Capítulo 2

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II

¿Qué demonios se supone que debo hacer?

Si en esta multitud solo estás tú.

Iba a salir, pero ahora debo quedarme.

Has tomado mi aliento.

Uh...

¿Aún está el mundo dando vueltas?

Aún recostado en la fresca oscuridad, con el vacío que la ausencia de los ronquidos y risas estridentes de Baekhyun dejaban, pensé en la experiencia recién vivida. Pensé en él, el loco Jongin; en su cuerpo dorado, en su rostro divino. Y por algunos instantes dudé sobre la veracidad de mis memorias. Aunque no estaba ebrio para sufrir resaca al día siguiente, ciertamente poseía suspiros de alcohol en mi sistema. ¿No sería nuestro encuentro tan solo el sueño predilecto de algún pervertido en potencia? Suspiré, envolviéndome como larva en el edredón.

Los retazos desperdigados inculpaban allí. Eran mudos (mas no ciegos) testigos de que yo no estaba loco, que las alas del ángel que acababa de ver eran auténticas. Ahí el dedo acusatorio; ahí la verdad. Sobre la silla, yacía el uniforme escolar fabricado para que una señorita digna lo portara... No un adolescente marica que solo sabía filosofar idioteces.

Las medias rotas tiradas sobre el mosaico. Una escena interesante por donde se mirase.

Entonces, de la manera más cínica, me permití sonreír. Ese tipo de anécdotas eran las que nunca contaría a mis padres, pero sí a mis sobrinos para que no repitieran los errores que yo cometí. ¡Al carajo con todo! Dando otra vuelta, olí las yemas de mis dedos. Ahí, muy lejanamente, percibí un hilillo de su aroma. Inmundo, agobiante... angelical.

Jongin.

Al siguiente día, fue un poco decepcionante notar que aún con los cambios que la noche tejió, la rutina seguía siendo la misma. La pared continuaba amarilla, indolente, con una mancha de grasa sobre el póster de Madonna. De alguna manera esperaba hallar la cama en el techo, o algo por el estilo, yo qué sé... pero no. Las cosas no eran, ni serían así jamás.

Mi compañero de cuarto llegó muy avergonzado, con la cabeza baja, arrastrando los pies. Le dije:

—¿Qué? ¿Ya eres uno de los míos o no?

Sus mejillas teñidas de arrebol confirmaron mis sospechas. Estaba liado con Chanyeol, pero nadie además de mí en la secta de los artistas frustrados podía saberlo. Los problemas de parias se guardaban y resolvían entre parias, aquella era la regla universal. A mí me desesperaba lo rectos que llegaban a ser los ángulos de esas pobres almas, ¿no podían simplemente abrirse y hacerse curvos y adorables como yo? ¿No? ¿Nadie? Bah.

En el aula, melodías. En el parque, aves. Incluso no me llegaron tantos mensajes al móvil, solo uno de Yifan donde me mostraba la cicatriz que había dejado en su nariz.

¡Lo siento, amigo, no es mi culpa que tu cara chocara accidentalmente contra mi puño!

Al atardecer, mis dedos deslizándose por las teclas. Sin embargo, entre notas, me resultaba imposible concentrarme. No solo porque las tonadas de despecho y confusión que Baekhyun escuchaba a todo volumen con sus audífonos puestos se colaban como intrusas en mis oídos; sino que a cada momento me mantenía atento a mi teléfono, por si de pura casualidad, algún mensaje o llamada de cierta persona llegaba y...

Cereza Negra | KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora