Capítulo 7

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VII

Creo perfectamente normal el hecho de que, tras mandar al demonio a la persona con quien has compartido más o menos sesenta noches seguidas; aquel de quien te has enamorado hasta la médula y aún sin desearlo convertiste en el motivo de tu existencia en un lapso tan aparentemente corto, te sientas víctima del absurdo más grande de la historia. Una broma. Un mal sueño. La ridiculez de tus acciones te parece tan aplastante que ni siquiera salir de la cama y enfrentarte al universo parece una idea plausible.

Resulta que aquella mañana me percaté de lo incoherentes que lucían mis acciones descontextualizándolas (y aún en contexto). O sea, para Baekhyun y para mí todo parecía salir tal como lo planeamos, pero... ¿y Jongin? ¿Qué pensaría? ¿Puedes, de la nada, apuñalar a alguien por la espalda y no sentir remordimiento? ¿Es acaso justo? Como fuera; mientras lavaba mis dientes, vi a los ojos mi reflejo y me reprendí: Listo, lo has llevado a cabo. No puedes volver atrás. Enfrenta las consecuencias de tus actos.

Sin embargo, claro está que pasé el día entero carcomiéndome el cerebro con pensamientos fatalistas (¡qué raro!), en los que la ausencia de Jongin me parecía un vacío infinito por el que descendía como una Alicia histérica y ojerosa. ¿Cómo podía remediarlo? ¡El arrepentimiento me estaba asfixiando! Intenté torpemente trazar una solución que abarcara la problemática entera; algo así como buscar la manera en que mi droga dejara de ser nociva para poder seguir consumiéndola. Podía aclarar las cosas y disculparme; podía despedirme de él de forma civilizada, o intentar hacerle entrar en razón y llegar a un consenso donde los dos ganáramos.

Mi desesperación floreció en un botón de rojo intenso cuando, caída la noche, encendí temeroso mi teléfono. Veintitrés llamadas perdidas y quince mensajes de texto, todos de Jongin. Apenas pude echarles una mirada furtiva sin incendiarme. Hola. Hola. ¿Estás ahí? ¿Me estás ignorando? Kyungsoo. ¿Qué está pasando? ¿Lo de anoche era en serio? ¿No es una broma? ¿Me perdí de algo? ¿Qué hice mal? ¿Te ofendí? ¿Por qué? ¿Puedo verte? Necesito verte. Hablemos. Kyungsoo, respóndeme. Te espero. Kyungsoo. Respóndeme, te estoy hablando, deja de ignorarme. Me estás asustando. Kyungsoo. Oye, estoy en problemas, hablo en serio. Kyungsoo, ahora sí estoy jodido. Estoy jodido y justo ahora se te ocurre hacerme esto. ¿Por qué no respondes? ¿Me estás ignorando? Kyungsoo. Kyungsoo. Kyungsoo. Kyungsoo. Kyungsoooooooooooooooooooo. Oye, te recuerdo que prometiste estar conmigo. Te espero. Te espero.

Baekhyun permaneció con mi móvil a su lado, custodiándolo para evitar que cometiera una estupidez. Nos acostamos abrazados, entre mantas y pijamas felpudas, porque la temperatura comenzaba a descender de forma alarmante. No obstante, dio la una de la mañana y yo miraba fijamente la luz verde del reloj, con el aroma a fresa de Baek recién bañado contra mi nariz. Dulce, angustiante oscuridad acaramelada. Era imposible conciliar el sueño. Nunca fui un ser desalmado; por el contrario, la sensibilidad punzante en la piel y en las entrañas de la que fui dotado surgía en forma del insomnio más agridulce cuando pensaba en mi musa expuesta a los peligros de la noche helada. Mi débil voluntad demostraba quebrantarse una vez más.

—Hey —dije en un susurro que se mezclaba con los melifluos latidos de nuestros corazones—. Baekhyun.

—Hmmmmm... —inhalando sus exhalaciones, deslicé mi mano helada por sus cabellos de seda.

—Creo que en esta ocasión nos pasamos —expliqué y reflexioné unos instantes—. No, me pasé. Lo que hice no fue correcto —prediciendo una respuesta opresora a cambio, aguardé. Pero mi amigo yacía demasiado adormilado para siquiera protestar, por lo que procedí a agitarlo aun cuando me avergonzaba hacerlo—. ¡Baek! Te digo que la he cagado.

Cereza Negra | KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora