Carta a la chica de la universidad

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Escribo estas líneas a la chica de los labios rosa, de sonrisa amplia y mirada triste, que oculta su rostro detrás de mechones de cabello. Hace un par de días caminaba por los pasillos de la universidad con unos amigos, entre los grandes ventanales que permitían al sol iluminar cada lugar y dar un poco de vida a las firmes paredes de concreto. Tenía que ir por un libro de macroeconomía a la biblioteca, entre decenas de jóvenes chicas escaleras abajo, solo una pudo captar mi atención.

Una sonrisa desplegada iluminaba todo el lugar, pero ella no lo notaba, pude percatarme de aquello al verla esconderse entre sus amigas. Tenía los ojos más hermosos que he visto, pero estaban cansados, ellos no acompañaban a su fuerte risa. Lo único en lo que podía pensar era en su rostro, la verdad no pude concentrarme en la clase que seguía.

Unos días después pude darme cuenta de que ella estaba en los mismos lugares en los que yo y mis amigos matábamos el tiempo de los recreos. Ahí estaba ella, con una media sonrisa escuchando a su amiga o quizás compañera mirando a la nada. La he seguido con la mirada en el transcurso de los días, está en una clase a la que debo asistir, tomo lugar en el fondo del salón para poder observarla detenidamente. Puedo resumir que la mayoría del tiempo ríe, como si necesitara sentir que está viva, esos ojos grises, aunque hermosos han perdido el brillo, me recuerda a los días de invierno, esos días en los que el sol deja salir sus rayos, pero no hay calor, solo hay luz. Ella se parece mucho a los días que les relato.

He notado como mira el suelo cuando alguien se le queda viendo, lo rápido que camina cuando pasa entre la gente, lo incomoda que se siente aún estando con sus amigas, hasta he podido ver lo que buscaba en un computador de la biblioteca. Ella no está contenta consigo misma.

La he visto de frente, había melancolía en su rostro y unas rebeldes lágrimas escapaban de sus ojos. Quise preguntarle ¿Qué pasaba? Pero no pude, ella se escabulló hasta el baño. Cuando está en los comedores de la facultad, nunca está comiendo, siempre trae algo suelto encima para que nadie pueda observarla. Me ha pillado observándola, no había rubor en su rostro, si no vergüenza, su mirada asustada volvió a quedarse en el pizarrón.

Pienso que es necesario que lo sepas, tú, la chica de los labios rosa y gesto cansado, al parecer los días en los que no te he visto en la universidad, te has quedado entre las sábanas, huyendo, pensando que así puedes desaparecer, pero ¿Por qué te sientes así? ¿Por qué no puedes ver lo hermosa que eres? Es que si nadie te lo ha dicho, ahora te lo escribo yo, eres hermosa, esa forma en la que se cierran tus ojos cuando ríes, como se mezcla tu cabello con la brisa de las tardes, es que aún no te has dado cuenta de lo influyente de tu presencia en cualquier lugar, la forma en la que miras y esa risa contagiosa. Debo confesar que, he estado en el taller de teatro solo para verte, ¿Has notado lo increíble que eres? Hay talento en cada pisada que das, en cada ensayo, eres perfecta, desde esos kilos de más que tu tanto odias, yo pienso que esas son solo las apariencias que tarde o temprano pasarán, pero tú eres hermosa, no sólo por tener una tímida pero adorable sonrisa, si no que eres capaz de resucitar a cualquiera con uno de tus comentarios, ¿Alguna vez has pensado en lo mucho que tus consejos ayudaron? Eres hermosa, ¡Dios, eres hermosa! Por tu forma de pensar, por la forma en que te expresas en los debates de economía, eres tan inteligente, que aveces creo que me observas como al idiota de la clase, puede que tengas razón, pero este idiota te ha visto, no lo olvides por favor, eres hermosa por quién eres, el fondo es lo que importa.

Sé que te observas frente al espejo todas las mañanas y podría apostar a que te sientes insuficiente y aveces innecesaria, eres tan insegura, esa inseguridad no te permite ver lo única que eres, lo importante que eres, chica de los labios rosa, quiérete por algunas de las cosas que te he dicho, solo por lo que he visto de ti, tengo la certeza de que eres mucho mejor.

Termino está pequeña carta en clase, ¿Sabes? Me gusta como te quedan las gafas, la forma en la que arrugas la nariz cuando estás seria, tus chistes infantiles, pero lo que más me gusta de ti, es verte feliz, como el primer día, riendo a todo pulmón, no seas prisionera de tus propios prejuicios, ¿Qué importa que tengas oyuelos en las mejillas? ¿Anchas caderas? ¿O qué no seas conocida como tus amigas?, querida chica de los labios rosa, sé que te preguntarás si esto es una broma, pero quiero decirte que, te he observado desde ese día, hasta ahora, que termino estas líneas, observando cómo bebes tu café, sé que te gusta el café por las mañanas, eres tan divertida, eres ta hermosa, chica de la piel pálida, envidiado cerebro, enorme sonrisa e insegura de sí misma. Quiérete, así como yo he querido lo que tú odias. Amate como yo lo estoy haciendo, ámate por ser tú misma.



















ConiM

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