IX

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-¿Rachel?
Le hablaba suavemente, con cariño y algo más.
La pelirroja entreabrio los ojos, para luego cerrarlos durante unos segundos y abrirlos de golpe.
Era Percy.
¿Estaba muy despeinada? Oh por dios, vaya que lo estaba, su maraña roja le tapaba la cara; se levantó rapidamente, mareandose y casi tropezandose, pero él la tomo del brazo.
-¿Estas bien?
-Si, si, ¿Qué sucede?- tomo su diadema de la mesita de noche que se encontraba a un lado y se la puso velozmente para tratar de controlar un poco todo ese cabello, aunque no tuvo mucho efecto.
-No fuiste al desayuno y no has salido para nada, así que he venido a buscarte- Sonrió y se cruzó de brazos.
El estómago de Rachel Elizabeth Dare se hacía pequeñito, pequeñito.
"Gracias Percy, te am..." No, callaba a su mente que la dejaba fantasear para recuperarse antes de que se cayera toda la baba que estaba sacando por la boca.
-Muchísimas gracias... es que me he puesto a investigar un poco sobre mí,  bueno, sobre el oráculo- Comenzó a tender la cama y sacar la ropa que usaría aquel día.
-¿En serio? ¿Y que descubriste?- El par de mares verdiazules que tenia por ojos tenía un resplandor de interés.
-Ya sabes... su historia y sus origenes, quería ver si podia ayudar para algunas cosas, como la profecia que dije...
-Tranquila, yo también me pregunto mucho de eso pero tampoco vale la pena romperse de más el coco, ¿Y si la profecia es para personas dentro de 10, 20 o 100 años?- Su expresión no se mostraba tan segura como su tono de voz, pero se notaba que queria tranquilizar a la pelirroja.
-Tienes razón- Si, era una posibilidad, sin embargo algo le decía que no era probable -Tratare de calmarme, por cierto ¿qué hora es?
Percy asomo la cabeza al pasillo para revisar la hora al reloj que habia en la pared -Son las... ¡demonios!, es tardisimo, lo lamento Rachel pero tengo que irme, dije que iria a ver a Grover, ¿nos vemos luego si?
-Claro, saludalo de mi parte.
-¡Sí! -Decía mientras bajaba las escaleras corriendo.
Rachel Elizabeth Dare escucho el ruido sordo de la puerta al cerrarse.
¿Qué haría hoy la pelirroja?
Salío de la Casa Grande aún con mariposas restantes del último encuentro con Percy, se sentía tonta, súper tonta.
De pronto recordo el encuentro que tuvo con la muchacha del bosque ¿Qué criatura era? No importaba, se le ocurrio ir con ella, y ver que aventuras le esperaban...
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-¿Ho...hola...?- Se sentía perdida otra vez entre tantos árboles a su alrededor, se le ocurrió ir de nuevo al Pino de Thalia ya que ahí había encontrado la última vez a la ninfa.

Después de llegar al Pino, Rachel se sentó en la misma rama que la última vez, esperando con esperanza que la ninfa apareciera una vez más.
De pronto su estómago comenzó a crugir; no había desayunado y ya era bastante tarde, su panza le dolia y se acostó hecha bolita para calmar el dolor.

-!Hola chica¡- La ninfa apareció detrás de un árbol sonriente -¿Qué haces aquí?
-Venía a verte, dijiste que buscariamos un hogar para mí- Su panza le dolía mucho y soltó un quejido.
-Madre mía, ¿estás bien?
-Solo tengo hambre, ¿tienes algo por ahí?
-Lo lamento, no tengo nada pero se donde podemos conseguir algo delicioso- la ayudo a levantarse y se dirigió a unos arbustos -Vamos, sígueme.
Rachel fue detrás de ella -Por cierto, ¿Cómo te llamas?
-Oh- dijo mientras se movía entre las ramas, como si fuera parte de ellas -No tengo un nombre en especial, pero algunos campistas me dicen Esme-
-¿Por qué?
-Por mi piel, ¿no es obvio?...ya llegamos
Rachel ya había estado en aquel lugar, eran las vides de los hijos de Dionisio.
-¿No se enojaran los chicos si las como?
-No les importa, y si así lo es pues que pena- Y soltó una risita traviesa.
Tomó una canasta que había en la tierra y recogió algunas uvas -Vamos, entre más rápido recojamos, más rápido te buscaremos un hogar.
La pelirroja toma la segunda canasta y uvas, al principio estaba preocupada que la vieran pero no había nadie alrededor y si la notaron, no le dieron importancia.

Media hora después tenían ambas canastas llenas de uvas.
-¿Y ahora?- Rachel Elizabeth Dare tenía la cara sudada y sonriente. Tenía mucho tiempo sin sentir esa sensación de utilidad.
-Ahora vamos al bosque.
Y ambas fueron de regreso a la oscuridad entre los árboles.

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