6. This is my letter of peace.

10 0 0
                                    

-Deberías hablar con Tomas, es un buen amigo de nuestra familia desde hace mucho tiempo -me dice mi madre nerviosa mientras remueve todos los alimentos de el estante. Ruedo los ojos y muerdo mi tostada quemada exageradamente.

Solo asiento para que este conforme.

-Es el entrenador del equipo de rugby y profesor de gimnasia. Ya lo conoces pero eras muy pequeña para recordarlo -sigue hablando, miro una mancha de mermelada en su chaqueta de traje y hago un movimiento con mi cabeza en esa dirección para que se de cuenta.
-Podrías habérmelo dicho antes -dice y se va refunfuñando por las escaleras, ella está más nerviosa que yo y soy yo la que empieza las clases.

Baja otra vez ésta vez con un traje gris y mira espantada mis zapatillas blancas. Ella misma me ha dicho que me las pusiera.

-¿No habían otras más rotas para ponerte? -Me pregunta, me encojo de hombros y me acabo la leche. Estas zapatillas son muy cómodas y les tengo mucho cariño, fue ella quien mes la regalo y me siento segura con ellas aunque parezca una tontería- todo va a ir bien - se dice.

Pega un portazo y yo escupo la pasta de dientes con sabor de regaliz pasado asqueada. Me pongo una chaqueta grande y caliente de mi padre y agarro mi mochila, me dirijo a la parada de autobús para no congelarme al ir a pie.

Una vez terminado todo el papeleo y de conocer a mis profesores me freno en el gran campo que deduzco como el de rugby, veo unas largas gradas y chicos enormes de aquí para allá. Me fijo en un hombre con mirada dulce y una gorra con una W en rojo, tiene algunas arruga alrededor de sus ojos y no deja que su sonrisa abandone su cara, se siente como en casa. Debe ser Tomas.

Me acerco a él y al darse cuenta de mi presencia me abraza y no me aparto, su cara si se me hace conocida y era un gran amigo de mi padre.

-Mírate, ya eres toda una mujer -me río por su frase típica que dice todo el mundo después de ver a alguien después de mucho tiempo.

-Me alegra de tener a alguien de confianza aquí -le digo, y es lo más sincero que he dicho en mucho tiempo. Después de sonrisas por cortesía y miradas raras con profesores y alumnos me duelen las mejillas y la cabeza.

-Bien, ¿Qué te parecen mis chicos? -Me pregunta mirando hacia el campo. Hace bastante sol y eso es demasiado agradable en estos momentos.

-Enormes -digo simplemente, se ríe de mi comentario y sonrío.

-Aún así me faltan jugadores -habla- necesito atletas con fuerza. ¿Conoces a alguien por casualidad?

Levanto las cejas mirando a los chicos corriendo y se me viene a la cabeza unos chicos brutos que se dan golpes entre si.

-Pues la verdad es que si -le miro- y creo que van a ser de gran utilidad.

06:45 a.m

-Venga, levántate ya te toca ir a clases -me dice mi madre destapándome, me tumbo boca abajo y me quejo. Esto no puede estar pasándome a mi.

No me acordaba lo que era este tipo de sufrimiento.

Ruedo hasta el suelo y al rebotar mi cabeza contra el suelo ya estoy despierta del todo. A veces se necesita un empujoncito. Mi madre me mira desde arriba perdida y cuando ve que ya puedo prepararme se va. Deberá estar pensando por qué tiene este tipo de hija.

Me pongo unos vaqueros y un jersey con una camisa de cuadros y mis zapatillas blancas. Me hago una coleta y bajo para ver que mi madre ya no está, realmente espero que mis compañeros de clase no sean unos idiotas.

10:38 a.m

Tengo una compañera de pupitre pelirroja que necesita hablar para no morir.

Lo de pelirroja no tiene nada que ver pero creo que es importante.

CreaturesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora