Capítulo 4

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Era, con sinceridad, aterrador. En aquella oscura habitación rodeada de gemas Turquesas, Ópalos, Rubíes, Ágatas. Existían de hasta las más recónditas y menos importantes, pero ahí estaban, venerando aquella cápsula no oxigenada que en su interior guardaba un interesante y misterioso ser, que ahora mismo debía estar siendo rebuscado por White Diamond. Sin embargo, ahí estaba, con aquellos cabellos cobrizos largos ondulándose y flotando libremente por el líquido que la sostenía, con un perfecto cuerpo pintado del mismo dorado que debía poseer en toda era el Diamante Amarillo, su presencia, tan delicada... Dormida. Con una experiencia tan corta como su propia existencia, pero rebosante de un poder inigualable.

La gema que las haría salir del aburrimiento. La gema que de hecho, significaría la indiscutible traición de esa perla milenaria que había servido desde su nacimiento a la Diamante vestida de blanco.

—¿Qué te parece, Perla? —la ópalo lucía maliciosa. En el interior de la sierva todo se revolvía, pensando en sí continuar esto o no, pero ante el temor de su propia vida, asintió lentamente.

Sunstone quizá sería la destrucción de White Diamond.



Bill tenía a su espalda un bolso que tomó de la pasada mientras salía. Parecía de hecho el más preparado la ocasión, como si estuviera esperándolo, pero aquello había tomado totalmente por sorpresa a Dipper, quién le seguía el paso con dificultad a través de los dificultosos caminos que habían sido testigos de colonias no completas con el paso desaparecidas. Desconfiaba de la posición actual de los diamantes en el Homeworld... Después de todo este tiempo, con solo dos encargándose de asuntos que correspondían a cuatro, era imposible su eficiencia y la satisfacción de las otras gemas, incluso de la más alta aristocracia que estaba ahí por interés.

Casi llevándole a cuestas, Dipper lucía completamente exhausto.

—¡Bill! —exclamó, deteniéndose a tomar el aire. Después de una breve recuperación, sintió como se desestabilizaba, pero rápidamente tomó compostura. No podía creer que su gema ahora estaría dándole problemas. —Por favor... ¡No tengo la misma resistencia que tú!

El mayor se rió, sin advertir del pequeño fallo en el otro. —Está bien, tranquilo. Ella probablemente ya sabe de nuestra visita.

¿Ella? Dentro de él hago parecía hacer cortocircuito, un sentimiento que no entendía, algo de lo que probablemente había leído, pero que no había experimentado hasta la fecha. Dejó pasar aquella molestia interna que no entendía para centrarse en los pasos de Bill. La vista se le nublaba lentamente, volviéndole segundos después. Comenzaba a preocuparse, pero se negaba a decírselo a Bill.

—¿Te sientes bien, Pinetree? —el diamante le miró de reojo, notándole cabizbajo y más que solo cansado. El otro negó.

Los ópalos eran demasiado rápidos siguiéndole el paso. El área de aquella joven a la que iría a visitar era la única que era tan irreal por sí misma que era indetectable. No quería preguntarse porque estarían buscándolo, pero no expondría a Moonstone por su orgullo.


La zafiro que les esperaba pegada al marco de la puerta era una joven alta, un poco más baja que Bill, con unos labios demasiado azulosos, y una alta coleta albina, sus ojos azul marino desprendían destellos que asimilaban el propio cielo estrellado. Era sin duda una joven bellísima, incluso para Dipper. La mujer observó de pies a cabeza a ambas gemas, casi como escrudiñando en su interior, para dar una sonrisa forzada en dirección al diamante.

—¿En qué problemas me meterás hoy? —preguntó la gema, adentrándose en la vivienda seguido de Bill.

—Bueno... —el diamante dudó un instante, mientras la Zafiro ponía su mayor atención en la gema inestable. —No sé si lo sepas, pero gemas aristócratas del escuadrón de White están aquí.

Moonstone {BillDip} [Crystal Falls]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora