¿Recuperar a tu padre? —ríe —Ese bastardo no merece una vida tan perfecta —escupió en seco.

—¿Y tú? Un maldito infeliz —reí —Escuché de esta fiesta, mamá me dijo que viniera para relajarme —mi maquillaje estaba corrido y mi vestido sucio, lucía como una loca del psiquiatra.

—¿Dónde está? Todos la van adorar, es como un diamante —palmeó el hombro de Russell —Hijo... ¿Quieres que el gran amor... Muera?.

Sentí la daga deslizarse por cuello, sentí la minúscula sangre correrse por mi pecho.

—¡Ni se queja! —exclama emocionado —Que chica tan fuerte... Pero con unos problemas mentales tan problemáticos —se detuvo en seco —Vámonos.

Me tiraron como una basura y Russell corrió abrazarme, pero me aparté y lo miré con un nudo en mi garganta.

—Todos mueren... Te lo dije. Así que iré a la maldita fiesta y mataré a todos que se interpongan en mí camino o en el camino de todos nus seres queridos —me levanté débilmente —La lista es muy corta.

—Morirás si lo intentas, Danielle... Olvida todo —llevó sus manos a mi cara y la aparté sin dudarlo —Por favor...

—No te interpongas en mi camino Russell, no quiero lastimarme a mi misma... —lo empuje y salí de la habitación. Me sentía débil junto a él, necesitaba acabar con esta pesadilla y lo haré mañana mismo. Me detuve en la habitación 96 y toqué — Mamá —ella abrió la puerta sonriente.

Y me di cuenta que sufrimos de mismo desorden mental...

Más Amor Que Odio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora