Epílogo

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¡Maldita sea!

Es en estos momentos en que desearía poder volar o tele transportarse.

Nicolas Mackenzie de buena gana hubiese muerto a sus veintisiete años de un paro cardiaco, al recibir la llamada de la señorita Penny indicando que su ansiado hijo no pudo esperar más tiempo en el vientre de su madre.

—¡Ya viene! – pasó gritando por las oficinas de sus hermanos, interrumpiendo el oficio de los demás trabajadores quienes ya se habían acostumbrado a la preocupación del primerizo padre.

—¡Nico, espérame!– Bruno salió apresurado intentando a alcanzar a su hermano menor quien se dirigía a los autos.

—Pues muévete hombre, ya la han trasladado a la clínica.

Con Bruno al volante consiguieron llegar lo más pronto posible ya que con la angustia de su hermano, dudaba que este consiguiera llegar vivo, sin embargo Nicolas no esperó a que se estacionaran correctamente, de inmediato salió disparado adentrándose a la clínica.

—Buenos días, ¿podría ayudarme? ¿Dónde está mi esposa?

—Mantenga la calma señor...

—Mackenzie, soy Nicolas Mackenzie.

—Oh ya veo, la peliazul es su esposa—hizo una mueca— no dejó de pedir que lo llamarán.

Una sonrisa asomó en su rostro, al imaginársela.

—sala 204, la están alistando para el parto, le aconsejo que se apure si quiere presenciarlo o sino puede esperar en ese asiento y el doctor lo mantendrá informado.

Nicolas miró a la enfermera incrédulo ¿acaso habrían padre que no quisieran estar?

¡Es el nacimiento de su hijo Dios Santo!

Sin detenerse más, corrió hacia dicha sala, encontrándose a Annie en la camilla justo en posición.

NICOLAS

–Demonios ¿cómo es que duele tanto?— comentaba a la enfermera.

–Hola cariño.

—¡Amor!— corrí a su lado —Pensé que no llegarías.

—No me lo perdería por nada del mundo— vi una liga en su muñeca, se la quité y con ella amarre sus rizos en una coleta, al verla sudorosa pensé que estaría mejor.

—Prepara al señor— indicó el doctor a su asistente y a regañadientes me separé.

Unos minutos más tarde, listo en una especie de bata, retomé el puesto a lado de mi esposa.

—Es que no te comprendo pequeño ¡quieres salir, pero no me ayudas!— gritaba provocándome risa.

—Lo siento— no me quedó nada más que decir al ver su mirada furiosa.

—Puje señora Mackenzie, ya puedo ver su cabeza—Annie apretó mi mano, dejando múltiples arañones en ella.

Y por fin un llanto acompañó el "felicidades" del doctor.

—Lo hiciste cariño— no me resistí a besarla, la veía aún más hermosa que antes.

—Lo hicimos— recalcó ella, señalando mi mano con algo de sangre saliendo de los arañones.

—Y aquí viene la nueva princesa de papá— canturreó la enfermera mientras se acercaba.

Annalisse beso la cabecita de nuestra hija...

Boda a mis 15 "BAM 15"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora