Esperó todo ese tiempo con paciencia al lado de la gema menor. Después de poder estabilizarla y curarla, habían pasado días desde que Moonstone no volvió a salir de su gema. Permanecía siempre a su lado, preocupado, culpándose de todo. Siempre pensó en que decirle la verdad quizá sería lo más adecuado, pero no quería que Dipper conociese esa parte de la historia, donde descubría que en realidad los de su raza eran sádicos que por muchos años fueron tiranos. No quería eso. No si ni él estaba seguro de la procedencia de Moonstone.
Nuevamente, se quedó sentado al lado de la gema de azul, tan preciosa como siempre, junto con el polvo en una venda puesto sobre la inestable gema. Estaba asustado. No quería perder a ese chico, no a quien había sido su compañero, no dejándolo en la soledad durante todo este tiempo, la pequeña y adorable gema que había criado como suya, ese niño... que tanto amaba.
Su color lentamente se tornaba azul, bajando la mirada. Le gustaría no pensar que las últimas palabras que dedicó al chico hayan sido regaños.
Lentamente, sus ojos fueron decayendo, cada vez más, evidenciando su tristeza en esa noche de luna llena. Sin darse cuenta, esa misma luz bañaba a la gema joven, haciéndola destellar, para finalmente hacer aparecer a Dipper, con una nueva vestimenta, pero la misma apariencia. Moonstone se miró a sí mismo, inspeccionándose, como si no se reconociera, y después encontró en el borde de la cama en que dormía a Bill, con esa extraña apariencia por la cual se preocupó. Tocó suavemente su brazo, y este le miró al borde de las lágrimas.
—Dipper... —murmuró el diamante, abrazándole con fuerza, contacto que fue correspondido por la Moonstone que tenía la sensación de recién despertar.
—¿Pasó algo, Bill? ¿Cuánto tiempo he dormido? —preguntó el de azul, viendo como el color del diamante volvía a la normalidad.
—Has dormido semanas, Pinetree. —le respondió, revolviéndole los cabellos. Dipper bufó ante el apodo que su padre le había puesto, todo por su mala costumbre de curiosear y el aroma que se había impregnado en él. Repentinamente, Bill volvió a tornarse azul —Perdóname... Pen-pensé... que ocultarte todo estaría bien... No debías saber nada de eso.
Dipper le observó y pese a que no podía resistir el estar enojado, tenía que admitir que nada hubiese pasado de él no seguirlo, no soportaba ver a Bill así. Acarició la mejilla del diamante, haciéndole alzar la mirada y le abrazó con fuerza, separándose solo para plantarle un inexperto beso en los labios, que él había leído era una muestra de cariño humana.
Los tonos de Bill de pronto cambiaron a ser rosados, separándose con la boca cubierta un poco desentendido. Ante la confusión, Dipper le sonrió avergonzado.
—¿No debí? Se supone que es una muestra de afecto... —dijo el de azul, desviando un poco la mirada. Se sentía confundido, los libros no solían mentirle.
—Es... Claro que sí, Dipper, no te preocupes... Me tomó por sorpresa —expresó el rubio, ya vuelto a la normalidad admirándose de la inocencia del pequeño. Claro que era una muestra de afecto, pero entre parejas. Ya se tomaría el tiempo de enseñarle bien esos afectos al chico, aún no pensaba con claridad respecto a eso.
Era la primera vez en mucho tiempo que sentía los labios de alguien sobre los suyos, y oh, se sentía increíblemente bien. Especialmente viniendo de esa tierna y adorable gema, pero no podía aprovecharse de esa inocencia para satisfacerse, no si era Dipper.
—Bien, te traeré otras vendas, para mantener tu gema estable un poco más. —el diamante se colocó de pie, pero antes de poder abandonar la habitación, Dipper le jaló hacía sí y nuevamente le besó los labios.
—Lo siento —se disculpó, aunque realmente lo había hecho con intención. Se sentía demasiado bien como para querer dejar de experimentar esa sensación desconocida. —Gracias por todo, Bill.
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Moonstone {BillDip} [Crystal Falls]
ФанфикBill Cipher, diamante patriarca de una sociedad a la que huyó. Cansado, aislado por la misma sociedad en que nació había llegado a la Tierra luego de jurarse que no volvería a ser parte de ese sistema jamás. Ahí, entonces, encontró a Dipper, una gem...