La mirada de Bill se levantó, solo para ver al otro lado de la habitación a su figura, con la de Cyrille a su lado, con ese brillo azulado tan característico de ella que se había perdido la última vez que la vio. Recordaba aquellos cientos de años atrás en que todo sucedió, recordaba a su perla, a su compañera, a las personas que ahí le rodeaban, todos un montón de falsos que pretendían hacerle una marioneta de las antiguas matriarcas porque él sería el siguiente. Atesoraba con cariño a esa perla que lo dio todo por él y fue ella quién le abrió los ojos, pero que ahora probablemente no existía más.
Se lamentó brevemente y luego volvió su vista al pequeño azulado que le aferraba, sonriendo. Esas paredes, más que cualquier otra historia, tenía plasmada la historia de su dinastía, de su época, de su traición y huida. Pintada ahí desde él día que sucedió, y que él encontró años más tarde, cuando la Tierra había sido ya finalmente abandonada después de la tragedia de Obsidiana.
Dipper estaba marcando una nueva etapa en su longeva vida, y después de tantos años, sentía que no quería perder a esta gema tan especial para él. No como la última vez.
Sin embargo, separó de un empujón a la gema menor, observando con detenimiento el oscuro cielo. Algo andaba mal. Desde hacía tiempo no llegaban naves con gemas de alto rango, pero eso parecía. Dipper, antes de molestarse, notó los mismos puntos moviéndose en el cielo hasta perderse en el suelo, con curiosidad. Él no tenía ni idea, pero Bill estaba claro que nada bueno traía que las gemas quisiesen habitar nuevamente este planeta. Mucho menos con la cantidad de minerales peligrosos que podían extraer.
—¿Quiénes son, Bill? —la voz de Dipper se oía lejana. Cipher apretó los puños.
—Son... del Homeworld.
La diamante miraba, nuevamente, con desinterés a sus siervas. Entre ellas, el ópalo que le miraba de reojo cada cuanto la actitud de su mandataria y gruñía por lo bajo. Le acompañaban zafiros, turquesas, y muchos tipos de cuarzo. Estaban en la misión de colonizar nuevamente la Tierra, después del incidente de Obsidiana y la pérdida de los diamantes azul y amarillo, ahora solo quedaban a cargo su diamante, White Diamond, y su extremo, Pink Diamond.
La perla de diamante blanco conocía milenios de generaciones, era una de las tantas admirables, pero no quería más de esto, y ver como a su diamante ni siquiera le importaba sus reportes. Simplemente suspiró, con sus ojos cerrados mientras un zafiro relataba un largo cuento que no parecía tener final.
Esto terminaría pronto.
—Es... increíble. —la voz de Dipper estaba casi perdida, mirando hacia el exterior por la ventana, estando él en el interior de esa oscura casa.
Tras de él, con una única lámpara encendida, Bill Cipher tenía una lapicera entre los dientes y movía rápidamente los libros pasando sus páginas en busca de algo que, al parecer, aún no hallaba. Por primera vez no le daba importancia a que Dipper estuviese con él en su basta biblioteca, llena de los secretos del Homeworld más oscuros, desconocidos hasta para los aristócratas más importantes al mando de cada diamante. Por fin, detuvo la vista en una página y suspiró. Moonstone se le acercó, sorprendiéndose de ver a la gema del diamante amarillo.
—¿Eres tú? —cuestionó el azulado, señalando la gema que él creía, pasando su vista por el resto de la página que contaba una historia que él no lograba entender.
—Es mi antecesor. —explicó Bill, con una sonrisa retorcida. —En el principio, las gemas que poseían diamante lo tomaron todo, y después, se asesinaron entre ellas. La única que quedó, fue diamante blanco, quién cultiva otros diamantes con los que dirige todas las colonias. El diamante amarillo y el diamante azul fueron creados juntos, desconozco porque White Diamond les teme tanto al estar juntos.
Dipper se quedó pensativo un largo tiempo, observando las delicadas figuras, mostrando el poderío de antiguas gemas que formaban parte de una civilización muy antigua e importante. Él desconocía ese gran mundo al que pertenecía, de tanta relevancia que nada en la Galaxia podía comparársele aún. Por muchos años estuvo obsesionado con descubrir los grandes secretos de estas viejas estanterías que Cipher guardaba con recelo, y ahora se sentía tan pequeño, no se veía capaz de comprender algo tan grande.
Aún acomodado en las piernas de Bill, lo llenaba la abrumación. Hasta que el diamante le besó el cuello con delicadeza y todo se le olvidó.
—No te preocupes, nada pasará.
Las manos suaves y frías del que le crió, su papá le envolvían cariñosamente, acariciándole con ternura y lentamente, sin ningún apuro denotando esas curvas que le formaban. Maldición, cuanto esperaba esto. No había gozado el cariño de ningún otro, pero se había instruido con sentimientos y pensamientos humanos, conocía el deseo, el amor, el cariño, y casi a todos ellos los anhelaba.
Dándose vuelta, le envolvió el cuello. Y después, no recordó nada más de aquella noche que el rostro de Bill apreciándole.
—¡¿Qué?! —la diamante por fin quitaba su vista de perla, con sorpresa poniéndole atención a la Turquesa que se mantenía seria e imperturbable, incluso al grito de su mandataria.
—Se sospecha que el fugitivo, Bill Cipher, diamante, pueda estar residiendo temporalmente aquí en la Tierra. —repitió nuevamente la turquesa, expandiendo su pantalla para mostrarle la zona en la que podría encontrarse el diamante.
La diamante se apartó un poco quedándose pensativa, pensó que Cipher había desaparecido, jamás pensó que se ocultaría ante sus propios ojos, la roca que seguía trayéndole problemas. Suspiró pesadamente y ordenándole a su perla la vista hacía la luna, la llamada conectó rápidamente con la Zafiro a cargo de la base lunar, que antes fue propiedad de Cyrille, la diamante azul. La joven, a la que el cabello le cubría uno de sus dos ojos, ambos de un celeste brillante.
—¿Cuántos y qué objetos son los que lanzó Cyrille antes de que pudiesen capturarla? —preguntó. Se la había capturado escapándose de la Tierra, en las cercanías de la Luna, pero la gema fue insistente en escaparse hasta que llegó a otro Sistema, donde se detectaron objetos a gran velocidad alejándose mientras se la atrapó.
—Una gema y un objeto inestable, mi señora. —anunció la Zafiro después de unos segundos.
—¿Quién era la gema? —estaba casi desesperada, pero debía mantener la compostura. Cualquier descendencia de Cyrille no sería más que un problema.
—Sunstone.
La mandataria cortó la llamada y se volteó a ver al resto de siervas llena de ira contenida, pero no contra ellas, más bien con los problemas que sin haberle puesto atención, le causaba esa presencia desconocida que ahora existía para ella.
—Pearl, andando. —ordenó la milenaria, retirándose al interior del lugar con la perla siguiéndole a pocos pasos.
Ni siquiera sabía la ubicación de la Sunstone. Esta debería estar bajo su vigilancia, una gema de ese tipo debió de quedar al cuidado de algún palacio, bajo su control.
—¿En qué nos afectará que gemas del Homeworld estén aquí? —la gema de azul preguntó, con su cabeza sobre el pecho del Diamante, ambos recostados sobre la cama de éste.
—Mientras no sepan que estamos aquí, en nada. —respondió Bill, preocupado.
Sí, era verdad que si nadie se enteraba de que él podría estar aquí, no habría ningún problema. De Dipper era imposible que supieran, su gema inestable no permitía que la detectasen. Sin embargo, Cipher estaba clarísimo de que los hábiles zafiros probablemente ya habían delatado su presencia en este planeta. Le encantaría darle más tranquilidad a Dipper, pero era imposible hacerlo cuándo incluso era peligroso permanecer en esa casa por más tiempo.
—¿Y si supieran que estamos aquí? —el de azul lucía preocupado. Él no entendía de la misma manera la gravedad del caso al que se enfrentaba.
—De hecho, creo que ellos ya saben que estamos aquí. —el diamante suspiró. La presencia próxima de ópalos y cuarzos le estaba molestando en demasía, así que rápidamente se levantó, jalando a la pequeña gema con él y se metió en el interior de la estancia para huir por los portales. —Tenemos un lugar que visitar, muy próximo.
ESTÁS LEYENDO
Moonstone {BillDip} [Crystal Falls]
Fiksi PenggemarBill Cipher, diamante patriarca de una sociedad a la que huyó. Cansado, aislado por la misma sociedad en que nació había llegado a la Tierra luego de jurarse que no volvería a ser parte de ese sistema jamás. Ahí, entonces, encontró a Dipper, una gem...