Capítulo 5

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V

Bebe, cariño, quédate toda la noche.

Con las cosas que puedes hacer, que no harás, pero deberías.

El potencial que tienes y que nunca podrás ver.

Las promesas que harás solo por hacer.

Bebe conmigo ahora, y olvida toda la presión de los días. [...]

Bebe, nene, mira a las estrellas.

Te besaré otra vez, entre los bares.

Donde te estoy viendo ahí, con los brazos en aire. [...]

Bebe una vez más, y te haré mío.

Te mantendré aparte, profundamente en mi corazón.

Volvimos a encontrarnos el lunes. Aún con los reclamos de Baekhyun, con mi caprichoso cabello que no cedía ante las manos de quien desesperado (con prácticas que entregar y un novio juguetón al teléfono) me peinaba, y la lluvia que parecía adorarnos, logré encontrarlo a tiempo en la parada de autobús.

En esa ocasión mi ánimo se encontraba rebosante, fenómeno que ocurría cada 500 años, cuando los astros se alineaban (o algo así). Entonces, al toparme con él, no pude evitar sonreír casi con efusividad. Él esperaba, manteniendo esa actitud inocente y tierna de colegiala, mirando sus zapatos o jugando con los mechoncitos de cabello que caían por su frente. Cuando me vio, devolvió la sonrisa y me saludó alegremente. Portaba sus típicos pantalones ceñidos, solo que color blanco; una blusa negra, con mangas acampanadas de encaje, bolso de piel y maquillaje más discreto que noches anteriores. Al ver sus labios rosas apenas con brillo, pensé: ¿Tomó en cuenta mi consejo?

Abordamos el autobús, que llegó al mismo tiempo que yo. Estando cada quién en su asiento, inicié la conversación.

—Tu perfume huele delicioso —pronuncié aun ligeramente agitado, con una actitud más abierta y dulce. Me encontré colocando mi mano en su rodilla, como si nos conociéramos desde hace años o mínimo como si me hallase con Baekkie.

Él se volvió hacia mí, después de mirarse al cristal, y sonrió halagado, quizá con matices cohibidos. Parecía haberle agradado de verdad aquel comentario, y más aún mi ánimo juguetón.

Incanto Shine —declaró orgulloso, moviendo su carita graciosamente—. Hipnotiza a cualquiera.

—¡Entonces debo ser cualquiera! —Incluso yo me sorprendí tras semejante arranque de valor. Por supuesto, pronto sentí la sangre concentrándose en mi rostro y me hallé riendo con torpeza.

—¡No seas payaso! —soltó una carcajada, dando un manotazo coqueto en mi rodilla. Vi su linda mano, adornada con finos anillos y las uñas pintadas pulcramente—. Oye, qué bueno que vienes de buen humor. Quería preguntarte algo.

Otra vez con sus preguntas.

—¿De qué se trata hoy? —inquirí con la vista baja, aún con un gesto alegre en el rostro.

—Tú... dijiste que sabes tocar el piano, ¿verdad?

—Sí, ¿por qué? —dije interesado.

—Porque a mí me gustaría hacerlo también. Verás, Sehun tiene un teclado, y de vez en cuando me lo presta, pero... —En un instante lleno de pánico me pregunté: ¿Quién diablos es Sehun?— después de algunos intentos fallidos, se harta de escucharme y comienza a gritar. No comprende a este pobre autodidacta, semejante cabeza dura...

Cereza Negra | KaisooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora