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Rachel llegó a La Casa Grande, subió corriendo las escaleras hacia su cuarto y cerro la puerta, no quería ver esa escena: Percy y Annabeth juntos llegando de la mano, después de una misión, sucios pero felices y que todo el campamento los viera con cariño, no, Rachel no podía con eso, ni hoy, ni mañana, ni nunca, le dolía y siempre le iba a doler. Que el primer amor de Rachel Elizabeth Dare no era correspondido... y no importara las veces que se lo repitiera, no podía superarlo; era como un hoyo en el fondo de ella, y, aunque la había pasado muy bien con Grover y nunca iba a olvidar aquello, verlos juntos la hacía sentir náuseas: se puso su pijama, unos simples shorts con una camiseta y se acostó, no se tapo, hacía demasiado calor, cerro los ojos y soñó.

Estaba en medio de un campo, el pasto era largo y verde en el punto exacto, el cielo estaba en su azul más perfecto lleno de nubes de diferentes tamaños, con diferentes formas. Rachel dio vueltas, no se sentía como en un sueño, era realidad, una nueva y hermosa realidad, sentía que podía tocar el cielo, que aquel campo no tenía limites, que por más que caminara solo encontraría lo que al principio hallo, sonrió y se sintió bien, estaba a punto de acostarse en ese pasto, para ver que tan suave era, cuando, las nubes empezaron a cambiar de color a gris, y el cielo se nublaba: las gotas empezaban a caer, dioses, Rachel nunca podría haber descrito como se sentía: llena, feliz, tranquila, todo lo bueno del mundo le estaba pasando a ella, y era gracias a ese campo verde.

El aguacero cayo sobre ella, y el vestido blanco que usaba se adhirió, y las botas se sentían empapadas, pero no le importaba, nada de aquello importaba, el sol llegaría con el viento, y ella se secaría y todo volvería como estaba al inicio, era un círculo que ella podía vivir para siempre. Saltaba en los pequeños charcos que se formaban y de repente una figura aparecía a lo lejos: con su pelo negro, Rachel Elizabeth Dare corrió hacía el y lo abrazó, el la cargaba y le daba vueltas, cayeron: el sobre ella y, se acariciaron sus narices como un beso esquimal y los dos rieron, el se acercaba cada vez más a Rachel y ella cerró los ojos esperando ese beso anhelado; pero empezó a sentir que se hundía, abrió los ojos y lo que estaba sobre ella no era Percy Jackson, sino un montón de lodo que caía hacía ella, se levanto velozmente y su amado campo verde ahora solo era lodo, las gotas de lluvia eran grandes y pesadas, y caían muy rápido, por lo que a Rachel le dejaba la piel rojiza.

Comenzó a correr, tenia que salir de ese lugar, el campo no podía terminar así, pero lo hizo, ella lloraba, nada tan perfecto podía sucederle, volteo y vio como un tsunami hecho de lodo venía hacía ella, paró y cerró os ojos esperando lo temido.

-Rachel-

-Estoy lista-

-¿Estas lista?-

-Sí-

Algo la movía, abrió los ojos, pero esta vez ya no vio el campo verde, ni el tsunami de lodo, sino a Annabeth Chase.

The New OracleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora